LA PREGUNTA
Tengo una hija de cuatro años a la que permití que escogiera su ropa desde muy pequeña. Sin embargo, esa decisión se ha vuelto un problema entre nosotras pues ella no permite que nadie más le diga lo que se tiene que poner. Me ha pasado que en días fríos ella quiere usar su polera favorita y no abrigarse más, y si yo intento ponerle un polerón hace pataletas. Recuerdo que mi padres eran muy autoritarios y jamás me preguntaban mi opinión, por lo tanto he tratado de criarla de forma distinta, y aunque sé que está bien que tome sus decisiones y que defina su carácter, no quiero que se transforme en una “pequeña tirana”.
Victoria (35)
LA RESPUESTA
“Desde temprana edad las niñas y niños comienzan a manifestar preferencias hacia objetos, situaciones o experiencias, las que constantemente nos comunican a través de conductas o acciones, que muchas veces nos cuesta entender e identificar. La canción infantil que suena una y otra vez, la película que conocemos de memoria, la prenda de vestir sucia que se niega a lavar, son ejemplos de dichas preferencias. Ser capaces de entender las señales respecto a sus gustos, validar la experiencia infantil, permitir la toma de decisiones, no solo potencia la autonomía en niños, sino que también fomenta su creatividad, favorece los procesos de aprendizaje y refuerza su autoestima”, señala Monier Villarreal, psicóloga y académica de la Escuela de Psicología de la Universidad de Las Américas.
Según la profesional, hacerlos decidir con qué colores pintar una figura, permitirles la elección entre dos prendas para abrigarse, dejarlos ensuciarse al jugar e identificar alimentos que no son de su agrado y permitir rechazarlos, son ejemplos de pequeñas acciones que pueden generar grandes cambios en los hijos e hijas. “Al negar la posibilidad de elección y decisión en la niñez, negamos la experiencia del niño o niña como un otro válido”, señala
Los niños desarrollan sus propios gustos desde edades muy tempranas, sin embargo, cercano a los dos años, o incluso un poco antes, se van dando cuenta de que son un ‘yo distinto’, desarrollando su capacidad para sentir, entender y hacer valer sus propias necesidades. La psicóloga Carolina Harris sostiene que: “Este proceso es muy importante en el desarrollo socio emocional de un niño o niña, sin embargo, para muchas madres y padres puede ser difícil lidiar día tras día con esto, pues requiere muchísima energía, paciencia y creatividad. En esta prueba de límites se hace muy desgastante regular a los niños y niñas en su frustración ante un ‘no’”.
La autonomía es una cualidad que se va desarrollando progresivamente en niñas y niños a medida que crecen, y esto exige la competencia parental formativa. Así lo explica la psicóloga Magdalena Calvo Foxley, quien señala que: “El aprendizaje se logra cuando hay un adulto disponible y sensible que logre leer este tipo de señales, manteniendo una visión confiada en las posibilidades del niño, pero a la vez disponible en brindar la ayuda oportuna”.
En ese proceso de autodescubrimiento los padres deben ser guías y sostén de ellos y ellas. De esta manera si en esas primeras “pequeñas decisiones” surgen también los primeros conflictos, los adultos deben ser capaces de mostrarles otros caminos. “Por ejemplo, si creemos que es problemático que elijan una ropa que no es adecuada para el clima, lo que se puede hacer es acoger su malestar, ayudarlo a calmarse y luego brindarle alternativas. Él o ella será quien escoja, pero les mostraremos posibilidades y negociaremos. En ese diálogo es importante cuidar la forma en que nos comunicamos, porque a veces un tono de voz severo o una reacción de enojo en el adulto puede incrementar la conducta defensiva en el niño o niña”.
Al respecto, Lorraine Lewis, psicóloga experta en maternidad y desarrollo infantil (mamapanda.cl) sostiene que “siempre es importante entender que nuestros niños son mucho más que una sola situación. No es la ropa que escojan, probablemente, son los límites o la forma de establecerlo en diferentes situaciones, lo que lleva a tener conflictos con los padres. Los problemas siempre tienen detrás una necesidad que no está siendo satisfecha, una dificultad en la comunicación y una diferencia entre expectativas”.
Crianza respetuosa
Una de las dificultades que enfrentan los padres de hoy al momento de criar es el establecimiento de límites. En el afán de que los hijos e hijas se desarrollen libremente, muchos no los establecen y con eso forjan relaciones conflictivas que nada ayudan a la salud mental de los futuros adultos.
Al respecto, Calvo manifiesta que: “Creo que formamos parte de una generación que intenta desprender de los modelos de crianza heredados de sus padres –tendientes a lo coercitivo y directivo– para acercarse a uno más cercano y respetuoso. En esa búsqueda a veces se cae en estilos permisivos. Me parece importante que la estructura familiar esté clara, en términos de roles: la asimetría tendría que basarse en la relación de cuidado y protección. El adulto es quien protege y cuida al niño y no viceversa. Desde el apego, el adulto es capaz de constituirse en refugio ante el estrés y base segura para la exploración. Esto requiere de sensibilidad para mirar y sintonizar con las necesidades de los hijos”.
Las especialistas sostienen que en el proceso de desarrollo de los hijos e hijas es importante el establecimiento de límites claros que no den paso a confusiones. Según Pamela Salvatierra, psicóloga clínica del Centro Integral Amanece, es fundamental que los padres no olviden que la relación padres e hijos e hijas debe ser asimétrica, por lo que es importante el establecer normas básicas de respeto a las figuras significativas, en este caso hacia los adultos. “Se les tiene que explicar que los padres siempre van a estar ahí para validarlos y contenerlos emocionalmente, pero que tienen que entender que hay ciertas normas que se deben de respetar porque de esa manera a los niños se les cuida y protege”.
Una crianza respetuosa, según Chile Crece Contigo, se basa principalmente en “ideas que invitan a criar de forma consciente, donde los límites se entienden como una forma de cuidado y no de represión, que busca dar respuesta a las necesidades fisiológicas, emocionales, afectivas y comunicativas de niños y niñas de manera integral, teniendo presente que ese niño o niña es un ser activo que descubre el mundo por sí mismo y que se sitúa como un sujeto de derechos”.
Lo cierto es que los niños y niñas tienen derecho a tener la posibilidad de decidir dentro de límites saludables, tienen derecho a opinar y a ser considerados como miembros de un hogar. Sin embargo, agrega Lewis, se confunde crianza respetuosa con ‘que el niño (a) haga lo que quiera’ y no es así. Es aprender a respetar los procesos de ellos y ellas con una mirada desde la neurociencia, esto es cómo impactan las acciones de sus padres en el desarrollo neuropsicológico de un niño. Por eso, aprender sobre nosotros es la gran clave para poder criar a nuestros hijos e hijas”.