Tras la publicación del primer Informe Valech, en noviembre de 2004, Alejandra Matus, quien entonces dirigía la revista Plan B, decidió tratar el tema de la prisión política y la tortura con testimonios de mujeres embarazadas. “Me parecía que era uno de los temas más horrendos, y que no había tomado un protagonismo dentro de todas las denuncias por violaciones por DDHH”, recuerda Matus. Reporteando, la periodista llegó a Haydee Oberreuter, de entonces 51 años. Era dirigenta de organizaciones de sobrevivientes de prisión política, quien fue torturada cuando tenía cuatro meses de embarazo.

Haydée había entregado su testimonio para la comisión Valech, pero desde el momento que fue liberada, el año ’76, su relación con su propia historia se había mantenido en un círculo íntimo y silencioso. “Cuando me liberaron intenté explicarles a mi compañero y a mi mamá lo que me pasaba, porque además tenía cicatrices horrendas. Pero ambos me dijeron que en esas circunstancias era mejor no hablarlo, ni siquiera entre nosotros”, cuenta Haydée. “Y así a mis 22 años, decidí optar por el silecio y cerré el círculo de confianza”.

En los ’90, Haydée, en su rol de dirigente, luchó para lograr que la prisión política y tortura fuera objeto de una comisión calificadora. Mientras su historia para las y los suyos, se mantenía como un secreto a voces. Algo se sabía, pero nunca había sido expresado con claridad. “Siempre actué desde la necesidad de que se establecieran las condiciones para que los sobrevivientes pudieran acceder a verdad y justicia, siempre fui por ese carril”, cuenta. Por eso, cuando recibió el llamado de Alejandra Matus, Haydée decidió hablar.

“Como periodista me interesaba su testimonio y lo que ella había vivido. Pero no fue fácil, ya que era un tema del que nunca había hablado”, recuerda Matus. Y reconoce que para ella también fue difícil escribirlo. “Nunca he sido neutra con esta historia y desde el principio involucré mis sentimientos, porque me parece que no se puede contar con la frialdad o la distancia de los datos. Yo soy mujer, me costó mucho embarazarme, tener mis hijos, y esta historia me destruye”, dice.

La Armada me torturó hasta hacerme perder a mi hijo, se tituló el artículo publicado en la revista Plan B el 2 de diciembre de 2004, anunciado en portada con una foto de Haydée. El texto cuenta que Oberreuter, militante y dirigente universitaria que se dedicó a esconder y a ayudar a sacar a dirigentes al extranjero durante los primeros años de la dictadura, estaba embarazada al momento de su detención, en noviembre de 1975. En el cuartel Almirante Silva Palma, de Valparaíso, Haydée fue manoseada, sometida a exámenes médicos falsos y a una “autopsia”: le abrieron el estómago con un corvo para dejarla marcada. Producto de esto, perdió a su hijo, lo que fue festinado por sus torturadores. “Yo en ese momento pensaba, ingenuamente, que mi embarazo me protegía”, dice Haydée en el reportaje.

Alejandra y Haydée no volvieron a hablar después de la publicación. Matus se enfrentaba al eventual cierre de la revista, que ocurriría los primeros meses de 2005, y Haydée, por su parte, no quería saber de ella. Verse en portada le produjo “un shock y una incomodidad y un descuadre de tal proporción, que decidí que no le hablaría nunca más”, recuerda.

El reencuentro

El 2013, a nueve años de la publicación del reportaje, Alejandra Matus recibió un mensaje de Haydée Oberreuter por Facebook, invitándola a tomar un café. “Nos juntamos en el Tavelli, y entre risas ella me contó que estuvo enojada un rato conmigo, porque fue un shock muy fuerte verse en el kiosco”, cuenta Alejandra.

La razón de ese café, sin embargo, no era para reprocharle a Matus su portada, sino relatarle lo que había ocasionado su trabajo: Vicente Bárzana, un abogado que compró la revista, luego de leer el artículo redactó y presentó una querella para investigar las torturas denunciadas en el caso de Haydée y la muerte de su hijo. Escrito que fue acogido por la Corte de Apelaciones.

En ese punto de 2013, la Corte estaba pronta a dictar los procesamientos contra los autores del delito de tortura: los agentes de la Armada Manuel Atilio Leiva Valdivieso, Juan de Dios Reyes Basaur, Juan Orlando Jorquera Terrazas y Valentín Evaristo Riquelme Villalobos. El sumario estaba cerrado y Haydée tomó conocimiento de su contenido. Una nueva forma de enfrentarse a su propia historia.

“Me produjo un impacto muy grande abrir esas miles de páginas de investigación y ver que, en el inicio, como único elemento de prueba estuviera el artículo de prensa de la Alejandra Matus. Entonces pensé que si esta mujer no hubiera hecho esto, no habríamos tenido esta causa. Y jamás estaría aspirando a la posibilidad de tener algo de justicia, ni menos mi hijo podría tomar el lugar que le corresponde en la historia”, cuenta Haydée. Fue por eso que decidió contactar a la periodista que había relatado su historia, ya que Haydée quería regalarle parte del sumario. “Lo anillé, lo dejé lindo y se lo llevé. Y le dije: no sé cuántas veces un periodista siembra rosas en el mar y encuentra los pétalos de vuelta en la playa. Porque acá están tus pétalos”.

En ese punto, Alejandra le propuso buscar a este señor desconocido que había interpuesto la causa. “Me di cuenta de que ese era un paso decisivo que estaba pendiente, pero que no había hecho por mi cuenta y ahora lo íbamos a hacer juntas”, dice Haydée. “Todo esto fue, diría, en una relación de amistad más que de periodista-fuente”, agrega Alejandra, quien relató este episodio en otro reportaje publicado en 2014 y titulado Un héroe improbable, donde, al recordar la entrevista con Haydée en 2004, escribe: “yo misma derramé muchas lágrimas escribiendo ese artículo”.

Según Alejandra Matus, la violencia de género cruzada con la tortura era un tema invisibilizado en la suma de crímenes de lesa humanidad, pero los alcances que tomó la historia, que se detallan en Haydée y el pez volador, documental de Pachi Bustos que recoge los últimos años de esta historia en un retrato íntimo de su protagonista, nunca estuvieron en la mente de la periodista. El documental se estrenó el jueves 25 de junio en Chile y en el mundo, y estará disponible por las plataformas de miradoc.cl.

“Nunca pensé que en ese momento, ni después que eso, iba a llegar una condena. Honestamente mi único fin era poner el ojo en un caso que sirviera para que la gente visualizara el horror. Además, había algo en la tortura a la mujer que hasta ese entonces había quedado invisibilizado en la contabilidad genera”, piensa Alejandra. “Cuando una habla de derechos humanos no puede dejar gente atrás o por debajo en dignidad y en respeto a esos derechos. Contar esta historia era bajar la teoría a la realidad, verlo en el cuerpo, en la vida y en la experiencia de las personas. Y me parece que ahí el periodismo es clave”.

Para Haydée, tanto Vicente, el abogado que interpuso la querella, como Alejandra, son custodios de Sebastián, el hijo que perdió producto de las torturas el año 75. Haydée piensa que, gracias al proceso de justicia que se abrió desde la publicación del reportaje, este hijo pudo surgir y salir simbólicamente del centro donde ella estuvo detenida, para tomar un lugar en la historia. “Mis hijos siempre supieron que tenían un hermano. Nunca lo dejé de lado, nunca lo borré, pero tampoco expliqué en detalle qué era lo que había vivido”, explica Haydée. “Hasta ahora, que tiene un espacio y un relato en mi vida y en lo que vivimos como país”.