Estar encerrados puede hacernos sentir agotados, lo que suena contradictorio si se toma en cuenta que, en algunos casos, son mucho menos las actividades que hacemos en comparación con la rutina normal. Pero hay una gran diferencia entre el cansancio físico y el mental. Y ahora, en aislamiento, debemos enfrentar este último.
“Este tipo de cansancio, de hecho, es mucho más desgastante y difícil de lidiar porque no basta con descansar o dormir, sino que requiere de que controlemos ciertos pensamientos, lo que se hace aún más difícil sin la presencia de estímulos distractores. Antes estábamos mucho más expuestos y eso hacía que la atención se dirigiese hacia afuera, pero ahora tuvimos que ponerla hacia adentro y eso genera mucha angustia y cansancio porque nos ha hecho mirarnos y enfrentarnos con los propios fantasmas que la rutina invisibilizaba”, explica la psicóloga clínica de la Universidad Católica, Antonella Desenzani.
Según la especialista, esta pausa nos obliga a conectarnos con aquellos cuestionamientos que habían estado suprimidos y eso genera estrés, el que se podría traducir en cansancio. Además, el hecho de que todo esto se manifieste en un contexto de incertidumbre, exacerba el malestar. “Si bien hay un agotamiento relacionado al reencuentro con el psique, también debemos tener respuestas adaptativas de parte nuestra porque estamos frente a un escenario sumamente anormal. Esto quiere decir que tenemos que buscar estrategias para enfrentar el contexto y eso requiere de mucho esfuerzo mental. Hay un escenario nuevo que exige creatividad, pero que genera, al mismo tiempo, ansiedad y una sensación de pérdida de control”, dice Antonella.
Una de las claves para combatir esto, asegura Desenzani, es practicar técnicas de meditación. Isidora Camus, profesora de mindfulness certificada por el instituto MNDFL de Nueva York, explica que la meditación permite tomar distancia de ciertos pensamientos y analizarlos de una manera diferente. “El estrés surge en muchos casos porque nuestra mente, cuerpo y alma no están en sincronía. Pero al meditar se genera esta unión y nos ponemos en contacto con todas esas áreas, lo que permite darnos cuenta de qué parte de los pensamientos que nos agobian son reales y qué parte es la historia que nos estamos contando. Es observar de dónde vienen esas inquietudes, comprobar su veracidad y liberar la tensión que nos produce”, cuenta Camus.
Para poner en práctica el mindfulness, Isidora recomienda tomarnos unos minutos y concentrarnos en lo que estamos haciendo. “Los ejercicios pueden realizarse durante cualquier actividad, siempre y cuando decidamos activamente estar presentes en aquello que se está realizando y no en pensamientos del pasado o del futuro”, explica. Una de las actividades que recomienda es nombrar los elementos que se encuentran presentes en un espacio sucesivamente, ya que esto ayudará a enfocarse en las cosas que están aquí y ahora, dejando de lado los pensamientos que pueden agobiar la mente.
Otro ejercicio es hacernos conscientes de la respiración. “Pueden sentarse con las piernas cruzadas o recostarse, cerrar los ojos y poner las manos sobre el pecho o abdomen, dependiendo de dónde noten más el ciclo respiratorio. Luego, si necesidad de modificar la respiración, focalizar la atención en cada inhalación y exhalación”, aconseja.
Otra de las razones que explicarían el por qué nos sentimos más cansados en cuarentena podría responder al tipo de comida que se ingiere en periodos como este. Un estudio publicado en 2013 por la revista estadounidense Minerva Endocrinologica, concluyó que el estrés nos hace desear alimentos hiperpalatables, es decir, aquellos que una vez que los pruebas no se pueden dejar de comer. Y que al no ser precisamente nutritivos, pueden interferir con la calidad del sueño y el estado anímico.
“El comer mal se relaciona directamente con la energía. Comida sin nutrientes, comida que no te nutre y que, por lo tanto, no entrega la energía saludable que se requiere para enfrentar el día. Quienes comen mal pueden ver estos cambios en su ánimo y se sienten más cansados, enojados o sensibles. En cambio, aquellos alimentos que son ricos en vitaminas, fibra y carbohidratos de buena calidad, te mantienen activo, liberan endorfina y fortalecen el organismo”, asegura la nutricionista Isidora Saavedra. Su recomendación es reemplazar aquellos alimentos hiperpalatables por comidas reconfortantes y saludables. “Idealmente bajar el consumo de carnes y lácteos y, si se puede, reemplazarlos por pescados. Además, agregar harta fruta, verdura y frutos secos y aceite de oliva. En el fondo, es intentar hacer una dieta mediterránea”.
La actividad física también es esencial. Y es que además de aportar energía, está comprobado que puede interferir en el sueño, tema aún más importante si se toma en cuenta que, según un estudio realizado por el Centro de Investigación de Neurociencia de Lyon, los encuestados aseguraron tener una mala calidad del sueño durante la pandemia y que esto podría responder a que ha habido un aumento del 15% de sueños negativos y agobiantes.
“Tenemos evidencia sólida de que el ejercicio ayuda a conciliar el sueño más rápidamente y mejora su calidad”, dice Charlene Gamaldo, directora médica del Centro Johns Hopkins en un artículo publicado por la universidad. Y asegura que “el ejercicio aeróbico moderado aumenta la cantidad de sueño de onda lenta que obtienes. El sueño de onda lenta se refiere al sueño profundo, donde el cerebro y el cuerpo tienen la oportunidad de descansar. El ejercicio también puede ayudar a estabilizar el estado de ánimo y descomprimir la mente, un proceso cognitivo que es importante para la transición natural al sueño”.