LA PREGUNTA
Siento que el sexo se ha vuelto aburrido con mi pareja y no sé cómo abordarlo con él. ¿Cómo puedo contárselo sin herirlo?
Carolina, 50 años
LA RESPUESTA
“Lo primero que debemos entender es que el deseo sexual femenino y masculino, en muchos casos, es tremendamente contextual al clima emocional de la persona y de la relación de pareja. Esto quiere decir que si hay conflictos no resueltos, resentimientos o situaciones reiteradas que generen tristeza, miedo, inseguridad o mucho estrés, es muy probable que el deseo sexual se vea afectado. También interfieren estados individuales como sentirse deprimidos o fuertemente estresados por diferentes circunstancias de la vida.
Por otro lado, una práctica sexual poco estimulante, donde el juego erótico es pobre y las caricias no son adecuadas para aumentar la excitación, influyen en la disminución del deseo.
Dicho eso, es importante que antes de abordar una conversación al respecto con el otro primero se identifiquen las causas individuales del por qué, para así tener las ideas muy claras en la conversación. Luego, es importante pedirle a la pareja un momento para hablar sobre el tema. Lo mejor sería agendarlo para que ambos se preparen y estén con buena disposición a escuchar y resolver. Es importante empezar comunicando lo que me pasa en primera persona y no poniendo el problema en el otro, es decir, elegir frases como ‘a mí me ha pasado que’ o ‘yo estoy sintiendo que’. Hacerle peticiones concretas a la pareja que pudieran ayudar, como por ejemplo ‘quisiera probar un juego previo más largo’ o ‘quisiera que antes tuviéramos un momento de relajo y conversación”, aconseja Andrea Gómez Seguel, psicóloga y especialista en pareja y sexualidad.
La relación de pareja y el deseo sexual son como una montaña rusa de emociones y momentos: a veces se está bien, otra mal. También hay pasión y etapas de cansancio. Así lo cree Paulina Pérez, psicóloga de VidaIntegra quien sostiene que “al principio de una relación se espera mayor deseo sexual debido a que la etapa de enamoramiento ayuda a aumentar las hormonas femeninas y masculinas en cada caso. Hay más coqueteo y pololeo, lo que favorece también el vínculo, la oxitocina y otros elementos agradables. Luego de dos años aproximadamente, estas hormonas mayormente revolucionadas tienden a calmarse y entonces se empiezan a descubrir los defectos del otro. Aquí, regularmente se decide si se quiere seguir o no con la relación, y pasan de enamorarse a amarse con más madurez y decisión. Se conocen más en lo sexual y hay más confianza, sin embargo, si no continúan conquistándose, caen en la monotonía y es posible que también decaiga lo sexual. Por eso, se sugiere luchar siempre por el vínculo que se ha formado y preocuparse de si el otro está satisfecho(a) o no, de tal manera que el tiempo los potencie en vez de aburrirlos”.
Cuando dentro de una pareja uno de los dos se siente aburrido, lo peor es callarse por el hecho de que al hablarlo se pudiese herir al otro, negarlo, minimizarlo, pensar que se resolverá solo o empezar a cuestionarse el amor. “Los errores más comunes cuando ocurre esto en la pareja son no ser sinceros, tener vergüenza o pudor de enfrentar algún tema sexual, no creer que el otro puede cambiar, no enseñarle el camino que se está necesitando, exigir, molestarse, incluso manipular al otro para que cumpla las propias expectativas, desmotivarse y empezar a cubrir necesidades sexuales por sí sola o teniendo conductas infieles”, dice Paulina Pérez.
Mejorar la relación de pareja implica también desarrollar una buena comunicación sexual, es decir, hablar de sexo, de lo que les pasa a cada uno y de lo que les gusta y lo que no. “Si hay dificultad para identificar las causas, desarrollar una buena comunicación o hay conflictos de pareja que no logran resolver solos, entonces es mejor buscar ayuda terapéutica”, recomienda Andrea Gómez Seguel.
La cama: Un problema de expectativas
Comprendiendo que los ideales sexuales que se aprenden en la vida en general están basados en mitos, conversaciones de amigos, películas de Hollywood o en la pornografía, muchas parejas esperan que sus relaciones sexuales se asemejen a ello. “Sin embargo, el sexo real tiene otros ritmos e intensidades que cada pareja desarrolla y que no se centran en practicar una ‘gimnasia sexual’ basada en el desempeño y rendimiento. La idea es lograr un encuentro erótico y lúdico, donde ambos van dispuestos a disfrutar sin objetivos fijos”, señala Gómez.
Al respecto, Gianella Poulsen, psicóloga y terapeuta de pareja y sexualidad de la Red de Salud UC Christus señala que “me parece que ayudaría mucho si las parejas pudieran hacerse algunas preguntas para conocerse mejor, y desde ahí, manejar las expectativas que tiene cada uno para poder abrir la sexualidad y la intimidad en la relación. Algunas de esas preguntas podrían ser: ¿qué significado le dan al sexo?, ¿qué sentimientos les surgen junto con el sexo?, ¿qué esperan sentir?, ¿cómo era tratado el sexo en sus familia?, ¿cuáles fueron los hechos importantes que determinaron la sexualidad de cada uno?, ¿qué es lo que les gustaría experimentar sexualmente?, ¿a qué le temen?, ¿qué hace que se repriman?, ¿cómo es el guión erótico que les acomoda mejor?, ¿aprendieron a experimentar placer, a confiar en los demás y a recibir?, ¿aprendieron a sentirse a gusto con su cuerpo y con su sexualidad?, ¿qué les excita y qué les repele?, ¿qué les atrae y qué les resulta indiferente?, ¿cuánta intimidad pueden soportar?”.
Para la especialista es importante que una pareja logre sentir un vínculo seguro en el que puedan desnudarse física y emocionalmente con comodidad frente al otro, cultivando momentos cotidianos de conexión emocional y de erotismo. “El amor y el deseo en la vida de pareja se instalan en un doble juego entre la necesidad de seguridad, previsibilidad, estabilidad por un lado y la de búsqueda de novedad, aventura, cambio y la sorpresa por el otro. El deseo se alimenta de curiosidad e imaginación”.
Sobre qué debe suceder en la vida cotidiana de una pareja para que fluya el sexo en la cama, Paulina Pérez señala que: “Tienen que ser buenos amigos, hacer actividades juntos, entretenerse, salir, cambiar a veces la rutina del coqueteo o tener nuevas citas, regalarse detalles (nunca está demás), reírse juntos, que no todo sea ajetreo cotidiano e hijos, si es que los tienen. También darse besos apasionados, hacerse cariño con caricias y palabras que demuestren afecto. En definitiva, tiene que existir espacio de apego y fortalecimiento del vínculo”.