Tengo 46 años y este 2020 decidí volver a estudiar. Siempre trabajé, pero cuando nació mi hija más chica, que actualmente tiene 8 años, opté por quedarme en la casa. Ser dueña de casa es una pega que siempre he hecho por el amor a mi familia. Han sido años que me han servido para volver a estar con Francisca, mi hija mayor de quien me perdí gran parte de su infancia, y para disfrutar a concho a la Florencia, que nació sin planificación y que transformó mi vida.
He sido la primera en levantarme y la última en acostarse. He cocinado, lavado, planchado. He hecho las tareas con ellas, he ido al supermercado, a las reuniones en el colegio y visto temas de la universidad de mi hija, así como también he apañado a mi marido en sus negocios. Han sido años en los que he estado siempre para todos. En todo horario y todos los días. Han sido tiempos felices, pero también agotadores.
Hace un tiempo comencé a hacerme algunas preguntas. ¿Qué pasa conmigo? ¿Qué quiero hacer de mi vida cuando las niñitas estén grandes y no necesiten tanto de mí? Así me di cuenta de que quería volver a trabajar, pero me enfrentaba a un problema: todos estos años me jugarían en contra en mi curriculum. Y por eso decidí estudiar. Me ilusionó salir de la casa para volver a sentarme en una sala de clases con profesores en frente y con compañeras al lado con las que compartir. Poder estudiar tomándome un café con alguien.
Escogí una carrera que me permitiera compatibilizar el horario con las cosas de la casa. Siempre me llamó la atención la podología clínica y todo lo que implica el cuidado de una parte tan importante de nuestro cuerpo como lo son los pies, así que busqué información en Internet y llegué a EPC (Escuela de Profesiones Clínicas). Me gustaron sus horario y días de estudio. La carrera dura poco más de dos años y tienes la opción de prácticas profesionales y una certificación entregada por el Minsal, que la reconoce como carrera del Área Salud.
Contarle a mi familia fue un lindo momento. Todos me apoyaron, a pesar de que para mis hijas era algo nuevo. Fue emocionante también ver que para Teruel, mi marido, era importante que yo hiciera algo para mí. Quizá fue esa la alegría más grande.
El 31 de Marzo comenzaron mis clases y lo hicieron estando en cuarentena. Eso me obligó a tener que hacerme amiga de Zoom y de Classroom, y coordinar mis estudios de las mañanas con supervisar que que mi hija chica no quiera levantarse y ni hacer tareas. He tenido que entender que la más grande -que estudia obstetricia- debe estar en clases full conectada, que mi marido al ser independiente debe salir a trabajar y que yo debo, dentro de todo, mantener la calma para aprender a estudiar.
Esta nueva experiencia partió diferente a como la imaginé. Sé que a lo mejor costará un poquito más, pero en tiempos de pandemia, al igual que todos, he tenido que aprender a sobrellevarlo. Pese a las dificultades, estoy convencida de que fue una gran decisión. Y espero obtener las mejores calificaciones.
Ángela (46 años) tiene dos hijas y es estudiante de podología clínica.