LA PREGUNTA

Entre las cosas positivas que ha tenido esta pandemia es que mis hijos –y creo que esto es generalizado, porque lo hemos comentado con amigas– no se han enfermado de nada. Pasaron el invierno invictos, cero mocos, tos ni fiebre. Y aunque para mí esto ha sido increíble, hace algunos días leí que el hecho de que las niñas y niños no se expongan a bacterias y virus no era tan bueno, porque la exposición microbiana da forma al desarrollo del sistema inmunológico. Mi duda entonces es ¿encerrar a nuestros hijos dentro del apartamento todo el día para protegerlos de un virus los hará más susceptibles a otros, incluso a algunas enfermedades crónicas, por el resto de sus vidas?

Fernanda Lagos, 32 años.

LA RESPUESTA

“Más que el hecho de no salir y tener contacto con otras niñas y niños o con la tierra de las plazas, por ejemplo, es el estrés del encierro el que puede afectar mayormente al sistema inmunológico, sobre todo el de los niños y niñas que está en desarrollo”, explica la doctora Ana María Bravo, pediatra y jefa de la Central de Operaciones de HELP. En ese sentido, la recomendación es preocuparse especialmente de tener espacios para que no se estresen, salir a caminar, salir al patio los que tienen la suerte de tener uno o que jueguen unas horas al día al aire libre. Si ese no es el caso, la doctora recomienda realizar algunas actividades físicas aprovechando el espacio que tienen disponible, pero no descuidar el estrés y la depresión, porque son los factores que influyen mayormente en el sistema inmunológico.

Respecto de los otros virus, como el sincicial respiratorio tan típico del invierno, lo que ha pasado es que efectivamente las niñas y niños se han contagiado menos este año, pero eso no afecta su sistema inmunológico. “Lo que sí pasa es que mientras más pequeños lo contraen, es más peligroso. Una guagua de dos meses con un virus sincicial tiene más riesgo posterior a tener una bronquitis obstructiva a repetición, ser más lábil desde el punto de vista respiratorio. Por tanto, mientras más grande la niña o niño se empiece a contagiar, es mejor porque va a estar con su sistema inmunológico mucho más maduro”, explica la pediatra. Y en ese sentido, la menor exposición en este tiempo ha sido beneficioso.

Incluso agrega que lo ideal es que ojalá las niñas y niños entren al jardín después de los tres años. “Obviamente esto por otros factores sociales no siempre es posible, pero el sistema inmunológico siempre es más débil en las guaguas y los menores de tres años en general”.

Sin embargo, las infecciones no son las únicas cosas a considerar. Cuando las niñas y niños están cerca de otros menores de su edad, comparten microbios que no necesariamente enferman a nadie, pero que sí podrían ser buenos para desarrollar inmunidad porque siembran un ecosistema de microbios más abundante en el cuerpo. Pero –explica Bravo– esto no pasa sólo en contacto con otras niñas y niños. Basta con el contacto que tienen con la familia o con quienes viven en la misma casa.

Otra razón por la que la menor exposición ha sido beneficiosa es que cuando las niñas y niños salen, se exponen regularmente a pequeñas cantidades de alérgenos potenciales –como el polen, que es lo más típico– y que aunque hay quienes plantean que podría entrenar a sus cuerpos para manejar futuras alergias, eso no es así cuando se trata de niñas y niños pequeños. “Todo lo contrario, mientras más protegidos están de tener contacto con algo a lo que genéticamente eres alérgico, es mejor. La idea es que ese contacto ojalá se produzca lo más tardíamente posible, ya que si se desarrolla tempranamente las alergias pueden ser peores”, explica la doctora Bravo.

Y agrega que si bien nuestro sistema inmunológico está diseñado para estar expuesto a diversas cosas en una etapa temprana de la vida de modo que podamos estar listos para el resto de nuestra vida, en esto hay harto mito. “Antiguamente, cuando no existían tantas medidas higiénicas y había un menor desarrollo de la medicina, la gente efectivamente necesitaba más contacto para tener más defensas. Por ejemplo, la poliomielitis antiguamente era mucho más frecuente en niños “limpios”, porque aquellos que pasaban más en la tierra tenían contacto con deposiciones microscópicas que podían quedar ahí y por tanto se iban contagiando de a poco, que era lo que a la larga los protegía. Pero actualmente no es así, porque tenemos vacunas que protegen con más efectividad que el contacto con el bicho a través de la tierra”.

¿Cómo reforzamos el sistema inmune?

La especialista dice que la alimentación es una de las formas, eligiendo una dieta equilibrada y alimentos que tengan todo tipo de nutrientes. Y en el caso de las y los lactantes, dentro de lo posible extender el tiempo de lactancia, porque la leche materna contiene anticuerpos. “Esto siempre y cuando no genere mayor estrés en la madre, porque se entiende que en el contexto actual muchas mujeres pueden también estar estresadas. Entonces la recomendación es tomar las medidas que generen menos estrés al grupo familiar, porque insisto en que eso es lo que afecta en mayor medida al sistema inmunológico”, dice Bravo.

Y por supuesto, mantener las vacunas al día. “Independiente de la cuarentena, es muy importante que el calendario de vacunas –que en Chile es de lujo– esté siempre al día, porque en ellas se encuentran las mejores herramientas para entrenar el sistema inmunológico de las niñas y niños”.