Ojo con Diego Noguera
Ya no es necesario decir que es el hijo de Héctor Noguera, porque corre con colores propios: dirige teatro y se roba la película en Bonsái, la cinta de Cristián Jiménez que acaba de llegar a las salas de cine luego de ser estrenada en Cannes y premiada en el extranjero. Aquí, el actor cuenta sobre su rol en el filme.
Ya no es necesario decir que es el hijo de Héctor Noguera, porque corre con colores propios: dirige teatro y se roba la película en Bonsái, la cinta de Cristián Jiménez que acaba de llegar a las salas de cine luego de ser estrenada en Cannes y premiada en el extranjero. Aquí, el actor cuenta sobre su rol en el filme.
Mucho antes de ir al casting de la película, habías leído el libro de Zambra, Bonsái. ¿Qué sensación te dejó esa lectura?
Me había llamado la atención que es una historia que funciona con las cosas que no se dicen.
¿Qué cosas de ese imaginario usaste para construir el personaje de Julio?
Tuve que ponerle cara a un personaje que ya existía, porque mucha gente había leído la novela. Lo conversamos harto con el director y decidimos que siguiera siendo un personaje construido de manera sutil y que la gente terminara de escribirlo, de imaginarlo.
Tuviste que tomar clases de bonsái, porque tu personaje cuida un pequeño árbol. ¿Qué aprendiste?
Que hay que imaginar un árbol y un entorno: que le llega el viento de un lado y moldearlo de acuerdo a eso. Es bien increíble.
En Bonsái una mentira es el motor de la historia. ¿Qué postura tienes frente a la mentira?
Funciono harto con la mentira en mi vida. Soy muy mentiroso. Hay mentiras que pueden resultar entretenidas y, al final, reales. Cuando uno va a ver una película va a ver una farsa. Pero cuando se te paran los pelos, se te dilata una pupila o te sale una lágrima, esa farsa se transformó en una reacción biológica y algo pasó más allá de esa mentira. Las reacciones no mienten.
La primera parte de la película se remite a los tiempos universitarios. ¿Qué imágenes tienes de esa época?
Primero estudié Composición Musical, algo muy similar a estudiar Literatura. Es un estudio solitario y muy engrupido, crees ciento por ciento en lo que estás haciendo, te quedas noches enteras trabajando. De ahí tomé varias cosas para hacer mi personaje, que es un escritor. Porque la composición musical y la literatura tienen esa conjunción de lenguajes abstractos, que son tremendamente inútiles. Es todo muy inútil. Son personajes que se quedan pegados.
¿Por qué crees que a la película le fue tan bien en el extranjero?
Una crítica lo dijo muy bien: es una película muy local, pero al mismo tiempo universal. Se entiende donde quiera que la vean.
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