Desde hace ya casi cuatro meses, muchos han aprovechado el cambio de rutina y el confinamiento obligatorio también para reflexionar y aprender una habilidad, una destreza, un idioma o dar paso a un proceso de aprendizaje personal. Pero también se ha dado la instancia para aprender de los otros, especialmente de aquellos que nos han acompañado en la convivencia en este tiempo de aislamiento social. Sean amigos, familiares o la pareja, la crisis sanitaria nos ha obligado a pasar mucho más tiempo juntos. Quisimos darle un espacio a nuestros lectores para que nos contaran lo que han aprendido –o están aprendiendo– de la persona con la que han pasado estos meses.
Aprender a tener paciencia
“En estos 100 días de aislamiento social que he pasado junto a mi compañero, Francisco, he cultivado la tolerancia. Me gusta mucho tener mi espacio y autonomía, pero me he observado en este tiempo y veo que he sido más comprensiva y tolerante en gran parte gracias a él. Francisco transita por la vida de una manera crítica pero no acelerada, lo que permea en mí y contribuye a que mire las cosas con mayor perspectiva, cosa que no estaba haciendo tanto. También he aprendido de su activismo para mis propios activismos en causas que considero justas. He re aprendido a reconocer y que me reconozcan, y por sobre todo a dar las gracias siempre. Ahora logro disfrutar el tiempo de un rico almuerzo, en medio de la demanda del teletrabajo, y me proyecto saliendo de esto para hacer comunidad, abrazar a quienes quiero y ser menos egoísta con mis tiempos y sentimientos”.
Fabiola Gutiérrez (47).
Aprender a entregar sin esperar recibir
“Esta cuarentena la he pasado junto a mi polola. No nos conocíamos tanto, pero rápidamente me di cuenta de todo el amor que le entrega a todo lo que hace y toca, sin pedir nada a cambio. La he aprendido a conocer profundamente en una situación extrema y única. La verdad ha sido una experiencia invaluable y enriquecedora en todo sentido”.
Guillermo Ríos (42).
Aprender a ser empática
“Estoy casada con Felipe hace siete años y tenemos dos niñitas, una de un año y otra de casi cinco. Al comienzo de la cuarentena nos vinimos a Valparaíso a estar más cerca de mi suegra, que fue diagnosticada hace tres años con un cáncer terminal. Esta situación me ha enseñado a ser más empática y tolerante, pero por sobre todo ha sido una oportunidad para reencontrarnos y volver a conocernos con mi marido. Ahora que nos vemos todo el día hemos podido ponernos en el lugar del otro y entendermos. Si hay algo que aprendí y que hizo que me volviera a encantar con él, es lo buen padre que es”.
Magdalena Rogers (34).
Aprender qué es lo importante
“El otro día conversando con mi hijo, que estudia medicina y que siempre ha tenido gran vocación, me sorprendí cuando me dijo que de nada sirve tener plata si las relaciones están dañadas. ‘La plata va y viene. Más importante que eso son la felicidad, la compañía, la comprensión y la solidaridad’. Al escucharlo me di cuenta de que él tiene las prioridades claras: sabe que nosotros no somos ricos, que no tenemos muchas cosas, pero que estamos unidos y estamos pasando por esta juntos. Y que eso es lo importante. Siempre pensé que había elegido su carrera por la remuneración económica –siendo inmigrantes en Chile, creo que se nos hace inevitable pensar en eso– pero con esa reflexión me quedó claro que su espíritu de servicio es lo que está primando”.
Alba Ligia Montes (51).
Aprender a conocer a la pareja
“Estoy pasando la cuarentena junto a mi pareja. No llevábamos tanto tiempo juntos antes de esto, entonces ha sido muy intento compartir las 24 horas al día. Puedo decir que he aprendido dos cosas muy importantes que no sabía de él: primero, que cocina muy bien y eso me encanta, porque a mí se me quema hasta el agua hervida; y segundo, que es sumamente cariñoso y muy de piel. Este descubrimiento ha sido hermoso, porque me ha llevado a reflexionar que yo antes me consideraba fría y creía que no me gustaba tanto el contacto físico. Más que nada, lo veía innecesario. Pero ahora con él me di cuenta de que lo disfruto, que me gusta que nos abracemos y hacerle cariño en el pelo. Ahora más que nunca valoro tener a alguien a quien abrazar”.
Francisca Concha (32).
Aprender a adaptarse
“Esta cuarentena la estoy viviendo junto a mi perrita Pink. La adopté en abril y me decidí a tenerla, pese a que nunca había tenido una, porque quería que mi nieto tuviese un estímulo cuando me viniera a ver, pero también para contar con compañía. La convivencia no ha sido fácil y ha requerido de una gran adaptación, tanto para mí como para ella. Porque ella era de la calle y me imagino que estar en un departamento le ha sido complejo. Por mi lado, soy una persona que ha vivido siempre sola. Aun así, estos meses que hemos pasado juntas han dado paso a un replanteamiento con respecto a todo lo que creía saber de mis rutinas y formas de ser. Yo tenía una rutina doméstica muy marcada en relación al aseo y el orden, pero la he ido soltando y he aprendido a relajarme gracias a ella. Eso me ha permitido disfrutar de otras cosas y no estar tan amarrada al deber ser o a una estructura rígida. Por otro lado, no me quedó otra que aprender a ser paciente y tolerante; a jugar con ella. He aceptado que se siente arriba mío y que me siga a todas partes. Con el tiempo nos hemos entendido, querido y necesitado. Creo que sin Pink mi cuarentena hubiese sido más solitaria y quizás más nostálgica. Con ella he aprendido a relacionarme con otras vidas menos humanoides, y he logrado entender la belleza que hay detrás de cada una. Incluso me he acercado mucho a mis plantas, disfruto verlas crecer y ver cómo salen sus brotes. Esto de presenciar cómo se da la vida más básica y natural ha sido fascinante”.
Jessica Israel (65).
Aprender a encontrar cosas que les gustan a los dos
“Cuando te encuentras pasando todo el día junto a tu pareja, por más que lleven muchos años juntos, las cosas cambian. Y, por más que pensaras que ya no había nada más que aprender del otro, te das cuenta de que eso no es así. Es mi caso con Daniel. Llevamos viviendo juntos mucho tiempo, pero ahora que hemos estado encerrados y compartiendo todo el día, hemos descubierto muchas cosas el uno del otro. Lo más importante es que empezamos a hacer cosas juntos, actividades que nunca antes habíamos compartido y que ahora se han vuelto intereses de ambos. Daniel está desarrollando su trabajo en la radio y quería que yo participara de eso. Me gustó ver que le interesaba que me involucrara. Y ha sido una motivación para los dos. El hecho de tener un mutuo interés, algo que hemos ido desarrollando juntos, ha hecho que nos unamos más. Nos empezamos a descubrir en algo nuevo. Un interés que puede servir para más adelante y que nos ha hecho estar más cerca que nunca y pasarlo muy bien”.
Ernesto Corbalán (62).
Aprender a controlar la ansiedad
“Vivo con mi marido y nos casamos en noviembre, poco antes de que empezara la crisis sanitaria. En este tiempo, lo que he aprendido de él es a bajar la ansiedad y a darle menos importancia a las cosas cotidianas, porque en realidad nos queda para rato y no hay muchas certezas. Pero, por sobre todo, a ser sincera y amable siempre, y a saber tomar decisiones propias si es que es necesario, que son igual de importantes que las colectivas”.
Francisca Medina (30).
Aprender a estar con los hijos
“He pasado la cuarentena con mi familia y estoy muy agradecida de haber podido estar con mis hijos las 24 horas al día ayudándolos. Me di cuenta de que antes salía de mi casa cuando la menor dormía y a los dos mayores los llevaba mi cuñado al colegio. No nos veíamos hasta las 4:00 de la tarde, pero incluso ahí teníamos que hacer cosas, entonces en realidad pasamos algo de tiempo juntos en la noche, cuando ya no había ánimos para hacer nada. Ahora por primera vez hemos cocinado juntos, a mi hijo lo he podido ayudar en su aprendizaje con la lectura y a la más chica me la he gozado como a ningún otro. Entre ellos también han aprendido a jugar sin importar las edades. Siento que de esta situación saldremos siendo mejores personas”.
María Echenique (38).
Aprender a recurrir al humor
“Hay dos cosas que he aprendido en esta cuarentena en casa junto a mi esposa e hijo de tres años y medio. Lo que he aprendido de ella es que compartimos un mismo sentido del humor y que recurrimos al humor para poder sobrellevar todo lo que está pasando. Eso nos ha salvado en momentos difíciles. Nos hemos molestado, nos hemos reído y no nos hemos tomado tan en serio, ni a nosotros mismos ni las situaciones externas. De mi hijo he aprendido a ser más flexible, a tener que adaptarme y a estar muy alerta a lo que necesita. A tirarme al suelo y a jugar”.
Claudio Araya (40).
Aprender a ser optimista
“Estos meses los he pasado junto a mi pololo, con quien vivo hace un tiempo. De él he aprendido a incorporar un optimismo que antes no me era tan fácil. Yo siempre me había dejado afectar por las incertidumbres, los miedos y las angustias del momento, y eso hacía que oscilara entre dos estados: estar bien y estar mal. Pero me ha servido mucho estar y pasar todo este tiempo con una persona que naturalmente está bien o en un estado de ánimo más optimista. En este tiempo he logrado contagiarme un poco de eso porque me hace sentido vivir la vida así. También es una persona en la que confío plenamente, entonces si él dice que todo va estar bien, siento que lo va estar. Por último, he corroborado que somos un equipo y que al final hacemos que las cosas funcionen porque los dos ponemos de nuestra parte. No se trata de una solución mágica, se trata de colaborar y hacer las cosas juntos, de manera equitativa y motivándonos el uno al otro”.
Francisca Hosiasson (28).
Aprender a tener nuevas prioridades
“Actualmente vivo con mi pareja. Llevábamos un par de meses y quedamos esperando guagua rápidamente, entonces la cuarentena nos pilló en un momento muy particular, en la que todo ha sido una instancia de aprendizaje. En mis relaciones anteriores, me pasaba que me desafiaba constantemente; quería saber más que él o estar “a la altura”. En cambio, ahora, he aprendido a soltar esa idea, a entender que no hay una “altura” a la que hay que estar y a reconocer que no siempre soy, por ejemplo, la más informada. He aprendido a aceptar cómo estoy siendo en este minuto de mi vida, en el que leer el diario quizás ya no es prioridad. Antes eso me frustraba y me taimaba, pero con mi pareja actual he aprendido a dejar de competir”.
Valentina Vildósola (29).
Aprender a mirar a los hijos como adultos
“Este tiempo ha sido muy duro porque mi marido y yo nos quedamos sin trabajo. Nos vinimos de Colombia hace cuatro años para tener más posibilidades laborales, entonces esta situación es frustrante, aunque no nos hace decaer. Mi hijo, que está entrando a la universidad, nos ofreció hace unas semanas ponerse a repartir verduras para poder aportar a la economía de la casa. Y ahí fue cuando me di cuenta de que esta personita, que yo seguía viendo como mi hijo chico, se había transformado en un adulto joven, digno, generoso y consciente. Y eso es lo más importante. Porque con tanta inconsciencia que hay en el mundo, lo único que nos podría salvar es empezar a realmente ver al otro; verlo en su realidad y en su contexto. Estoy feliz de haberle transmitido eso a mi hijo, pero ahora veo que es él el que me enseña a mí a llevar los tiempos difíciles”.
Fanny Chávez (46).
Aprender a meditar
“Vivo con mi gato y este mes cumplió tres años conmigo. Siempre he pensado que vivir con un gato es toda una experiencia; ellos son los que te adoptan, te reciben, aceptan el cariño y el regaloneo cuando quieren y son grandes maestros sobre la independencia y el amor incondicional. Además, viven el presente y saben disfrutar de los pequeños placeres de la vida, como estar frente a la estufa y la meditación silenciosa. Esta cuarentena he decidido ser más como mi gato y contemplar con calma la adversidad. Espero que me funcione”.
Carolina Arriagada (40).
Aprender a hacerse consciente de los privilegios
“Creo que el aprendizaje más grande de este tiempo tiene que ver con todo lo que hacen las mujeres y que tan poco se les ha reconocido. Creo que todos los hombres estamos al debe ahí. Y si decimos que lo sabemos o que estamos totalmente al tanto, peor aún; se me hace imposible pensar que habiendo sabido esto, no hayamos hecho nada al respecto. Las mujeres se hacen cargo de cosas que ni se nos cruzan por la cabeza y que nunca nos habíamos siquiera imaginado. Eso ha sido un privilegio para nosotros, y hay que asumirlo como tal. Porque si no, nunca vamos a cambiar. Es hora de que esos privilegios se acaben y que nos hagamos cargo”.
Matías Silva (34).