Paula 1202. Sábado 18 de junio de 2016.
Centro de Santiago. Avenida Bustamante número 26. En un departamento antiguo, que ha sido remodelado, quedan el piso de parqué y algunas paredes. El resto, un espacio abierto, algunas oficinas con paredes de vidrio, escritorios por todos lados, un par de mesas grandes de diseño poco convencional y un living. Ahí trabajan 230 jóvenes emprendedores sociales de 32 organizaciones comprometidas con la pobreza y la educación beneficiados por la Fundación Colunga, que les arrienda a precios bajo el mercado una oficina colectiva para que echen a andar sus proyectos y compartan con otras personas en la misma situación. Es lo que en inglés se llama un hub: un dispositivo central donde se juntan los cables de varias computadoras: una oficina donde se juntan varias mentes emprendedoras.
"En términos de innovación alguien podría decir que esto es una aceleradora de emprendimientos sociales, pero no una incubadora. En las incubadoras tú ayudas a la persona desde la idea, la creación, aquí no. Aquí la gente ya empezó y tú le pones un poco más de ingredientes y ya, que vayan, que aprendan, que se equivoquen y que vuelvan", explica Karinna Soto, directora ejecutiva de la Fundación Colunga, que debe su nombre al pueblo asturiano de donde proviene la familia Cueto, principal benefactora en alianza con Benito Baranda, el fundador y director de América Solidaria.
Las fundaciones que acoge son diversas. "Para que un sistema cambie, se requieren actores distintos, pero distintos de verdad. Nosotros partimos creyendo que aquí iban a haber solo organizaciones similares, como varias América Solidaria", cuenta Karinna Soto. Pero hoy caben todo tipo de proyectos: educar y desarrollar la creatividad a través del hip hop, líneas telefónicas para adolescentes con problemas, trabajo comunitario con personas en situación de calle, educación en ciencias para niños, apoyo para mujeres encarceladas, veranos de enseñanza para niños de escasos recursos. "Aquí se está visibilizando una cultura un poco distinta, una de colaboración, de confianza, de estar juntos", dice Nicolás Cruz, de Base Pública –que promueve el diálogo en la sociedad.
Pero el hub no solo funciona hacia dentro, el lugar ha servido para que actores externos se reúnan y discutan los temas que preocupan al país. Fue entre estas paredes que ComunidadMujer debatió la Ley de Cuotas y la Fundación Iguales, el Pacto de Unión Civil. Aquí se coordinó, también, toda la ayuda de las organizaciones civiles para las víctimas del aluvión de Atacama de 2015, a cuyas reuniones vinieron incluso ministros de Estado.
La nueva raza
Pero existen bemoles en el hub: muchas veces les cuesta ponerse de acuerdo y reunirse y en Colunga están buscando maneras de incentivarlo. "Nosotros, los de la 'sociedad civil', siempre tenemos el discurso de que somos abiertos, colaborativos, amorosos, justos y coherentes. Pero no es así, somos igual de diversos que el resto del mundo", explica Karinna Soto.
Víctor Gutiérrez, de Fútbol Más, dice que para forzar la interacción de la que llama "esta nueva raza de personas: los emprendedores sociales" deben crearse espacios físicos de encuentro, como la cafetería con la que muchos sueñan. "Nosotros ponemos la mesa, nos preocupamos de que hayan cosas para compartir y ponemos musiquita, ese es nuestro rol", explica Karinna Soto. Ahora son los invitados los tienen que bailar.
Mini sociedad
El refrigerador lo trajeron los de Fundación Línea Libre, el camarín con las duchas lo construyeron en el primer piso los de Fútbol Más, el bazar mensual de emprendedores está a cargo de América Solidaria y la celebración del 18 de Septiembre pasado está en la pelea: algunos se atribuyen la idea, otros reclaman que acarrearon ollas y, para no seguir discutiendo, acordaron que lo hicieron entre todos. Así funciona la convivencia en el hub, cada uno aporta con lo suyo para formar esta mini sociedad.
Para muchos esta fue una oportunidad para profesionalizar su trabajo. Los de Consejo de Curso –centrados en la educación fuera del calendario escolar– lograron salir del departamento de su fundador Sebastián Marambio, donde tenían que pasar por la cocina cada vez que entraban a la casa y donde su compañero de piso se despertaba con el departamento lleno de gente desconocida. Dice Nicolás Cruz, que este lugar cumple con las 3B, claves para un emprendedor: es bueno, bonito y barato. "Puede ser un poco frustrante armar una fundación, uno siempre tiene que estar pasando noches sin dormir, entonces, al menos ver que uno no es el único en esa parada, ayuda mucho", cuenta Marambio, que ya no desperdicia el tiempo pagando cuentas de la luz o de agua y que ahora tiene acceso a salas de reuniones formales.
Karinna Soto, directora ejecutiva de Fundación Colunga.
La estrella
Fútbol Más fue una de las primeras fundaciones en llegar, justo después de América Solidaria y ComunidadMujer, y es también la más cotizada entre las organizaciones, ya que se están internacionalizando. Los mismos compañeros de oficina bromean que para conversar con ellos hay que hacer fila junto a las demás personas que esperan a que los atiendan. Su proyecto estrella es la "tarjeta verde", una iniciativa que busca integrar, fuera de la roja y la amarilla, una tercera tarjeta que premie las jugadas y actitudes honradas en los partidos de fútbol que hacen en los talleres que imparten con niños vulnerables. Esta idea se implementó en los estadios durante la Copa América: cuando el equipo contrincante cantaba su himno, se elevaba la tarjeta verde y el público, que otras veces hubiera abucheado sin control, permaneció respetuosamente callado.
"Esta no es una incubadora, sino que una aceleradora de emprendimientos", dice Karinna Soto, directora ejecutiva de Colunga. "Que vayan, que aprendan, que se equivoquen y que vuelvan", explica.
Cinco hacen uno
"Es como el espíritu del hub", dice alguien refiriéndose a Diego Arredondo de la Fundación Mujer Levántate, que suele liderar las conversaciones. Explica que las ojeras que luce en el rostro son producto de una noche sin dormir, pues ayer vencía el plazo de ONU Mujeres para postular a un fondo contra la violencia hacia la mujer. Este es un proyecto interesante para Colunga, pues en él participan cinco fundaciones. Explica que la idea es revisar las normativas de las visitas de los niños a sus madres encarceladas para que se ajusten a estándares internacionales. Las fundaciones Multitudes y Mujer Levántate van juntas como socios estratégicos; los segundos se preocupan de desarrollar el proyecto y los primeros de que toda la propuesta a nivel reglamentario sea transparente. Además, se les une la Fundación Pro Bono que va a realizar un estudio comparativo de legislación internacional. También entra Proyecto B, que trabaja con jóvenes privados de libertad, y América Solidaria que va a ayudar con el lobby. Que todos estuviesen trabajando en un mismo lugar físico hizo posible la sinergia. www.fundacioncolunga.org