LA PREGUNTA:

“Tiendo a asumir problemas de mi pareja, amigos y familia como propios cuando no son mi responsabilidad, pero así lo siento y eso me genera mucho estrés y ansiedad. No sé por qué lo hago ni cómo dejar de hacerlo”.

María, 28 años.

LA RESPUESTA

“Muchas de las personas que tienden a actuar de esta manera lo hacen inconscientemente, como una forma para recibir aprobación, reconocimiento o, de plano, afecto. Aprendieron desde pequeñas que la manera de ser vistas era siendo útiles para los demás. Se podría decir que perciben la valoración de los otros sintiendo que hacen algo por ellos, ya sea tomando responsabilidad en sus tareas y/o relaciones, así como también sosteniéndolos emocionalmente. Suelen estar en una posición central para la vida de los demás porque terminan resolviendo y haciendose cargo de lo que los otros no asumen, generando relaciones poco saludables o de dependencia”, explica psicóloga transpersonal y Maestra de Registros Akáshicos ARCI, Claudia Pinto Rebello (@psicologia_registrosakashicos).

Esta forma de actuar responde a varios factores, como buscar valoración, afecto y reconocimiento. También es común que estas personas tengan la necesidad de controlar lo que sucede a su alrededor para sentirse más seguras, pues no saben lidiar bien con la incertidumbre, que les genera ansiedad y estrés. Todo esto de modo inconsciente. “El origen de este comportamiento tiene relación con el ambiente familiar en el que se criaron y sus experiencias de la infancia, la relación con sus padres y cómo aprendieron a lidiar con las distintas situaciones de la vida y personas (…) Se trata de rasgos de carácter que se han moldeado por las experiencias y factores ambientales, sociales y/o culturales”, agrega Claudia.

Lo tuyo es tuyo, lo mío es mío

¿Cómo separar entonces cuándo me corresponde asumir una responsabilidad? ¿Cómo detectar si me estoy pasando de la raya? Muchas veces estas personas no se dan cuenta que están absorbiendo de más hasta que se sienten sobrepasadas por la carga.

“Primero debo mirar aquello que es una necesidad básica para mí misma. Puedo preguntarme: ¿qué necesito para sentirme en paz, tranquila y satisfecha? Esto va desde lo más concreto, como las necesidades básicas (fisiológicas), de seguridad (física y económica); las sociales (de pertenencia), estima (reconocimiento), hasta llegar a las de autorrealización. Cuando conozco mis necesidades las puedo distinguir de las necesidades de otro”, determina la psicóloga.

Lo anterior responde a la clásica pirámide de Maslow, que Claudia Pinto considera de gran ayuda en este caso. Se trata de una teoría de motivación que nació en los años 40 y plantea que es posible alcanzar el éxito personal (la autorrealización) cuando vamos cubriendo los distintos niveles de necesidades que atravesamos. Estos responden a un orden de prioridades que comienzan con:

1. Necesidades básicas: Responden a las necesidades fisiológicas de un individuo, tales como alimentarse, respirar, hidratarse, vestirse, vida sexual, etc.

2. Necesidades de seguridad: Contar con salud, dinero, vivienda que me permitan sentirme a salvo.

3. Necesidades sociales: Sentimiento de pertenencia a un grupo (familiar, de amistad, pareja, compañeros de trabajo, etc.)

4. Necesidades de estima: Están relacionadas con el reconocimiento, aquí se encuentran las metas financieras, independencia, la confianza, etc.

“Una vez a la semana y durante un periodo de tres meses, puedes preguntarte si las necesidades que se mencionan en esta pirámide están satisfechas o no, y visibilizar cómo me estoy haciendo cargo de cada una de ellas. Pregúntate qué necesitas para satisfacerlas. Podrías agregar a esta reflexión qué está demandando tu energía y atención. Aquí sería bueno incorporar otras preguntas: ¿por qué me hago cargo de los problemas de otras personas? ¿qué espero recibir de esa persona cuando realice esta tarea? Ese es un punto de partida que conducirá a un trabajo de introspección, el que preferentemente debería ser guiado por una terapeuta para que puedas ver tus puntos ciegos y acompañarte en este proceso de cambio”, sugiere la psicóloga.

Por último, como todo proceso, esto requiere de tiempo y paciencia. “Reconoce tus logros y no te castigues en tus faltas. Es importante generar un trabajo de autovaloración personal y visibilizar todo lo que tienes para darte a ti misma. Con esto puedes participar en tus relaciones de afecto desde un lugar más enriquecedor, teniendo mucho para dar a los demás sin perderte a ti misma”, cierra Claudia Pinto.