Nuestras lectoras preguntan: ¿Con quién deben pasar la Navidad nuestros hijos?

Maternidad Paula

La maternidad, al ser un mundo desconocido para quienes se enfrentan a ella por primera vez, viene llena de preguntas e incertidumbres. En Paula queremos acompañarte en este proceso muchas veces complejo, buscando las respuestas a tus inquietudes.




LA PREGUNTA

Me separé de mi marido este año. Tenemos dos hijos y, aunque hasta ahora hemos manejado bastante bien el tiempo que cada uno pasa con ellos, todo se hace más complejo cuando se trata de fechas especiales como la Navidad. De hecho, fue la primera vez que tuvimos una discusión al respecto, porque ambos queremos pasarla con los niños. En un momento pensamos incluso estar todos juntos ese día, pero no sé si eso pueda confundirlos.

María José Gallegos, 38 años.

LA RESPUESTA

Gabriela Ojeda Coquedano, psicóloga clínica y psicoterapeuta especializada en el acompañamiento de mujeres en el proceso de separación a través de @divorcioconhijosfelices, dice que en estos casos es necesario tomar decisiones conscientes y pensar en lo que les hace menos daño a las niñas y niños. “A veces, en el intento de encontrar una solución que los deje felices, caemos en la tentación de decidir pasar la Navidad todos en familia, lo que podría ser una buena opción sólo si la ruptura está resuelta para la madre y el padre, es decir, tienen claro lo que sienten como ex pareja. Y también si son lo suficientemente claros para transmitir el mensaje correcto a las niñas y niños, porque de lo contrario, ellos podrían confundirse y tener la ilusión de que los papás van a volver”, explica.

Pero dice que la mayoría de las veces no es así. “Tiene que pasar tiempo e incluso a veces nunca se logra tener una relación cordial y sin confusiones. Entonces, si forzamos las cosas y decidimos pasar una fecha como ésta en familia, lo que estamos haciendo es de cierta forma negar la separación, lo que puede ser emocionalmente muy peligroso. Se genera una ‘realidad burbuja’ que muchas veces tiene que ver con no querer enfrentar el dolor y lo que perdemos en una separación”, agrega Gabriela.

Y esto ocurre porque en situaciones como un divorcio, las personas tenemos diversos sentimientos que no solo salen de manera explícita. Gabriela plantea que “es difícil ser consciente de lo que sentimos y no confundirse. La Navidad suele ser una fecha especial, un momento lindo y se pueden remover sensaciones que nos pueden llevar a pensar si esa escena, que se ve idílica, significa que lo que llevó a separarnos puede resolverse. Son tentaciones naturales en los seres humanos. El problema es que muchas relaciones se sostienen en pequeños momentos buenos cuando el 90% del tiempo no es tan bueno”.

Por lo tanto, si se decide pasar una fecha como esta en familia, hay que ser muy conscientes respecto de lo que sentimos, que no exista el ánimo encubierto de volver y sobre todo dándoles a los niños la posibilidad de preguntar lo que quieran para que tengan sus mentes muy claras. De lo contrario, lo mejor es llegar a acuerdos que busquen un equilibrio. “Les podemos preguntar a las niñas y niños lo que prefieren, es una buena opción, pero en esos casos hay que considerar los lenguajes no verbales. Hay que cotejar lo que preguntamos con lo que vemos. Hay niñas y niños que son abiertos y claros para plantear lo que quieren, pero hay otros que piensan en complacer y cuidar a los padres y entonces podrían responder lo que ellos suponen que los padres quieren escuchar”, aclara Ojeda.

Y agrega que la solución ideal se debería co-construir. “Muchas parejas optan por dividir la noche del 24 de diciembre con uno y el 25 con el otro, pero en todas esas decisiones no se debe perder de vista el interés de las niñas y niños. Porque aunque exista un acuerdo, puede ser que la niña o niño lo esté pasando tan bien que no se quiera ir al otro lado y en esos casos es bueno ser flexibles y por sobre todo conversar, acompañarlos y contenerlos en las emociones que esto les vaya generando”.

Cuando los adultos no se abren a la posibilidad de flexibilizar es porque están en una dinámica de competencia entre ellos que es dañina para los chicos. “Por eso las personas que se separan tienen que hacer el ejercicio de entender que es un proceso que tiene pérdidas asociadas, que hay que transitarlas y que ese tránsito se hace justamente masticando lo que duele”, explica la psicóloga. Y concluye: “Pero no por eso nos tenemos que quedar pegados en la pena y pasar la navidad que no nos toque con los niños, solos en una pieza oscura llorando. De repente cuando nos transformamos en mamás o papás se nos distorsiona tanto la identidad, que olvidamos lo que éramos antes de tener hijos. Esta podría ser una buena oportunidad para conectar con esa mujer o ese hombre que era antes de ser madre o padre, y hacer un panorama distinto”.

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