LA PREGUNTA
Vivo en un departamento y tengo dos hijas de 4 y 8 años. Estos días he visto con preocupación el aumento de los contagios y mi mayor temor es que no podamos salir de vacaciones lo que, en nuestro caso, implicaría pasar el verano encerradas en un departamento. No sé cuánto les pueda afectar a las niñas, ya que no es como en el comienzo de la cuarentena en donde estábamos en invierno y no había el cansancio que hay hoy.
Pamela Rojas, 42 años.
LA RESPUESTA
Si bien unas vacaciones al aire libre y sin restricciones no son reemplazables, las y los expertos han entregado ciertas pautas que permiten que las condiciones extraordinarias que ha generado la pandemia no repercutan en la salud mental de niñas y niños. Entre ellas, la primordial tiene que ver con mantener una rutina, que en la infancia es fundamental para un buen desarrollo, y dentro de eso, el sueño es clave. Así lo explica Perla David, neuróloga infantil de Clínica Dávila y Vidaintegra. “Las niñas y niños deberían estar durmiendo a las 20:30 horas, porque esa es la hora en que se restaura el cerebro y se produce la hormona del crecimiento. En verano es más difícil por la luz y el calor, pero la pieza se puede acondicionar para el sueño, cerrando las cortinas y teniendo una temperatura adecuada”, dice Perla. Agrega que también es fundamental despertarlos temprano, a las 7 de la mañana idealmente. Eso se logra con la luz, abriendo cortinas, incluso se puede poner algo de música y hasta sus monos animados favoritos, pero respetar la hora de dormir y despertar es fundamental para no afectar su estado anímico durante el resto del día.
“Esto es importante porque la hormona de crecimiento actúa en el cerebro con desarrollo y maduración de las células cerebrales y fijación de la memoria de trabajo y también influye en la parte física, psíquica y emocional. Por eso las niñas y niños que tienen trastornos de sueño suelen tener trastornos cognitivos y conductuales: están cansados e irritables y se impacientan”, agrega la experta, y dice que lo ideal es hacerlos andar como un motor, en el que los hábitos son súper importantes. “Para eso deben ser estables, porque no es como en los adultos, que un día decidimos no almorzar o dormir tarde, porque sabemos que al día siguiente lo vamos a regular. En la infancia no es así y se hace necesario respetar las rutinas a diario”.
Esto permitiría compensar, si fuese necesario, unas vacaciones fuera de la casa. “Si los adultos estimulamos a las niñas y niños, los mantenemos activos y socializados, el efecto negativo del encierro disminuye. Para eso es clave respetar lo que les gusta hacer, si los ponemos a hacer actividades que no les interesan, seguramente en el camino se van a aburrir. Y siempre hacer un refuerzo positivo que es un poderoso estímulo”, dice Perla, y agrega que también es necesario sacarlos del espacio a ratos, sobre todo si viven en un departamento. “Una buena idea es hacer una caminata diaria, en un lugar con árboles, a la misma hora. Y por último, que se junten con pares, los que se pueda, porque a esa edad casi el 90% de las cosas que hacen es por imitación del grupo de pares, en ese sentido mantener esa socialización se hace importante”, agrega.
Algunas ideas
Marcela Navarrete es educadora diferencial de Clínica Santa María y se ha especializado en arteterapia (@animarte.desdecasa). Dice que lo principal es que las mamás y papás no debemos tener miedo a que las niñas y niños se aburran en algunos momentos. “Estos espacios de ocio y de aburrimiento se pueden ver como una oportunidad para que puedan potenciar su creatividad y autonomía. Porque muchas veces pasa que los adultos ven a los niños aburridos y se desesperan”. Tampoco se trata de dejarlos solos, pero sí de dejarlos hacer cosas, pero con una supervisión y apoyo constante. Y en la medida de lo posible, que los adultos se integren a sus juegos.
Una buena idea para comenzar –dice– es elaborar, junto con ellas y ellos, calendarios de actividades semanales, que incluyan una diversidad de cosas y en el que se delimite el tiempo asignado a cada una de ellas. “La idea es que incluya rutinas de higiene, alimentación, actividad física, esparcimiento y aprendizaje. Esto les permite anticiparse y organizarse lo que tiene repercusiones positivas en su rendimiento y capacidad de concentración y, además, favorece su seguridad dentro de su ambiente y la adquisición de responsabilidad”, agrega Marcela y entrega algunas ideas.
- Hacerlos partícipes de las actividades domésticas y de rutina: se habla de responsabilidad entretenida cuando realizan ciertas tareas como poner la mesa o lavado de dientes, pero de manera lúdica y entretenida.
- Actividades artísticas: son un buen recurso para favorecer su expresión, disminuir estrés y ansiedad, mejorar el autoestima y potenciar la creatividad. No siempre es necesario tener materiales artísticos, el uso de material reciclado es una buena opción. Se puede trabajar también con pintura, collage, origami, plasticina. En internet se encuentran muchas ideas y es un excelente recurso terapéutico.
- Actividad física: es necesaria para canalizar energías. Sin la necesidad de salir tanto, dentro de la casa se pueden crear circuitos psicomotores para las niñas y niños usando objetos y los muebles de la casa. Que esquive objetos, escalen y salten. Todo esto con supervisión. También otras actividades como la danza para niños.
- Técnicas de relajación: esto permite bajar la ansiedad del encierro e idealmente se deben hacer una hora al día, ojalá antes de dormir.
- Juegos con agua: no es necesario contar con una piscina, la tina puede ser un buen recurso, siempre que se tengan los cuidados y compañía.
- Cocinar en familia: aquí para hacerlo más entretenido se pueden hacer juegos de roles, simular que están en un restorán o hacer un picnic en la terraza o el patio.