LA PREGUNTA:
“Me gusta mucho una persona y me doy cuenta que también le gusto a él. La tensión sexual es brutal, nos rozamos las manos, hablamos casi todos los días, hay mucho contacto físico sin que lo sea realmente, pero no ha pasado nada. Ninguno de los dos se ha atrevido a hacer o decir algo más jugado. Yo siento que no se puede estirar mucho más el elástico, y me dan ganas de hacer alguna acción, pero me da mucho miedo el rechazo. ¿Cómo dar un primer paso y vencer la timidez/inseguridad para salir de la duda?”
Rosario, 40 años
LA RESPUESTA:
La tensión sexual es ese deseo casi incontrolable de estar cerca de otra persona, es un magnetismo y atracción que no pasa desapercibida, y aunque resulta muy estimulante, no es eterna: “Cuando hay una tensión sexual pasan muchas cosas a nivel físico. Se activan los neurotransmisores de la serotonina, endorfina, adrenalina y oxitocina, que te hacen sentir deseo y esa sensación de enamoramiento. Cuando a las dos personas les pasa lo mismo surge esto de querer vivirlo porque es rico y me siento optimista, contenta, etc. El cuerpo empieza a pedir ciertos contactos para reforzar esto y entra la oxitocina, que refuerza los vínculos amorosos con otra persona y todo eso lo hace muy divertido”, explica la terapeuta de sexualidad consciente Laura Leal (@serorgasmica).
“Hay muchas teorías, desde las feromonas y el Ph, hasta aspectos más esotéricos que se refieren a las energías que se atraen. No sé por qué ocurre, pero de que pasa, pasa. Se puede sostener la tensión sexual por mucho tiempo, hasta que una de las dos personas se aburra o encuentre esa sensación en otro lado. Entonces se pierde porque resulta tedioso no pasar a otro plano. La tensión sexual tiene un factor muy excitante mientras está presente, pero si no se hace nada al respecto, aburre y desde ahí dejas de sentir interés”, comenta la terapeuta sexual Florencia Grebe (@sobresexo.cl).
¿Está sobrevalorada la tensión sexual?
Para Grebe, la tensión sexual es muy entretenida pero no es conveniente sobrevalorarla. “Es importante sentir esa atracción mutua, aunque no es lo más relevante. Eso no quiere decir que si no está desde el primer momento no pueda lograrse una buena relación o que las cosas no vayan a ir bien. A veces las relaciones empiezan con una tensión sexual y a veces no. Nuestra sexualidad también es sentirse cómodos, queridos, cuidados, hay varios factores que son igual de importantes que la tensión sexual. No hay que sobrevalorarla ni tampoco desconocerla. La sensualidad, la sexualidad, el erotismo, las relaciones de pareja en sí se componen de muchos factores y en algunas relaciones hay porcentajes de unos distintos de otras, y eso no significa que la relación sea mejor o peor. Cuando se juntan dos personas, es un mundo nuevo”, dice.
Tirarse a la piscina
Como todo en la vida, las decisiones y acciones que tomamos tendrán consecuencias, a veces exitosas y otras, no tanto. “La timidez y la inseguridad que la lectora comenta vienen del cuerpo mental, donde puede haber patrones, aspectos de crianza, prejuicios o estereotipos. Es muy común que estas creencias bloqueen las sensaciones del cuerpo físico, aquí hay que intentar que no domine tanto la cabeza y dar un espacio a esto que puede resultar lúdico y entretenido. En el caso de ella, ninguno de los dos da el primer paso, pero esta tensión no dura eternamente entonces hay que dar pasos, ya sea hacia adelante o hacia atrás para que esta tensión no se transforme en algo incómodo”, agrega Laura.
A la hora de dar un paso, es natural que surjan miedos, un poco de inseguridad y hasta timidez, y aunque no hay recetas para lanzarse, puede servir ir de a poco, en la medida que te sientas cómoda y segura. “Ayuda entender que siempre me puedo echar para atrás, si di un paso y no me sentí bien, puedo retroceder y hacer un cambio de rumbo. No es necesario ir con todo hasta el final, puedo probar primero y ver qué pasa. Y también puede ser tirarse a la piscina de una, hay gente que se mete a la piscina sin tocar el agua y hay otras que se meten de a poquito, bajando los escalones. Depende de cómo es cada uno, su personalidad, la forma de enfrentar las cosas, etc”, reflexiona Florencia.
La vida está constituida de experiencias y pequeños (o grandes) actos de atrevimiento. Muchas veces, el miedo paraliza, pero lo ideal es poder avanzar a pesar de su presencia. “El miedo al rechazo es una de las principales razones de por qué uno no se atreve. Puede preocupar mucho lo que van a decir de mí o qué va a pasar después. Esas heridas de rechazo pueden deberse a la infancia o a experiencias de la adultez, y ese temor también nos pone pruebas de las que hay que asumir que ser rechazados y también rechazar, es natural, no podemos decir que sí o no a todo. No tomemos el rechazo como algo personal, ni permitamos que el miedo frene ‘esto’ que se está formando entre ambos”, recomienda la terapeuta de @serorgasmica.