Aunque este término se ha hecho más popular en las últimas semanas, no es nada nuevo. Se trata de un concepto usado muchas veces en casos de duelos y claustrofobias y que, en el contexto actual, en que nos encontramos aisladas y bajo la recomendación de mantener un confinamiento en las casas y departamentos, se ha vuelto más latente.
“Si bien no está reconocido dentro de la psicopatología tradicional, según distintas fuentes se refiere a una investigación hecha en Estados Unidos a familias que deben permanecer aisladas durante períodos prolongados producto de crudos inviernos y que cuando deben retornar a su vida fuera del hogar, aparecen o persisten ciertos síntomas ligados a miedos o ansiedades”, explica la psicóloga de Clínica Indisa, Daniela Ulloa.
Pese a que en un comienzo tener que quedarnos en nuestros hogares solo presentó una serie de problemas por el hecho de tener que aprender a compatibilizar demasiadas cosas a la vez, con el pasar de las semanas muchas personas se dieron cuenta de que esta situación en realidad les resulta cómoda, y que, además, les entrega un entorno de protección. A muchos la idea de perder esta protección con el eventual retorno al mundo exterior se les empezó a convertir en un temor.
“Puede que aquellas personas que tienen más dificultad para relacionarse con otros desarrollen elementos fóbicos y tengan fantasías terroríficas respecto a lo que les pueda pasar cuando salgan”, explica la psicóloga de Clínica Universidad de Los Andes, María Paz Altuzarra. La especialista explica que, en un contexto normal, una persona se puede dar cuenta que tiene herramientas para manejar situaciones que le presenta la vida en sociedad, porque constantemente las pone a prueba y recibe feedback. “En cambio si me aíslo socialmente empiezo a perder la perspectiva de si tengo o no esas habilidades porque dejo de practicarlas, a la hora de salir no sé si seré capaz de relacionarme con otros”, compara.
En el caso de las personas cuyos trabajos implican actividades presenciales complejas que con motivo del Covid-19 dejaron de hacer, podrían tener dudas sobre si cuando regresen van a poder hacerlas o no. Y a los niños en edad escolar, en tanto, les puede costar volver a las clases presenciales porque no saben cómo les va a ir. Además, en casa tienen la guía y apoyo de un adulto enfocado en ellos. “Se pueden generar síntomas ansiosos e incluso fóbicos que hacen que retomar la vida de tanto miedo que incluso se sienta imposible”, asegura Altazurra, explicando que estos casos son los menos: “La mayoría debería poder enfrentar esto, pero con ansiedad”.
Un regreso gradual
“La única manera de superar el síndrome de la cabaña generado por el aislamiento social es la exposición”, asegura la psicóloga de Clínica Universidad de Los Andes: “Mientras más se demore una persona en exponerse, más difícil será hacerlo”. Según la especialista, evitar la exposición aumentará los síndromes ansiosos. “Hay que exponerse, y sí, sentirse un poco mal, pero a la vez darse cuenta que la realidad no era tan terrible como la imaginabas”.
Lo positivo del contexto actual es que el eventual retorno a la vida social se va a dar de manera paulatina, lo que implicará un shock menor en quienes están experimentando el síndrome de la cabaña: “Los que puedan ir retomando sus actividades deberían hacerlo de manera gradual, pues se irán exponiendo al miedo de una forma más acotada”, recomienda.
La psicóloga explica que este problema no es exclusivo de quienes viven solos o con sus familias, y que es difícil saber sólo por el contexto de alguien si es que se verá afectado o no. “Tenemos que ver elementos de personalidad y sintomatologías ansiosas previas o que se hayan desarrollado durante el aislamiento”, asegura.
Daniela Ulloa complementa: “Existen personas o grupos que han desarrollado herramientas psicológicas acorde a sus historias, educación y redes de apoyo que pueden favorecer no terminar en una condición muy dañada”. Pero la especialista de Indisa explica que también hay personas que tienen que prestar más atención a consecuencias desfavorables, “puede ser por la propia disposición u otros elementos más complejos”. El grupo que se vería más complicado sería el formado por aquellas personas que ya contaban con escaso contacto social o apoyo, o que ya tenían tendencia al aislamiento.
“Sin embargo, el aislamiento tendrá efectos sobre todos nosotros, por lo que contar con interacciones sociales es fundamental”, recalca Ulloa. Y añade: “establecer diálogos, participar en grupos en los cuales se puedan comentar las sensaciones que estamos viviendo o manifestar nuestros afectos es muy importante en términos de prevención”.
Evitar el síndrome de la cabaña
En el medio especializado Psychology Today entregan ocho consejos para, en la medida de lo posible, evitar el síndrome de la cabaña.
1. Mantener una rutina lo más parecida posible a la que tenías cuando podías salir libremente. Esto incluye bañarnos y vestirnos a diario, por ejemplo.
2. Mantener un horario. Cuando teletrabajamos, las horas de descanso y trabajo se pueden mezclar, por lo que es importante limitar los horarios a lo que corresponden. En este horario no podemos olvidar darnos un tiempo para sociabilizar, aunque sea a través de la tecnología.
3. Limitar las áreas de tu casa de tal forma que no almuerces en el mismo lugar en que trabajas, ni duermas donde escribes correos electrónicos.
4. Sé creativo en cómo sociabilizas, porque aunque no puedes ver físicamente a tus amigos y amigas, necesitas mantener el contacto y demostrar preocupación al mismo tiempo que recibes afecto.
5. Muévete. Algunos relojes y celulares pueden activar alarmas para recordarte que cada cierto tiempo (al menos cada hora) deberías levantarte y caminar.
6. Abre las cortinas e intenta salir un poco si es posible, aunque sea a un patio, balcón o a la entrada de tu edificio, para beneficiarte con un poco de aire fresco.
7. Evita las maratones televisivas o de juegos de video, pues estas acciones pueden hacerte sentir deprimido y desesperanzado.
8. Respira a consciencia y lucha contra los pensamientos derrotistas, que de poco sirven en situaciones como la actual.