Nuestras lectoras preguntan: ¿Cómo ayudar a un ser querido que sufre problemas de salud mental?

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LA PREGUNTA

Hace algunos días me encontré en redes sociales con una publicación que decía algo como: “Te importa la salud mental, hasta que el o la que la padece es un ser querido. Cuando es una amiga la que pasa todo el día encerrada sin querer levantarse; cuando es una pareja la que no tiene ganas de nada. En esos casos incomoda”. La leí y me sentí mal. Porque me está pasando, porque un familiar muy cercano está con una depresión profunda y la verdad, es muy difícil lidiar con eso.

Creo que no soy la única que lo vive. Es más, hace poco me desvelé y como a las 3 a.m. me metí a buscar información. Apenas puse en el buscador “cómo ayudar a un familiar con”, de las cinco propuestas que me arrojaba Google, cuatro tenían que ver con salud mental: depresión, intento suicida, adicciones y ansiedad. Esto evidentemente es una muestra de que se necesitan herramientas para manejar estas enfermedades y en este país, no es tan fácil tenerlas ni encontrarlas.

Soy de las personas que van a terapia, de las que se hacen cargo de su propia salud mental, justamente porque entiendo que no es cualquier cosa, no le bajo el perfil; entiendo que vivir con depresión es doloroso. Pero también –ahora que estoy del otro lado– entiendo lo complejo que es lidiar con este tipo de situaciones cuando le ocurren a personas que quieres. Siempre sientes que caminas sobre huevos, no sabes qué decir ni cuando, para no herir más. Y eso, obviamente agota”.

Alejandra (38)

LA RESPUESTA

No es fácil detectar si una personas cercana está pasando por un momento difícil e incluso si se trata solo de una etapa o algo más grave. Aunque existen algunos síntomas que se asocian inmediatamente con determinadas enfermedades mentales, no hay dos personas que se comporten exactamente igual cuando están enfermas. En el caso de la depresión por ejemplo –datos estadísticos indican que alrededor del 10% de la población general está o llegará a estar clínicamente deprimida a lo largo de su vida– a la persona le suele costar detectar esta sintomatología y por tanto pueden tardar mucho tiempo en buscar ayuda.

Según el psicólogo Fernando Duarte, esto tiene que ver con que “es un trastorno que empieza lentamente y por tanto, quién lo padece, suele restarle importancia a los primeros síntomas pensando que es algo pasajero y que va a pasar. Pero la depresión es un trastorno emocional que implica cambios importantes en nuestra forma de sentir, pensar y actuar, y al contrario de lo que se suele creer, no tiene nada que ver con ser más o menos fuerte emocionalmente”.

En el sitio web de la Mental Health Foundation se enumeran varias patologías de este tipo, que van desde la ansiedad, la depresión o los ataques de pánico a otras más graves como la esquizofrenia o el desorden bipolar. Dice también que “estas personas pueden tener períodos en los que experimentan una realidad propia. Pueden escuchar voces, ver cosas que nadie más ve, tener creencias inusuales, sentirse excepcionalmente importantes o dar un significado especial a eventos cotidianos”. Duarte coincide y aconseja estar atentos a las señales porque si es un familiar cercano, se pueden notar cambios en su comportamiento o estado de ánimo, y es entonces cuando saltan las alarmas. “Algunos signos pueden ser que la persona deja de comer, duerme mucho o no duerme, está más irritable o incluso comienza con algunas adicciones como el alcohol o el cigarro. Todas éstas son señales que no se deberían dejar pasar para pesquisar el problema a tiempo”, explica.

Respecto a cómo enfrentarlo, la mayoría de los expertos recomiendan no presionar a la persona. “La idea es que la necesidad de hablar surja de quien padece la enfermedad, pero podemos ayudarle creando un espacio seguro para que pueda comunicarse con confianza. Para eso es importante no juzgar y escuchar. Cuando esa persona se abre y cuenta lo que siente, se puede valorar qué tan mal está”, dice Duarte. Así, en vez de decir cosas como: “veo que estás muy deprimido”, es mejor decirle “¿por qué no me dices cómo te sientes?”.

En todo caso –agrega el especialista– es necesario entender que lo que podemos hacer como familiares es ser un apoyo, pero no los responsables de sacar a esa persona del hoyo en el que se encuentra. Para eso siempre es necesaria la ayuda profesional.

Otros consejos:

En el sitio web psicologiaymente.com entregan algunas recomendaciones acerca de cómo prestar apoyo en estos casos:

No culparse ni tomarlo como algo personal: Lo primero es entender que el apoyo familiar es muy importante para superar la depresión pero que es la propia persona la que tiene que responsabilizarse de salir de esta situación. Es decir, no eres culpable de que tu pareja o familiar no salga adelante, los familiares son una ayuda, pero en última instancia, el trabajo de salir de una depresión es personal. Por eso también hay que evitar ver su pesimismo, irritabilidad, apatía y tristeza como algo personal pues no están bajo su control voluntario.

Premiar las mejoras y no hablar todo el tiempo de los problemas: Cada vez que sonría, tome la iniciativa para hacer algo, participe en las conversaciones o tenga ganas de salir, podemos manifestar nuestro agrado por esos pequeños avances. La persona deprimida tiende a estar muy preocupada por todos los problemas que hay a su alrededor, por eso, aunque en un principio nos parezca que es bueno que se desahogue, lo cierto es que tener los problemas como único objeto de conversación hace que la persona cada vez se obsesione más y se centre sólo en el lado negativo de su vida.

No sobreprotejer ni asumir responsabilidades: Podemos reforzar la idea de que estamos ahí pase lo que pase, pero sin estar continuamente pendiente de su comportamiento ni darle demasiada importancia a comportamientos relacionados con la irritabilidad o tristeza. No es bueno realizar tareas que le corresponda hacer a él o ella, pues sin querer esto puede suponer un beneficio que haga que la persona se acomode a esta situación.

“Una enfermedad como ésta puede ser un camino largo en el que suelen haber momentos mejores que otros. Dependiendo de la cercanía del familiar, podría incluso afectar la salud mental de quienes están cerca, por eso es clave no aislarse y buscar ayuda tanto profesional como del entorno”, concluye Duarte.

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