LA PREGUNTA
“El otro día soñé con alguien de mi trabajo que jamás miré de una manera sexual. Teníamos sexo en la oficina, lo que hizo que mi percepción hacia él cambiara rápidamente. Ahora, aunque no lo encuentre atractivo físicamente, hay algo que me llama la atención. Esto ya me ha pasado otras veces con diferentes personas que, en la vida real, nunca me han provocado algo sexual. ¿Qué significa tener este tipo de sueños? ¿Acaso hay una parte de mí que, estando despierta, no puede reconocer ciertos deseos?”.
Catalina, 28.
LA RESPUESTA
Desde que Sigmund Freud publicó sus controvertidas teorías sobre el significado de los sueños en 1900, el psicoanálisis ha tratado de buscarle una razón a aquellas experiencias que parecemos vivir mientras dormimos. Freud estaba convencido de que los sueños, incluidos los eróticos, representan algunos deseos reprimidos. Mientras que los investigadores posteriores vieron una cualidad más pragmática, como reflejo de la vida despiertos. Lo cierto es que, al no haber pruebas sólidas que avalen tales teorías, aún sigue siendo un misterio.
El mundo científico, por su parte, ha aprendido mucho sobre el proceso fisiológico de los sueños, que ocurre principalmente en la etapa REM. “Durante el sueño, la parte límbica del cerebro, es decir, la parte emocional, se activa mucho. Mientras que la corteza prefrontal –aquella más ejecutiva del cerebro– está subactivada. Entonces, el tipo de cogniciones que experimentamos durante los sueños es muy emocional, visualmente vívido, pero a menudo ilógico, desconectado y, a veces, extraño”, dijo a la revista Time el neurólogo Patrick McNamara, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston y de la escuela de posgrado de la Universidad Northcentral en Prescott Valley, Arizona.
Sin embargo, el psicólogo estadounidense experto en sexualidad y columnista de Sychology Today, Robert Taibbi, quiso ir más allá e intentó darle una explicación a los sueños eróticos. Según el especialista, aquellos que incluyen escenas sexuales con personas desconocidas o que no consideramos atractivas en la vida real, suelen ser un indicador del estado de la libido. “Su cerebro está tratando de hacerle saber que esas necesidades físicas no se están cumpliendo”, escribió en una de sus columnas.
En una línea similar, la psicoanalista especialista en técnicas mindfulness para el tratamiento sexual, Dafna Dukes, explica: “durante el sueño, la represión –que es un mecanismo de defensa que separa el consciente del inconsciente– se levanta, entonces, el inconsciente pasa a dominar la mente y se va hacia la lógica primaría donde hay un proceso de condensación de la cotidianidad, pero en el que hacemos lo que realmente deseamos”.
Según la especialista esto, además, provoca que la libido aumente en la noche. “Como la consciencia descansa –que es la parte más frontal del cerebro– se activa la corteza que se relaciona con el cerebro primitivo y en ese sentido se manifiestan algunas escenas prohibidas que se vivieron mientras se estaba despierto”, señala.
Para ejemplificarlo, Dafna cuenta sobre una paciente que tenía solo orgasmos mientras dormía. Despierta, en cambio, no podía experimentarlos. “Resulta que la pareja de ella había sido infiel durante mucho tiempo y embarazó a otra mujer, entonces –aunque mi paciente haya decidido perdonarlo– su consciente bloqueó el placer sexual. Sin embargo, mientras dormía, se manifestaba la descarga orgásmica y su libido”.
¿Pero cómo es posible lograr esto?
Según un informe publicado por primera vez en 1991 por el Kinsey Institute, llamado New Report On Sex: What You Must Know To Be Sexually Literate, el 80% de los hombres y el 40% de las mujeres han tenido al menos un orgasmo nocturno en su vida. No obstante, un estudio reciente del año 2019 de la Universidad de Freiburg, Alemania, y publicado en Journal Psychology & Sexuality, reveló que en la actualidad las mujeres de entre 16 y 30 años tenemos tres veces más sueños eróticos que hace 50 años. Por lo tanto, tener un orgasmo sin tocar las zonas genitales o cualquier otra relacionada al placer, es absolutamente posible.
Lo que se sabe sobre los orgasmos de forma científica se debe en gran parte al trabajo de Barry Komisaruk y Beverly Whipple, dos eminencias en este campo cuyos hallazgos pueden ayudar a explicar cómo se producen los orgasmos nocturnos. En un estudio realizado por ambos investigadores y publicado en la International Academy of Sex Research, analizaron a mujeres que decían poder tener un orgasmo solo con pensamientos, sin estimulación física. Para comprobarlo, se estudió la evolución de sus reacciones físicas, como el ritmo cardíaco, la tensión arterial, la dilatación de las pupilas y la tolerancia al dolor durante un orgasmo mental y uno a través del tacto. Los resultados arrojaron que la reacción era prácticamente idéntica tanto con los orgasmos provocados con la mente como con aquellos provocados con la masturbación.
Posteriormente, hicieron una resonancia magnética funcional al cerebro de las mujeres y descubrieron que cuando pensaban en tocarse los pezones o el clítoris, el córtex sensorial se activaba como si realmente le hubieran tocado esa parte del cuerpo. “Pero además, la activación del córtex prefrontal era mucho mayor cuando la mujer se imaginaba la estimulación que cuando de verdad se estimulaba físicamente”, señalaron.