LA PREGUNTA:

Vivo en el extranjero hace 5 años y cada vez que vengo a Chile de visita me tengo que ‘tragar’ un montón de preguntas de carácter personal que siento súper invasivas. La verdad es que siempre ha sido así, pero como afuera nadie te pregunta nada, se me olvida y me resulta incómodo y no necesariamente porque puedan ser temas delicados, sino que simplemente siento que no les incumbe.

María Pía, 35 años

LA RESPUESTA:

Hay varios factores que impulsan tanto las preguntas personales como las opiniones no solicitadas. Lo primero es el concepto de otredad o alteridad, “esto quiere decir que nos visualizamos como distinto a otro cuando ese otro contrasta con aspectos de nosotros mismos. Esto sucede por ejemplo cuando uno se sitúa con grupos de amistades distintos a los que ha tenido, cuando uno se independiza de los padres, después vuelve y se da cuenta de que hay muchas mentalidades o prácticas que uno ya no tiene incorporadas. En el caso de la lectora, me hace sentido que otras personas chilenas, al ver a esta mujer que vive en el extranjero sientan curiosidad por esto como exótico o nuevo de esta otredad, porque esta mujer pese a ser chilena, ha incorporado y se ha nutrido de otra cultura”, explica el psicólogo social comunitario y docente en temas de género, identidad y diversidad cultural de la Universidad Adolfo Ibáñez, Sebastián Sazo Soto.

Y si bien la curiosidad e interés que uno pueda sentir es completamente natural, considerar que todos los temas son abordables tiene que ver con una cultura colonizante que forma parte de nuestra historia. “Muchas veces en las conversaciones intentamos colonizar, es decir, ¿queremos averiguar sobre esto nuevo, lo exótico o queremos reafirmar lo que ya traemos previamente como cultura? (Estas preguntas) pueden ocurrir también para reafirmar historias de vida o preferencias”, agrega el psicólogo.

Abordar la incomodidad

Ahora bien, una cosa es entender por qué los demás pueden sentir interés o curiosidad y otra muy distinta es lo incómodas que pueden resultar algunas preguntas, más aún cuando no existe la confianza para hacerlas o recibirlas, o se trata de temas sensibles. “Se puede abordar la incomodidad y decir que no me siento cómoda con esta pregunta. Establecer límites de forma respetuosa y amable para que la otra persona pueda entender que le molestó que le hicieran esas preguntas. Y obviamente según el contexto y la reacción de la persona ir graduando la intensidad con que se establece ese límite. Utilizar el humor también es una forma de salir del paso ante estas preguntas, que muchas veces, aunque sin mala intención, pueden venir con un poquito de cizaña”, sugiere Sazo.

Siempre es recomendable mantener activo el auto diálogo y preguntarse internamente qué puedo hacer ante esta pregunta que me incomoda o me molesta. “No tienes que explicar el porqué es sensible o delicado ese tema. Tampoco es necesario ir a la defensiva, por ejemplo, si es un tema que te desborda o te detona también es válido decir ‘en este momento no quiero hablar de esto, lo que me acabas de preguntar me descolocó y es un tema sensible para mí’. Eso sí, es bueno retomar en algún minuto el contacto y poder dar una conclusión a esa incomodidad y así evitar que se repita la pregunta y que la otra persona entienda que no puede preguntar sobre ese tema”, dice Sebastián.

Empatizar

La empatía es muy importante a la hora de hacer y/o responder una pregunta ‘incómoda’. Asimismo, resulta importante que nos eduquemos como sociedad respecto a la importancia que tienen algunos temas en otros. Hay momentos y personas para hacer ciertas preguntas. “Esto que plantea la lectora es algo que ocurre cotidianamente en nuestras relaciones y es importante tener cuidado de cómo se hacen ciertas preguntas y empatizar con el otro, entender la posición incómoda cuando te hacen ese tipo de preguntas. Así como entender que muchas veces esta pregunta viene sin una mala intención”, reflexiona el especialista.

“Un consejo es aprender a preguntar si se puede hablar de ciertos temas; puede ser positivo y quitar mucha presión. Que sea un acuerdo mutuo y no llegar y lanzar la pregunta porque hay asuntos que al otro no tienen por qué importarle y los límites o lo que hace sentir incómodo a alguien es relativo para cada persona”, concluye.

Lee también en Paula: