LA PREGUNTA

“Hace tiempo venimos mal con mi pareja. Hemos hablado un par de veces de separarnos, pero luego lo volvemos a intentar y vuelven a aparecer los problemas. Una amiga me recomendó que fuéramos a una terapia sexual, que a ella le había servido mucho, pero no estoy segura de que nuestros problemas sean solo sexuales, aunque obviamente muchas veces se reflejan en eso. Estoy confundida y me gustaría saber para qué sirve la terapia sexual”.

Vanessa, 39 años, diseñadora.

LA RESPUESTA

Lo primero que hay que entender es que la sexualidad es una esfera dentro de muchas otras que componen nuestra vida, por tanto en una terapia es muy difícil enfocarse solo en lo sexual y no tomar en cuenta todo el resto de cosas que pueden afectar una relación. Así lo explica Florencia Grebe, psicóloga, Máster en terapia sexual y de pareja y creadora de @sobresexo.cl. “Una terapia sexual no es tan distinta a una terapia común, porque hay que trabajar los aspectos que pueden estar afectando la sexualidad. En este trabajo se pueden encontrar desde temas de educación sexual –el no haber recibido una educación sexual adecuada o haber tenido una educación sexual reprimida–, hasta problemas específicos de la relación de pareja. En cada caso, hay que entender la dinámica de relación y cómo esta puede estar afectando la sexualidad o viceversa, como la sexualidad puede estar afectando la dinámica de la pareja”, dice.

De esta manera, la terapia sexual no deja de lado el trabajo de las emociones, habilidades sociales, autoestima, vínculos afectivos, entre otros. “Lo que uno hace es trabajar todo esto al mismo tiempo con un enfoque muy educativo, porque hay que partir de la base de que, al menos en este país, nadie tiene una educación sexual muy adecuada, entonces en la terapia se derriban ciertos mitos”, agrega la experta e indica que el gran objetivo, sin importar el motivo por el cual se esté consultando, es permitir vivir mejor, disfrutando del cuerpo, del placer y de la sexualidad.

Se pueden hacer sesiones individuales y en pareja. Florencia dice que “el trabajo en terapia sexual es mejor si se hace en pareja, obviamente cuando la hay. Esto porque, por un lado hay diversos ejercicios y tareas que complementan el trabajo en las sesiones, muchos de los cuales son de a dos, y por otro lado, porque la sexualidad es compartida cuando estamos en pareja, lo que quiere decir que lo que le pasa a uno probablemente tenga algún efecto en el otro o en la relación”. La idea –agrega– es ir ampliando el territorio erótico, las posibilidades que pueden ser excitantes y lo que les puede hacer sentir placer.

Si la terapia ya es algo tabú para muchas personas, al sumar la palabra “sexual” se hace algo mucho más lejana. “Los principales mitos, más que en la terapia, los he escuchado sobre las terapeutas. Suelen pensar que somos mujeres que nos gusta mucho el sexo. Pero respecto de la terapia misma, más que mitos, creo que la gente no sabe nada. Muchos pacientes llegan sin entender a qué vienen”, explica Grebe.

Las investigaciones dicen que generalmente en una relación de pareja de larga data, es la mujer la que llega a consultar y trae a la pareja. “Veo en general a parejas más jóvenes, y me ha tocado todo lo contrario, es decir, hombres que consultan primero. Esto es porque ellos se dan cuenta inmediatamente si hay alguna disfunción sexual. Las mujeres estamos acostumbradas a vivir una sexualidad no tan placentera, a no tener orgasmos siempre e incluso a que el sexo nos puede doler y eso tiene que ver con mitos que existen en torno a la sexualidad femenina. En cambio los hombres toman acción mucho más rápido”, agrega la experta.

También ocurre mucho que las parejas llegan a una terapia sexual cuando ya están muy mal, como si esto fuera el último cartucho. “Llegan a consultar en un momento en el que, o funciona la terapia o se separan, y usualmente en esos casos no tiene que ver sólo con la sexualidad, sino que ésta es un síntoma de que están pasando otras cosas en la relación”, dice Florencia y cuenta que entre los muchos factores que pueden afectar a una relación, uno de los más relevantes es el estrés. “En Chile tenemos jornadas laborales largas, una distribución de roles que no es equitativa y eso hace que el estrés, el cansancio, la carga mental dejen a la sexualidad arrinconada, como la última prioridad de la lista. Y cuando no tenemos mucha energía que dedicarle, obviamente no va a funcionar bien”, agrega.

La ansiedad también es un factor relevante, que en Chile tiene índices altos comparados con otros países. “La ansiedad genera síntomas a nivel sexual, como la eyaculación precoz, disfunciones eréctiles; en las mujeres la anorgasmia. Entonces cuando no la manejamos bien puede traducirse a nivel sexual y por eso es importante consultar”. Por último la experta explica que aunque es relativo el tiempo que puede durar una terapia, hay parejas que se benefician en las primeras sesiones. “Esto tiene que ver nuevamente con la educación, porque de cierta manera reciben información que nunca antes habían escuchado. Les permite repensar la sexualidad y derribar mitos. Eso se logra con unas tres sesiones en las que empiezan a ver las primeras diferencias. Y como también se entregan técnicas para el manejo del estrés y la ansiedad, se van viendo cambios rápidamente. Pero para un buen tratamiento, se necesita un poco más de tiempo, cerca de diez sesiones y así mejorar cosas más concretas y de manera estable, aunque siempre depende de cada pareja”, dice.