“Hace un tiempo conversando con mis amigas nos dimos cuenta de que nos molestaba un tema del que nunca antes habíamos hablado: todas, sin excepción, conocíamos al menos a un hombre que forma parte de algún grupo de WhatsApp que llena el teléfono con fotos de mujeres desnudas, videos pornográficos y memes sexistas”, cuenta Carolina Celedón (35). En esa reunión, una de sus amigas dijo que no se atrevía a que su hijo usara el teléfono de su marido por miedo a que se encontrara con algo indebido. Otra contó que una vez –mientras buscaba un dato que su pareja le había pedido en su celular– sin querer se encontró con una conversación llena de frases que incitaban a uno del grupo a cometer una infidelidad. Tras verlo, decidió preguntarle a algunos amigos cercanos y todos reconocieron estar en varios grupos en que esa es la dinámica. Dos de ellos, incluso, le respondieron que si bien no son de los que suelen enviar material, tampoco hacen nada por dejar de recibirlo. “Me contaron que de repente les llegaban fotos de una mujer sin ropa y que acto seguido comenzaban comentarios de ofensa, que todo era muy mecánico, porque después seguían organizando la pichanga como si nada”. Otro simplemente le contestó: “son cosas de hombres”, cuestión que la hizo reflexionar cuáles son las cosas de hombres o por qué ellos tienen ese tipo de conductas tan agresivas normalizadas, a tal punto que no le ven nada de malo e incluso sea algo normal.

Tatiana Hernández, socióloga del Observatorio de Género y Equidad, explica que la masculinidad es una expresión de ser hombre que se construye cotidianamente y que tiene que estar permanentemente mostrando que lo está haciendo bien. Eso, además, en un contexto cultural donde las mujeres no somos valoradas, respetadas ni reconocidas, sino que subordinadas y muchas veces vistas como un objeto. “Cuando ese amigo le responde ‘son cosas de hombre’, lo que está diciendo es que esta es una más de las maneras en que los hombres tienen que demostrar cotidianamente su masculinidad”, explica.

Según la experta, en ese sentido, los grupos de WhatsApp funcionan como dispositivos de control muy poderosos que les recuerdan a diario a los hombres cuál es el camino que deben seguir para entrar en este concepto de masculinidad. “Y la manera es darle like a un meme o comentar el video que llega. Si no lo hacen, o peor aun, si llegan a decir algo como ‘nada que ver lo que estamos haciendo con las mujeres’, se rompe con el club, porque se entiende como una traición. Muchas veces los hombres demuestran su virilidad sometiendo a las mujeres, pero la construyen y confirman entre ellos”.

Romper con eso no es fácil. Tatiana cuenta que le ha tocado conversar con jóvenes universitarios haciendo diagnósticos de género y se ha encontrado con varios hombres que están en la lógica de construir nuevas masculinidades, pero que reconocen que es un camino complejo. “Sacudirse de la masculinidad tóxica y hegemónica para un hombre en un país como Chile implica perder. Los entrevistados me cuentan sobre las dificultades que tienen cotidianamente y que se relacionan con quedarse solos. Sus amigos por lo general no comprenden su mirada”, cuenta. La Psicóloga Janet Noseda, especializada en género y diversidad sexual, concuerda: “He atendido hombres a los que no les gusta entrar en estas dinámicas, pero se sienten presionados por hacerlo, porque si no son tildados de poco hombres”.

Un camino de violencia

La Manada ―el grupo de WhatsApp de los violadores de San Fermín en el que escribieron cosas como “Follándonos a una entre cinco. Puta pasada de viaje. Hay vídeo"― es una muestra del machismo latente en muchos de estos grupos. “El problema es que las actitudes machistas se ven reforzadas positivamente por los pares y en ese sentido se entiende que, por ejemplo, este grupo se haya dejado llevar sin cuestionarse lo que hicieron”, agrega Noseda.

Lo grave de la masculinidad tóxica es que cualquier hombre puede ser un potencial agresor o un potencial violador o femicida. No es que todos los hombres que participen de estos grupos de WhatsApp vayan a terminar violando a una mujer, pero esos espacios profundizan la normalización de la violencia hacia las mujeres y finalmente se trata de la misma misma narrativa”.

Así lo entendió el creador del blog español El hombre palet, quien luego de enterarse de la noticia de La Manada subió un post con el título “Violadores, sanfermines y los grupos de WhatsApp de hombres”. Allí escribió: “A mis niveles de testosterona tener un grupo que por las mañanas te manda videos y fotos para alegrarte el día le parecía bien. En los que yo participé no había delincuentes sexuales, ni se mandaban violaciones de chicas drogadas. Pero leer ayer la noticia (de La Manada) me ha servido para comparar y ver que a otros niveles, los hombres en manada nos comportamos como animales. Se me revolvió demasiado el estómago con sus comentarios y no quiero que haya nada que se le parezca ni de lejos en mi vida. Mi mujer me dice que lo que me pasa es que ahora miro el mundo con gafas violeta y soy capaz de visualizar lo jodido que lo tienen las mujeres con la panda de cabestros que andamos sueltos por el mundo”. Y luego de eso, se salió del grupo.