La soledad no es exclusiva de los solteros. Para nada. Y es que hay personas que, pese a la presencia física de alguien, pueden sentirse poco acompañados. De hecho, una encuesta realizada en 2018 por el Pew Research Center descubrió que el 28% de las personas que no están satisfechas con su vida familiar se sienten solas la mayor parte del tiempo.
Pamela Larraín, psicóloga clínica con magíster en terapia familiar y de parejas, asegura que la sensación de soledad se divide, principalmente, en dos tipos: individuales y relacionales. “La primera tiene que ver con la historia de la persona. Puede ser alguien que ya tuvo experiencias de abandono, desamparo, de sentirse sola. Entonces, en la relación de pareja se vuelve a poner eso en juego porque hay una herida o una necesidad afectiva de contención que no estuvo presente en momentos importantes. Por ejemplo, cuando uno ha sufrido de abandono de pequeño y su pareja se distancia involuntariamente, uno puede interpretar que el otro ya no lo quiere, que se quiere ir. Tiene que ver más con su historia de vida que con la relación misma”, asegura.
En 2016 un equipo de investigadores del Departamento de Psiquiatría de la UC San Diego concluyó que la soledad, además, puede ser un rasgo hereditario. Así lo aseguró el líder del estudio que fue publicado en la American College of Neuropsychopharmacology, el Dr. Abraham Palmer: “Descubrimos que el riesgo a sentirse solo tiene base genética, aunque el ambiente juega un papel importante. Nuestro estudio en más de 10.000 individuos reveló que el riesgo genético a sentirse solo también está relacionado con otros rasgos de personalidad como el neuroticismo y síntomas depresivos”.
Si la razón es relacional, Pamela Larraín explica que “hay parejas que pueden caer muy fácilmente en distanciamiento afectivos. Son parejas que están juntas, pero en las que no hay una conexión real. Que frente a estrés o situaciones de conflicto se terminan replegando en sí mismos y dejan de funcionar como pareja. En esos casos, la probabilidad de sentirse solo es muy alta y tiene que ver con estrategias de contención aprendidas a lo largo de la vida. Y es que, si alguien tuvo que resolver sus problemas solo, se desconecta sin darse cuenta”.
Las redes sociales también podrían desempeñar un papel. Según la especialista en parejas, en algunos casos, estas son como el amante de la relación. “Quitan tiempo, espacio mental y empieza a generarse una brecha al interrumpir la conexión con el otro. Porque una relación necesita tiempo y las redes boicotean ese vínculo”, dice.
Un estudio publicado en 2017 en American Journal of Preventive Medicine y encabezado por la Universidad de Pennsylvania avala esta realidad. Luego de entrevistar 143 personas, concluyeron que las personas que informaron pasar más de dos horas al día en redes sociales tenían el doble de probabilidades de sentirse solas que aquellas que no destinaban más de 30 minutos.
“También hay personas que suelen funcionar muy bien como familia, que están súper unidos en la función de la crianza, pero que les cuesta mucho conectarse emocionalmente. Que son más de la tarea que del acompañamiento afectivo. Porque no es lo mismo estar juntos físicamente que acompañados emocionalmente”, explica Larraín. Y agrega que, además, hay personas que se sienten solas porque realmente lo están. Son quienes tienen un escaso contacto con su familia, no ven a sus amigos, no comparten con las personas de su trabajo. “Eso provoca que haya una necesidad de llenar ese vacío y la persona tenga las expectativas de que su pareja lo haga. Pero una pareja no puede cumplir con todas esas funciones”, dice.
¿Cómo resolverlo?
La terapeuta estadounidense Andrea F. Polard, autora del libro A Unified Theory of Happiness, asegura en una de sus columnas publicadas en Psychology Today que lo más importante es hacerle saber al otro lo que se está sintiendo. “Ya es bastante malo sentirse solo en su relación. Mientras no haya un comportamiento abusivo, no ocultes tu soledad a ti mismo ni a tu pareja. Es información crucial. A veces es imposible estar en la misma longitud de onda, pero cuando puedes expresar libremente tu decepción por este hecho, puedes salir de la experiencia como dos personas nadando en un océano”.
También es importante, dice Pamela Larraín, agendar espacios durante el día en los que se sea pareja. “A veces uno tiene que buscar ese momento porque no necesariamente es espontáneo. La rutina, el trabajo o la crianza, hacen que nos olvidemos de ser pareja. Recomiendo dejar todas esas cosas de lado –incluyendo los celulares– y darse el tiempo y espacio donde uno se pueda abrir con el otro. Que haya una conversación de verdad. Ser buenos anfitriones para que el otro entre en mi mundo y ser bueno invitados”, explica Larraín. “Y si se trata de algo más individual, es importante ir a terapia. Revisar su historia, buscar el origen y empezar a sanar”.