Nuestras lectoras preguntan: ¿Cómo complacer al otro sin olvidarme de mi propio goce?
Atender a nuestros cuestionamientos sexuales es un deber que nos permite sentirnos más plenas. Por eso en Paula quisimos conversar sobre estos temas abiertamente y darles un espacio a ustedes, nuestras lectoras, para que puedan plantear sus dudas y los expertos ayuden a resolverlas.
LA PREGUNTA
Desde que tengo una vida sexual activa he tratado de complacer a mis parejas en la cama, olvidándome de mi propio goce. Estoy todo el tiempo estresada tratando de que ellos disfruten y no logro sentir placer. Hace poco una amiga me dijo que a lo mejor debería ser más egoísta, pero no sé cómo lograr ese equilibrio. ¿Qué puedo hacer?
Andrea, 38 años
LA RESPUESTA
“La satisfacción sexual en pareja involucra cosas diferentes según cada persona. Para algunas se relaciona con la obtención de placer físico y consecución del orgasmo y para otras puede involucrar sensaciones relacionadas a la conexión-unión emocional. También hay personas que pueden sentirse satisfechas sexualmente con entregar placer a sus parejas, mientras para otras puede ser más importante buscar el propio placer. No es posible definir qué es lo mejor, ello depende de cada subjetividad”, explica Renata Ortega, terapeuta sexual y de parejas.
Para la experta, lo “placentero” en sexualidad no es una definición única y tampoco hay que seguir consejos, aun cuando sean las mejores amigas. “Ahora bien, lo que sí es importante es que la cualidad de la intimidad sexual sea algo escogido por la propia persona. Si alguien sólo está al servicio del placer de su pareja y eso la hacer sentir incómoda o se percibe a sí misma en una posición disminuida, entonces eso no es placentero y no la hará sentir satisfecha. Si una se queda relegada en la acción sexual, queriendo participar, entonces eso también nos hará sentir insatisfechas”.
Para resolver qué hacer frente a una situación así, Ortega aconseja que: “Lo primero es preguntarse si lo que se hace en la cama es bueno para una y si realmente es lo que se desea. Eso nos entrega información relevante para decidir”.
Las causas
Para lograr el placer individual, y junto a otro, es necesario conocernos íntimamente. Esto significa, averiguar por qué ciertas situaciones de la vida sexual son incómodas o generan ruido, entenderlas y ver la manera de resolverlas.
Al respecto, Rolando Sepúlveda González, psicólogo y académico, señala que “ante un problema de goce sexual las causas posibles son diversas, no obstante, una de las que emerge con mayor fuerza se relaciona a un estilo de crianza donde predomina el machismo, o al menos, desde una mirada que excluye a la mujer de una validación de su propia satisfacción. De esta forma, la mujer identifica un rol secundario en cuanto a la injerencia sobre su satisfacción en diversas áreas del desarrollo, por lo que se genera una dependencia de un otro para lograr dicha satisfacción”.
El especialista argumenta que también es posible que existan traumas y/o acontecimientos difíciles de sobrellevar que pueden haber ocasionado que las instancias de satisfacción queden fácilmente de lado como un mecanismo de protección frente los hechos previos. En el proceso de introspección y en la búsqueda del placer es fundamental reconocerse como sujeto digno de sentirlo. Así lo sostiene María Alejandra Martínez Vilches, psicóloga de Clínica Santa María, quien explica que esto se relaciona con el reconocerse a una misma. “La masturbación y el conocimiento propio son fundamentales. La creación de un espacio de intimidad con una misma es parte de reconocer que cada una merece sentir placer, sola o acompañada”.
En relación a cuáles debieran ser las condiciones para sentir placer junto a la pareja, la terapeuta señala que existen dos componentes necesarios: el primero, es sentirse cómoda en la relación, esto implica ser valorada y respetada, y no solo esperar que el otro/la otra lo haga, sino una misma otorgarse ese lugar digno de derechos; y segundo, debe existir una comunicación sincera y fluida con la persona con que se establece ese vínculo. “Querer satisfacer al otro es un acto sincero y honesto, pero también un atentado a la propia individualidad. Y en el ejercicio de este acto estaremos siempre destinadas a sentir insatisfacción y finalmente un profundo malestar que no permitirá ejercer el legítimo derecho de vivir una sexualidad plena”.
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