LA PREGUNTA
Hace dos años mi hijo mayor, que en ese entonces estaba en Kínder, tuvo un “conflicto” con sus compañeros de curso. Son un grupo de cinco amigos que andan juntos para todos lados, pero un día, él se enteró que después de clases se fueron todos a la casa de uno de ellos a pasar la tarde y a él no lo invitaron. En ese momento, cuando me lo contó, se me partió el alma y quise resolverlo hablando con las otras mamás. Me dijeron que no fue nada contra él, que a veces las cosas son así y que van invitando a unos u otros, sin ninguna mala intención. Como mamá me costó verlo así, pero efectivamente más adelante lo invitaron a él y a otros no. Sin embargo, me quedé preocupada y eso me hizo estar más atenta a sus relaciones. Mi hijo no tiene personalidad de líder y desde el jardín he notado que aunque no le cuesta hacer amigos, suele apegarse a uno de personalidad más fuerte y seguirlo en sus juegos. Y si bien mientras iba a clases intentaba estar atenta, no lo veía relacionarse con ellos como me pasa ahora en cuarentena, que se conectan por videollamada o participan de juegos en línea. Lo escucho y a veces me dan ganas de meterme, porque noto que constantemente está pidiendo que lo escuchen o que jueguen a lo que él quiere, pero la mayoría de las veces termina cediendo y juega lo que deciden los otros. Me gustaría saber hasta dónde debo meterme o cómo lo puedo ayudar en ese proceso.
Natalia, 42 años, antropóloga.
LA RESPUESTA
En el día a día el modelamiento es la mejor manera para enseñarles cosas a nuestras hijas e hijos, especialmente cuando se trata de habilidades sociales. Así lo explica la psicóloga infanto juvenil Rocío González, quien realiza habitualmente talleres de habilidades sociales para niñas y niños. “Más que las palabras, el lenguaje no verbal y las acciones son lo principal en su aprendizaje. Por ejemplo, si me subo a un ascensor y no saludo a la gente que está adentro, le estoy entregando a mi hija o hijo un mensaje, aunque no sea de manera consciente. Por tanto, es importante que las madres y padres tengan cuidado con las acciones que realizan frente a ellos, ya que cosas como estas, que parecen insignificantes, pueden incidir en su participación social, desarrollo de habilidades y empoderamiento”, explica.
Aun así hay que tener en cuenta que todas y todos tenemos personalidades distintas y eso ocurre desde la infancia. “En el caso de las niñas y niños que son más retraídos o que no tienen esa personalidad de líder, es normal siempre y cuando se sienta cómodo con eso y tú como mamá o papá veas que no le está afectando en su autoconcepto o autoestima. Si le está afectando porque el líder que encontró no es muy positivo y lo está humillando, ahí hay que intervenir; o si noto que mi hija o hijo de verdad quiere ser un líder y le perturba estar en ese rol más pasivo, hay que ayudarlo y empoderarlo socialmente”.
Eso si, –advierte González– la intervención debe ser muy cuidadosa. “Lo correcto es orientarlos y ayudarlos, pero desde un rol secundario que les permita a ellos tener cierta autonomía en sus acciones”, explica. Y dice que una manera es darles ideas. “Le pregunto a qué le gustaría jugar con sus amigas y amigos o qué le gustaría organizar. Si por ejemplo le gustaría hacer una junta para jugar todos en línea, lo puedo ayudar a organizarla, pero la idea es que ella o él envíe la invitación, que decida la temática y que elija a los invitados. La idea es estar alerta, pero en un rol de apoyo y de contención, que sepa que si me necesita voy a estar ahí, pero no resolverle todo porque eso podría perjudicar su proceso de sociabilización”.
“Las mamás solemos caer en eso, queremos resolverles la vida a nuestras hijas e hijos. Pero más que eso, es importante estar ahí apoyándolos, entregándoles herramientas y haciendo un refuerzo positivo de sus acciones. Esto último es clave también. Si terminada una reunión virtual la mamá notó que la hija o hijo no participó mucho, lo correcto no es recriminarle por eso, sino que hablar sobre lo entretenido que estuvo y planear juntos qué cosas se pueden mejorar para la próxima vez”, dice González. Y agrega: “Y siempre estar atentos. Si la situación es más grave y se dan situaciones que bullying, entonces intervenir y buscar ayuda. Pero si no hay una transgresión, incentivar a la autonomía”.
No bajar la guardia durante la cuarentena
Vivimos una situación excepcional y por tanto las niñas y niños no están sociabilizando de la misma forma. Sin embargo, hay varias actividades que se pueden hacer en la casa y que los ayudan a resolver problemas, como las historias con títeres o los juegos de mesa, por ejemplo. Rocío sugiere que “usando una cartulina se puede hacer un tablero y tarjetas con preguntas de acuerdo a las situaciones que quiero plantear o que quiero que mis hijos den a conocer. Puedo escribir en una: ¿Qué harías si un amigo no quiere jugar contigo? Todos los participantes de la mesa pueden sugerir una respuesta. Uno quizás puede decir que se enojaría o que le pegaría, y otro que lo mejor es preguntarle por qué no quiere jugar o simplemente buscar a otro amigo. El objetivo es ir dando ideas y a través de la conversación llegar a la solución más acertada”.
Estos ejercicios –dice la experta– nos permiten promover que resuelvan situaciones desde la hipótesis. Pero además de eso, es importante que dentro de las posibilidades, se sigan relacionando con sus amigos, con sus primos o familiares, porque es la única forma que tienen para sociabilizar. En ese sentido, las videollamadas son una buena herramienta. “A algunas niñas y niños les cuesta, pero debemos intentar acostumbrarnos a esta nueva realidad, y para eso, hay que buscar formas que les acomoden. Una de mis pacientes me contó que hacía pijamadas con sus amigas por videollamadas y me pareció un buen ejemplo que ahora sugiero a otros pacientes. La idea es mantener lo que hacíamos cotidianamente adaptándolo al confinamiento”, cuenta Rocío.