Por qué los niños tienen amigos imaginarios
Los amigos imaginarios son una manifestación común y normal para muchos niños en diferentes etapas de su desarrollo. De hecho, según un estudio realizado por la Universidad de Oregón y la Universidad de Washington –publicado en la revista Developmental Psychology– el 65% de los menores han tenido un amigo imaginario a los siete años. Además, un 57% de los niños entrevistados indicó que su compañero imaginario era un humano, mientras que el 41% los describió como animales.
Pero, sobre todo, los resultados más sorprendes para los investigadores fueron que el 31% de los niños en edad escolar, aseguraron tener un amigo de este tipo, en comparación con el 28% de los menores en edad preescolar. “Este hallazgo es fascinante porque va en contra de muchas teorías de la infancia media, como las propuestas por Sigmund Freud y Jean Piaget. Tener un compañero imaginario es normal para los niños en edad escolar”, señaló en el estudio Stephanie Carlson, profesora asistente de psicología de la Universidad de Washington, refiriéndose a las edades entre cinco y once años.
“Antiguamente se pensaba que quienes tenían amigos imaginarios lo hacían como una manera para compensar ciertas carencias afectivas, sociales y emocionales por parte de sus padres o cuidadores. Pero a medida que se estudió más sobre el tema, se detectó que es totalmente esperable, ya que es parte del desarrollo evolutivo normal. Los niños que los tienen están en una etapa en la que comienzan a participar en el juego simbólico, es decir, a otorgarle representación a las cosas. Entonces, se trata de algo hasta positivo ya que fomenta la creatividad y se entra a un mundo de fantasías que es muy necesario para su desarrollo”, explica la psicóloga con magíster en Clínica Infanto Juvenil, Marta Luzoro.
Tener amigos imaginarios, además, funciona como método para aprender a relacionarse con otros. Así lo explica Francisca Vergara, psiquiatra infanto adolescente, con magíster en Psicología Clínica Infanto Juvenil. “De manera general, se puede entender como parte de la fantasía de los niños y, aunque no todos acudan a esto, a algunos les sirve como una herramienta para tener confianza en sí mismos y temerle menos a la sociabilización. Además, casi siempre se dan en un contexto de juego en el que hay una sensación de control. Es decir, los pueden invocar y desaparecer cuando quieran”, dice.
Y es precisamente ahí donde está el límite. Porque, aunque se trate de algo esperable y normal, hay ciertas actitudes frente a este personaje que podrían ser alarmantes. “Cuando perpetua en el tiempo hasta la adolescencia o se vuelven amenazantes, el problema no es el del amigo imaginario, sino que otro tipo de fenómenos síquicos que tienen que ver con cuadros sicopatológicos”, comenta Francisca Vergara.
Marta Luzoro concuerda: “Los padres deben estar alerta a cómo se relaciona su hijo con esta fantasía porque si lo incita a hacer actividades dañinas, por ejemplo, puede haber algo más que se escapa de las funciones que cumple el amigo imaginario. También, si se trata de un niño que es muy solitario y que solo comparte con este personaje que inventó a través de su imaginario, es información valiosa de que el niño está teniendo dificultades en el ámbito social. En estos casos el problema no es el amigo, sino que es una señal de que hay algo que hay que tratar y que se está canalizando a través de esta herramienta”.
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