“Llevo más de seis años trabajando en el mismo lugar y desde que entré, sentí la mala onda del grupo de mujeres de la oficina. Traté de acercarme a ellas sin ser tan invasiva y colaborando con la mejor disposición, pero nada de eso sirvió. Veía cómo se iban a almorzar sin mí y cómo planeaban salidas fuera de la oficina sin incluirme. En un comienzo, pensé que era cosa de tiempo y que luego me integrarían, pero no fue así.

Me han acusado de cosas que no he hecho y han inventado todo tipo de mentiras sobre mí, incluso me han indispuesto con otros compañeros con los que tengo una excelente relación. Esto llegó a tal punto, que tuve que hablarlo con mi jefatura, quien alguna vez nos reunió para resolver los problemas de convivencia laboral, y estuvimos algunos meses un poco mejor, pero luego, todo fue como antes. Esta situación no solo ha afectado mi rendimiento sino que también mi lado emocional, y aunque me doy ánimo porque necesito el trabajo, siento que en todo momento estoy a punto de colapsar.

Hoy, que estamos trabajando de manera remota, siento un gran alivio porque no las veo más que en las reuniones de coordinación online, pero sé que en algún momento regresaremos de forma presencial y eso me angustia. La verdad es que no sé qué más hacer para que esto mejore. Me da pena creer que la relación entre mujeres en los trabajos es del terror. Siento que debiese haber más solidaridad entre nosotras”.

Camila, 35 años

LA RESPUESTA

“Tenemos que considerar que el ambiente laboral es uno de los escenarios más relevantes en la vida de un adulto, pues es donde pasamos gran parte del día. Por lo mismo, si este no es bueno y no nos nutre, nos afectará de todas maneras en muchas aristas como, por ejemplo, en la motivación, la disposición, la identificación con la compañía, en las relaciones interpersonales, entre muchas otras áreas”, explica Paulina Ríos, psicóloga laboral (@ps.paulinarios). La experta además aclara que la complejidad en las relaciones interlaborales no pasa necesariamente por un tema de género. Según ella, esta puede responder a liderazgos mal llevados, a una falta de herramientas de la cultura organizacional, a un pobre sistema de comunicaciones internas, a una definición poco clara de los cargos y sus responsabilidades o a un mal ambiente laboral. “De ser ese el caso, la complejidad en las relaciones laborales se dará entre colaboradores –sean hombres o mujeres- y dependerá de las herramientas y recursos que cada uno de ellos tenga de manera individual para hacer frente a la situación”.

En el trabajo existen dinámicas que atentan contra la seguridad psicológica de los individuos, y otras que favorecen la competitividad sin colaboración. Al respecto, la coach Astrid Haardt sostiene que tanto hombres como mujeres enfrentan dificultades para establecer relaciones en el trabajo, y en ambos géneros las pugnas son parecidas: luchas por el poder, por el reconocimiento e influencias, por la eficiencia versus la ineficiencia, por el fondo y la forma. “Nuestra cultura ha desarrollado en el pasado estereotipos ligados a cómo debería comportarse una mujer en el trabajo, sin embargo, desde la investigación científica, tanto hombres como mujeres pueden exhibir conductas más ligadas a las tareas o las relaciones, ser más extrovertidos o introvertidos. En muchas ocasiones la complejidad en las relaciones tiene que ver más con poseer o no herramientas para manejar la diversidad, tanto de estilos de comportamientos, de motivaciones en el trabajo o de manejo de los paradigmas impuestos por la sociedad”.

Lo cierto es que las relaciones en un grupo de trabajo se hacen complejas cuando las personas no están satisfechas y perciben que el trato que reciben no es justo. Es así como, en ambientes con mayores niveles de estrés sale lo peor de cada individuo. “Según algunas investigaciones, las mujeres perciben que en los trabajos no son tomadas en cuenta, que se les pregunta menos sus opiniones y cuando las dan, no son escuchadas. Esto genera frustración, lo que puede provocar que se muestren más competitivas pues perciben como más duro el conseguir un lugar en la organización”, sostiene Ninoshka Fasce, directora del Magíster de Gestión de Personas, de la Universidad Mayor, quien agrega que: “Hombres y mujeres, se sienten cómodos confiando en sus pares, son más productivos, tienen mayor compromiso cuando existe seguridad psicológica”.

El desafío de ambientes laborales sanos

Es cada vez más frecuente que los profesionales, al momento de buscar trabajo, prefieran empresas pequeñas pero reconocidas por su buen ambiente laboral, que grandes compañías con ambientes nocivos. Esto, porque el lugar de trabajo es uno de los escenarios más relevantes en la vida de una persona, por lo que pasarlo mal en él ya no es una posibilidad. Un escenario tan determinante en nuestras vidas, que de acuerdo a un estudio realizado por Laborum el año pasado, el 43,8% de las trabajadoras considera a sus compañeros como amigos, vínculos que van más allá del horario laboral.

“Si bien los lazos los generan las personas, creo que las empresas pueden colaborar bastante en ello. Por eso, debieran invertir en sus recursos humanos y realizar coaching, espacios de capacitación, charlas de interés, definir con claridad los roles y las descripciones de los cargos, para así evitar la superposición de tareas que a veces generan pugnas o recelos profesionales; espacios laborales cómodos y acogedores, y facilitar momentos de esparcimiento y recreación con el equipo”, señala Ríos.

La profesional sostiene que cada uno de los trabajadores cumple un rol fundamental para ayudar a que esas relaciones se gesten. “Cosas pequeñas como saludarnos por el nombre, levantar la mirada del teclado o del celular cuando mi compañero me está hablando, sonreír, felicitar en público, llamar la atención en privado, reconocer los logros del otro, ofrecer ayuda proactivamente, celebrar fechas importantes, son algunas de las tantas medidas que pueden beneficiar relaciones laborales saludables. Finalmente, no está demás agregar que, al igual que en cualquier otra relación, en el trabajo hay elementos básicos tales como el respeto, la comunicación, aceptar la diferencia como parte de la riqueza de la institución y no verla como una amenaza. La flexibilidad y la empatía son elementos que sin duda favorecen la generación de vínculos positivos”.

Carlos Pérez, psicólogo laboral y gerente de Augura Advices, cree que los lazos de amistad en el trabajo son necesarios porque son una manera de generar relaciones positivas, al percibir que un determinado amigo o amiga requiere alguna ayuda particular. “El solo hecho de saberlo nos permitirá entregar nuestra solidaridad y apoyo, aspectos que sin duda generan ambientes laborales positivos”.

En tiempos de pandemia y trabajo remoto, la construcción de vínculos entre los trabajadores es un nuevo escenario y desafío para las empresas. Así lo cree Astrid Haardt, quien sostiene que “debido a que la pandemia ha traído un mayor desafío en la gestión emocional es esencial desarrollar la resiliencia, la tolerancia entre nosotros mismos y los demás, y a la vez generar espacios para la contención de otros”. Para muchos el trabajo a distancia ha significado la destrucción de los vínculos afiliativos y de pertenencia, y frente a ello, algunas empresas incluso han incorporado líneas telefónicas para contener psicológicamente a sus colaboradores. Al respecto, Fasce, comenta que los líderes que han tenido éxito gestionando equipos a distancia y que han logrado mantener vivo el propósito y el compromiso están incorporando en la rutina semanal espacios de conversación y eventos lúdicos donde los trabajadores puedan reírse y conocerse. “Los buenos líderes además de propiciar que existan espacios de tiempo para relajarse juntos, fomentan el uso de herramientas de gestión que agiliza el trabajo colaborativo, gracias a lo cual las personas puede ser igual o más eficientes, invirtiendo menos tiempo, lo que les permite respetar los espacios de desconexión”.