Cada año se producen cerca de 25 millones de toneladas de algodón, convirtiéndolo en uno de los principales cultivos de organismos genéticamente modificados del mundo, y el 95% de esta producción no es sostenible. Además, se trabaja con altas cantidades de pesticidas, por lo que se ha ganado el apodo del cultivo más contaminante del mundo. ¿Para qué lo usamos? En realidad, para casi todos los textiles, por ejemplo, las toallas.
Esto, sumado a que la industria textil es la segunda más contaminante del mundo, deberíamos obligarnos a reutilizar cada tela lo más que podamos, y en el caso de las toallas, hay varias alternativas para hacerlo.
Repuestos de trapero:
Es lo más fácil que se puede hacer. En vez de comprar repuestos para el trapero –que luego de algunas semanas se botan– se pueden hacer recortes rectangulares con toallas usadas, coser sus bordes de acuerdo a las proporciones de la mopa que uses, y lavarlo después de trapear el suelo.
Pantuflas:
Usando tus sandalias como guía de tamaño, dibuja dos plantillas en un cartón y córtalas. Enfunda las plantillas con toallas viejas y cose los bordes. Luego, con la misma toalla –o una de otro color si te sientes creativa– haz un saco y cóselo a la plantilla enfundada, dejando abierto un espacio para meter los pies.
Estuche de útiles de aseo:
Aprovecha las propiedades absorbentes de las toallas para guardar en forma ordenada cepillos y pastas de dientes. Toma un pedazo rectangular de toalla de unos 20x40 centímetros como base y otro de 40x10 para coser encima, dejando bolsillos. Para optimizar espacio, lo puedes guardar enrollado.