LA PREGUNTA
No soy una madre muy preocupada de lo académico. Es más, elegí un colegio donde se privilegia más lo social, las habilidades blandas que lo estrictamente pedagógico. Tengo un hijo en quinto básico que este año ha logrado hacer, dentro de su ritmo y con el apoyo que le puedo dar, parte de las tareas que le han enviado desde el colegio. Mi duda tiene que ver con mi hija menor, a quien este año le correspondía hacer Kínder, y que no ha querido hacer ninguna actividad de las que le han mandado. El paso a primero básico implica una serie de cambios en su colegio: pasan al patio grande, ya no están protegidos en su patio pequeño, tienen que comer e ir al baño solos, entre otras cosas. Creo que Kínder es relevante para ese cambio, por eso no sé si sería conveniente que el próximo año repita el año.
Pía Abarzúa, 32 años.
LA RESPUESTA
La psicopedagoga y orientadora de Clínica Santa María, Bretta Palma, dice que lo primero que haría es un llamado a la calma a los papás. “Sabemos que estamos en un modo emergencia. Como padres no todos tenemos las habilidades para guiar a las niñas y niños en el tema pedagógico o académico, entonces es probable que cuando no se tienen las habilidades, sumado a la ansiedad o preocupación de querer enseñar, pueden darse situaciones de pérdida de paciencia”.
Además, agrega que es importante entender que no podemos repetir algo que no hemos hecho. En ese sentido, “no debemos ver este 2020 como un año perdido, sino como un año ganado de vida y de otros tipos de aprendizaje”. Enfocarse en lo transversal –que tampoco está muy lejos del currículum del ministerio– que, sobre todo en la etapa preescolar, apunta a la formación personal y social, cuestiones que también aprenden en otros espacios fuera del colegio, como la casa. “Esta es la mejor instancia para enseñarles sobre la resiliencia y empatía. Para eso lo más importante es que los padres se quiten la culpa porque esta es una situación compleja también para los adultos y más importante que pasar ciertas materias, es que tengan espacios de encuentro, libres de estrés y que mantengan una sana convivencia dentro del hogar”.
La psicóloga infanto juvenil de VidaIntegra, Karina Navarro, explica que la repitencia se usa en el caso de no lograr los objetivos que plantea el ministerio o el mismo colegio. “Una niña o niño de Kínder que viene de un jardín o que hizo prekínder el año anterior, lo más probable es que ya tenga autonomía o esta vivencia de compartir y respetar su lugar de trabajo o el recreo, por tanto solo deberíamos reforzar un poco más en casa la autonomía. Sin embargo, si para un niño o niña que no viene con una estructura de colegio, que nunca asistió a un jardín infantil o a Prekínder, puede ser más complejo entrar a primero básico y quizás en ese caso particular hay que poner más ojo”.
El retorno al colegio y a la vida en general, va a tener que ser un proceso en el que hay que ir de a poco. Palma dice que hay niños que nacieron en la pandemia y probablemente van a estar hasta los ocho meses sin conocer el entorno. “Y lo mismo va a pasar con los niños en edad escolar que se van a enfrentar a esta vuelta al colegio en algún momento, pero tiene que ser un proceso lento. El ingreso a primero básico, por ejemplo, debería ser conversado entre los padres y el colegio, y yendo de menos a más”, dice Bretta.
Desde la casa –agrega Navarro– lo que podemos hacer es prepararlos de a poco. “Trabajar autonomía y hábitos, hablar con ellos y contarles -siempre en positivo-, que cuando vuelvan al colegio o cuando entre a primero básico va a conocer nuevos amigos, que se tienen que cuidar y respetar, que van a poder jugar. Así la niña o niño comienza a visualizar esta situación”. Y los padres también. “Quizás con las mismas guías del ministerio, reforzar algunas cosas que se exigen en Kínder para que lleguen más preparados a primero. Pero entendiendo que el próximo año escolar no va a ser un año `normal”, agrega.
Además, en Kínder la promoción es automática, por tanto para repetir se requiere de un certificado del neurólogo que hable de su incapacidad para ser promovido. “No es decisión de los padres”, dice Navarro. Y Bretta concluye: “Cada niña o niño es un mundo distinto. Si hablamos de la generalidad se ha hablado de que es complejo que todos los niños repitan, pero obviamente hay que evaluar los casos puntuales. En el caso de preescolar, más que la incorporación de contenidos, las evaluaciones se basan en el desarrollo de habilidades que son necesarias para enfrentar las etapas que vienen, como es el primero básico. Puede que en esta etapa algunos niños desarrollen más o menos habilidades. Ahí hay que evaluar el caso particular”.