LA PREGUNTA

Hace unos días a mi hija le llegó su primera menstruación. Fue un momento muy raro, porque toda la vida había pensado que cuando ocurriera no iba a caer en el típico lugar común que a mí también me dijeron: “ya no eres una niña, eres una mujer”. Quería que fuese algo natural, pero hice todo lo contrario, me quedé medio paralizada y no supe muy bien qué decir. Sé que ella debe estar llena de dudas y me gustaría darle el espacio de confianza para que me pregunte, pero sé que eso va a pasar si yo doy el primer paso. Es por eso que me gustaría saber cómo debería hablarle.

Carla Aravena, 44 años.

LA RESPUESTA

La educadora menstrual Camila Camacho se dedica a enseñar a las mujeres en edad escolar sobre este tema con el objetivo de normalizar la menstruación. Además, realiza talleres en los que diferentes mamás hablan sobre menstruación y cómo abordarlo con sus hijas, y en donde la mayoría reconoce haberles dicho cuando menstruaron: “Bienvenida, ya eres una mujer”. Cuando lo cuentan, Camila les pregunta: ¿Y qué eran antes sus hijas? ¿Las que sangraron a los nueve, pasaron a ser adultas? ¿Las que lo hicieron a los 17 antes eran niñitas? “La idea de que empezamos a ser mujeres después de menstruar responde a que antiguamente significaba que las mujeres ya se podían casar. Aunque hayan pasado cientos de años, el discurso sigue siendo el mismo, no porque las cosas no hayan cambiado, sino porque la ignorancia sobre la menstruación se mantiene intacta”, asegura.

“Casi toda la información que recibimos desde niñas sobre el tema está basada en la vergüenza y la humillación. Conozco muchas mujeres que la primera vez que menstruaron se asustaron, incluso algunas que se han desmayado. Esto pasa porque nadie nos habla normalmente del tema, porque nos enseñaron a catalogarlo como una enfermedad o algo que nos desvalida. Y también a ocultarlo. Aprendemos a usar las compresas como si fueran drogas y tuviésemos que traficarlas. A sentir vergüenza si un hombre se entera. A adornarla con nombres como regla”, dice Camacho.

La ginecóloga pediátrica de la Clínica Las Condes, Carolina Pastene, explica que la menarquia, como se conoce la aparición de la primera menstruación, más que transformar a las niñas en mujeres marca el término de la pubertad para dar paso a la adolescencia. Y viene de la mano de varios otros cambios. “La pubertad se inicia con la aparición del botón mamario en las niñas, y esto ocurre generalmente entre los 9 y los 11 años. Luego viene un aumento en el crecimiento de la mama, la aparición del vello púbico y finalmente, por lo general dos años después, llega la primera menstruación”. En este momento se generan una serie de cambios físicos: desarrollo de la cintura, redistribución de la grasa corporal y cierre del cartílago de crecimiento, señales de que su organismo ya está sexualmente maduro.

En Chile, el promedio de edad de la primera menstruación es a los 12 años. Se considera prematuro si ocurre antes de los 8 y tardío, después de los 14. En este rango etario, además del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, es muy probable que las niñas sufran cambios emocionales y conductuales. “Las hormonas femeninas, que abundan en este periodo, tienen un impacto en el desarrollo neurológico. El cerebro también madura, al igual que el resto del cuerpo, y las personas empezamos a pensar de otra manera. Uno de los primeros cambios es que dejamos de ser tan literales y comenzamos a entender información más abstracta. Es una etapa en la que las niñas son más cambiantes, más lábiles emocionalmente”, dice María Pía Castro, psicóloga infanto-juvenil de Clínica Santa María.

Por eso –agrega la ginecóloga– es relevante que las mamás cuenten con información para poder explicarles, de la manera más natural posible, los cambios que pueden experimentar. Una de las cosas a las que le temen las niñas es a sentir dolor, pero sentir dolor no es normal. “El nombre técnico del dolor menstrual es dismenorrea, que clasificamos en primaria o secundaria. La primera se refiere al dolor propio asociado a los cambios del ciclo y la segunda es consecuencia de otro problema en el aparato reproductivo. Ninguna de las dos es común en el primer año después de la menarquia; por eso, si una niña tiene un ciclo menstrual muy doloroso, lo más probable es que tenga un problema asociado”, dice. Lo que sí es común en esta etapa es la irregularidad. “Los primeros ciclos menstruales en la vida de una mujer son más largos. Se cuenta como día 1 del ciclo cuando comienza el sangrado y termina con el inicio de la siguiente menstruación. En una mujer adulta pueden durar entre 23 y 35 días, el promedio es de 28; en cambio en una adolescente los ciclos más cortos son de 21 días y los más largos, de hasta 45 días”, agrega la especialista. Esto se explica porque los ovarios no ovulan todos los meses.

Tener esta información clara les permite a las madres enfrentar este proceso con naturalidad y les ayuda a las niñas a entender mejor su cuerpo. Camacho dice que en el discurso también es importante dejar de ver la menstruación como algo que tenemos que ocultar. “Decirle regla o enfermedad repercute en la manera en que nos relacionamos con ella”. Las niñas tienen que entender que es algo completamente natural, de lo que no se deben avergonzar ni que tampoco algo que las debe paralizar durante los días que dure.

Y la ginecóloga concuerda: “A las niñas les recomiendo las aplicaciones móviles, primero, para llevar un registro de salud de sus ciclos, pero también para generar un espacio de información y conversación. Finalmente, esto es lo más importante al momento de enfrentar un proceso tan natural como la menstruación: conversar con las niñas, prepararlas para este hito que marca un antes y un después, que conozcan sus ciclos y su cuerpo. Si están informadas, siempre lo vivirán con mayor normalidad”.