Francisco Aguayo (47) es padre y psicólogo y ha dedicado toda su trayectoria profesional al estudio de masculinidades, paternidad y género. Es fundador de EME, organización dedicada a la investigación y la intervención psicosocial con hombres y equidad de género, y actualmente está realizando su doctorado en depresión en hombres. En sus investigaciones, muchas en red con otras organizaciones globales y de Latinoamérica, ha podido constatar cómo opera el patriarcado en la reproducción de la violencia, de qué manera la educación y las políticas públicas pueden aportar a generar masculinidades más sanas y la importancia de que los hombres tengan acceso a salud mental.
Según tu experiencia como investigador en masculinidades y psicólogo clínico, ¿cómo los hombres están abordando la paternidad y la vida doméstica en estos tiempos de cuarentena?
Los movimientos feministas en el último tiempo han interpelado al hombre y a la figura del padre, pero la masculinidad hegemónica sigue estando muy presente y va a tomar décadas cambiarlo, entonces es algo por estudiar si estos meses de pandemia van a agudizar los poblemas de desigualdades o va a haber más involucramiento de los hombres en la paternidad. Hay que mirar también el panorama antes de la pandemia: si bien ha habido avances en los derechos de las mujeres, se ha agudizado la violencia y no hay que desconocer que hay un fuerte movimiento antiderechos, con un discurso que promueve la masculinidad tradicional. Esto me preocupa mucho. También creo que el peso de la historia es muy fuerte y la mujer sigue cargando con más responsabilidades. Aunque veo más preocupación de los hombres por involucrarse en la paternidad, aún las labores domésticas se reparten de forma desigual.
¿Cómo la precariedad laboral afecta la vida doméstica de los hombres y la paternidad?
Creo que el tipo de masculinidad puede marcar a fuego la forma en que llevan esta crisis. A los más tradicionales esto les está trayendo mucha tensión porque estaban acostumbrados a estar fuera de la casa. Pero tal vez otros pueden verlo como una oportunidad de involucrarse más en lo doméstico y hasta puede ser provechoso, porque antes estaban menos en la casa y ahora están conociendo más a sus hijos, involucrándose en sus tareas, jugando con ellos. Por eso es un gran desafío saber administrar el agobio, las expectativas y poder disfrutar el hecho de estar con los hijos. Entendiendo que es muy difícil esto y que obviamente se da en realidades donde lo económico está más resuelto, pero creo que es importante que los hombres tengan presencia de calidad con sus hijos, que estén atentos a sus necesidades y no cargar toda la contención emocional a las madres.
¿Cómo se relaciona el aumento de la violencia intrafamiliar con el malestar sicológico en hombres?
A los hombres les cuesta reconocer su malestar y pedir ayuda. Llegan muy poco a los servicios de salud mental y este es un diagnóstico a nivel global. Si bien son las mujeres las que están más precarizadas en salud mental, debido a la violencia y la carga doméstica, y las que tienen más riesgo de sufrir depresión -las cifras dan cuenta de que son 2 de cada 10-, cuando uno mira otros datos, como el suicidio, en hombres es cinco veces más frecuente que en mujeres. Lo mismo con problemas con el alcohol. Son mecanismos evasivos: ponerse trabajólico, andar irritable, consumir drogas, tener conductas suicidas. En el panorama actual, donde está más precarizada la salud mental y es difícil acceder rápidamente a atención, hay que estar muy atentos a cómo los hombres expresan su malestar sicológico y cómo hacerse cargo de eso, porque hay menos posibilidades de ir a los servicios y de conversar con otras personas. Muchos estudios arrojan que hombres con actitudes más machistas reportan peor salud mental. Se cuidan menos sicológicamente y tienen ideas que justifican la violencia contra otras personas. Para las mujeres que están emparejadas con hombres con masculinidades tóxicas, tenerlos ahora siempre en casa es muy riesgoso.
En este complejo panorama, ¿cómo los hombres pueden aportar a evitar la violencia?
Es importante que los hombres se sicologicen más, aprendan a pedir ayuda, que hablen de sus emociones y frustraciones con quienes vivan y no desquiten el malestar con los hijos ni con la pareja. Poder llamar a alguien en sus redes para desahogarse o si no tienen a nadie, llamar a salud responde. Lamentablemente en Chile hay pocos servicios de contención para hombres. Debería existir una línea telefónica estatal especializada que atienda problemas de alcoholismo, violencia y suicidio enfocada en ellos. Es importante avanzar hacia allá. También es importante que sepan que hay centros que acogen a hombres con problemas de violencia y que puedan identificar cuándo les sube la tensión, para que puedan retirarse de la situación y tomar distancia. Y es importante recalcarlo en periodos de confinamiento. El mayor problema es aquel hombre de masculinidad hegemónica que tiene dificultad para empatizar con la pareja y que es incapaz de conversar y negociar para resolver problemas de pareja.
Si eres hombre y necesitas conversar, la Universidad Central abrió una línea telefónica para abordar casos de crisis. Más información aquí.