Nuestras lectoras preguntan: Mi hijo adolescente se quiere ir a vivir con su padre

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LA PREGUNTA

Me separé hace tres años y actualmente vivo con mi único hijo que tiene 16. Nuestra relación hasta hace un año era muy buena, pero en este último tiempo, y debido a la pandemia, se ha vuelto compleja y menos cercana. Él está muy irritable y me contradice en todo… Algo que me duele porque antes nos contábamos todo. El otro día, después de una discusión me dijo que se quería ir a vivir con su padre y yo quedé helada. No supe qué decirle, solo que lo conversaríamos con calma, pero no quiero que se vaya de mi lado y no sé cómo abordar esta situación con él.

Mónica, 50 años.

LA RESPUESTA

“La adolescencia es una etapa de la vida que implica una búsqueda de identidad y autonomía. Los jóvenes quieren una independencia emocional de los padres, un proceso que es relevante para transitar hacia la adultez. En el caso de una madre separada, la tarea de acompañar a ese hijo o hija en el proceso, en ocasiones puede ser más compleja, sobre todo cuando no existe un padre afectivamente presente o presente-ausente. Entonces es ella quien debe asumir decisiones relevantes que muchas veces involucran una mayor autonomía en el hijo o hija, siendo esto fuente de conflicto cuando no se logra negociar adecuadamente”, explica Ivonne Maldonado, directora de la carrera de psicología de Universidad de Las Américas.

Por eso, la profesional señala que es muy importante establecer un vínculo de confianza con los jóvenes, que permita abordar inquietudes, necesidades y conflictos, desde el respeto y la validación del otro, otorgando la posibilidad de discutir, dialogar y consensuar acuerdos en la medida de los posible. “Una relación cercana y de confianza en la que además existen límites y normas claras, promoverá el crecimiento y la madurez emocional del adolescente”, dice.

Lo cierto es que al contrario de lo que generalmente se piensa, la adolescencia no debiera verse como una etapa de sufrimiento para los padres, sino que como una oportunidad. Así lo cree Mauricio Carroza, psicólogo infanto juvenil de Clínica Indisa, quien explica que: “Solo es una etapa donde hay que darse la posibilidad de conocer nuevamente a los hijos e hijas; un momento de cambio para quien está criando, en el que debe dejarse sorprender para poder conocerlos nuevamente. Lo relevante es generar lazos de confianza para que se puedan establecer instancias comunicativas en las que ambos puedan expresar sus emociones. Si los padres enfrentan este periodo como una lucha, esa será la disposición de todos. Sin embargo, si solo están con la idea de que es un proceso y en el que deben conocerse nuevamente, tendrán la disposición a generar cercanía”.

La pandemia ha generado en los adolescentes estrés y depresión. Situación que reveló un estudio del Instituto Nacional de la Juventud (Injuv), el que demostró que el 30% de los jóvenes ha tenido problemas para dormir durante la pandemia y el 31% ha reportado haberse sentido nervioso o ansioso casi todos los días. Una situación que sin duda puede tensar las relaciones entre padres e hijos. Así lo manifiesta la psicóloga clínica y terapeuta EMDR, María Estela Martín quien sostiene que: “Sin duda es un factor que afecta las relaciones íntimas y sobrecarga nuestro sistema de adaptación por la carga emocional propia de la situación. Los conflictos al interior de las familias se han vuelto más frecuentes y de mayor intensidad, especialmente en las etapas de encierro. La falta de espacios de distracción y vinculación social ha alterado la salud emocional de la población, y a los jóvenes en mayor medida, ya que necesitan -por su etapa de desarrollo- la vinculación con los grupos de pares”.

La partida de casa

Cuando un padre o madre separado se enfrenta a la petición de sus hijos e hijas de querer ir a vivir a la casa del otro progenitor, es doloroso, sin embargo los expertos recomiendan abordar ese momento con calma. “Ojalá al comienzo no digamos nada sino que los escuchemos porque quizás hay un deseo de conectar con el padre o madre con el que han pasado menos tiempo, y eso puede ser completamente legítimo. Además, esta determinación es algo que se puede dar en la adolescencia porque hay más exploración”, manifiesta Viviana Herskovic, psiquiatra de Clínica Las Condes.

Al respecto, Maldonado recomienda que esta conversación se aborde desde el amor profundo que se siente hacia ese hijo o hija, intentando comprender los motivos y razones que se esgrimen detrás de una petición así. “Esta es una invitación a pensar y reflexionar respecto de las propias expectativas, deseos y anhelos que no siempre tienen que ser los mismos de los hijos o hijas. Soltar esa necesidad de querer controlarlo todo, más aún, entendiendo que un adolescente requiere de una mayor autonomía y entender que los vínculos se nutren y se mantienen no solo desde la convivencia diaria, sino también desde la cercanía afectiva más allá de la física. Es importante abrirse a la posibilidad de que esta nueva experiencia puede ser muy significativa y de aprendizaje para toda la familia, y que implicará nuevas dinámicas que no necesariamente deben ser negativas”.

En la conversación entre proteginotores, hijos e hijas, María Estela Martín señala que también es importante considerar que el expresar estos deseos o preferencias de por sí, no es fácil para ningún joven. “Se generan sentimientos de culpa y miedo, entre otros. Si bien puede ser doloroso escuchar que un hijo quiere vivir con el otro progenitor, es importante escuchar, entender y mostrarle una actitud abierta a la posibilidad. En la medida que sea factible vivir con uno o con el otro, hay que evaluarlo; siempre cautelando el bienestar superior del adolescente. Nunca amenazar ni generar remordimientos o mayor conflicto por su planteamiento. El contacto con ambos padres y tener un régimen de visitas organizado es ideal”.

Finalmente, Carroza aconseja a quienes están pasando por este momento y se ha vuelto más complejo, acompañarse por un psicólogo. “Esto permite comprender cuáles son las motivaciones y si es que no hay presión de uno u otro lado para que esto ocurra. Además es importante evaluar si la idea está relacionada con la fantasía de que en su otro hogar podrá hacer lo que quiera. De esta forma se les ayuda tomar un mejor decisión”.

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