Paula 1195. Sábado 12 de marzo de 2016.
Eres actriz, directora de teatro y, hace 5 años, directora de casting y coach de actuación. ¿Cómo te presentas?
Como directora de Teatro, pero hoy no se puede ser una sola cosa. Crecí entre actores, he trabajado con actores y a muchos les había metido mano como directora. Eso se transformó en valor, porque sé qué tipo de registro tiene cada uno y hacia donde puedo llevarlos.
Tu primer trabajo de casting y coach fue en el cortometraje Blokes, de Marialy Rivas en 2010. ¿Fue ese el punto de quiebre?
Sí, fue magnífico. Se basaba en un cuento de Pedro Lemebel y se convirtió en el primer corto chileno seleccionado en Cannes.
Eso cambió mi vida de un día para otro.
Porque sentiste que habías encontrado lo tuyo...
Ahí me di cuenta que era algo que tenía guardado. Siempre decía: "¿por qué pusieron a ese actor en ese personaje?". Y basada en mi propia experiencia en la pantalla, me di cuenta de que en Chile se tenía huérfanos a los actores en el proceso creativo y que no había nadie pensando a conciencia la elección de los personajes. Faltaba un entrenador de actores.
Y dedicarte a esto, ¿no va en desmedro de tu carrera de actriz?
En esto soy mucho más útil. Siempre sentí que habían muchas actrices mil veces mejores que yo. Además, detestaba ser objeto de exposición. El actor vive siendo juzgado y debes escuchar frases como "que fea", porque no dicen "que feo el personaje". No sabía llevar eso. Además, me parecía alucinante concretar una escuela de talentos.
¿Cómo se descubre un talento?
Hago casting todo el tiempo. Lo anuncio por internet y me voy a meter a todas las escuelas de Teatro. Allí miro ensayos, intruseo en la lista de alumnos, pido recomendaciones y hablo con los profesores. Mi primera fuente siempre es el gremio. Además de los 40 mails diarios que me llegan. Le paso mi correo a todo el mundo.
Cuando caminas en la calle, ¿vas haciendo casting?
Todo el tiempo. Especialmente con los niños. No existen niños actores, así que tengo que buscar en todos lados. Si un niño me llama la atención, le pregunto: "¿te gustaría actuar?". Giulia Inostroza (7) y Nahuel Cantillano (15), de la teleserie Papá a la deriva, son un gran ejemplo. Ellos salieron del taller de niños.
¿Qué tanto influye el físico en un potencial talento?
Importa, es obvio. Pero créeme: la cámara ve almas. De repente hay gente preciosa que no tiene ninguna onda. Y hay gente muy normal, que cuando la pones en pantalla dices "wooow".
¿En qué te fijas, cuál es el mínimo que tiene que tener un actor?
Después de la voz, lo primero que analizo es si tiene corazón. Hay gente que se emociona de mirar a otra persona. Una persona fría no puede ser actor. Lo único que te puedo decir es que a la hora de escoger, con este equipo, le hemos achuntado.
Pero tiene que existir algún método para achuntarle tanto.
He desarrollado un ojo profesional. ¿Y por qué no te suelto tantos tips? Porque no quiero regalar mi metodología. Eso vale plata.
¿Qué diferencia lo que hacías en TVN y lo que haces hoy en Mega?
En TVN, con Quena Rencoret, iniciamos el trabajo de la escuela de talentos, pero siempre el grueso actoral se lo llevaban los consolidados. En Mega hemos logrado que las nuevas caras tengan protagonismo. En solo dos años hemos reinventado un canal con nuevos rostros. De este semillero van a salir grandes estrellas, acuérdate de mí.
En otros ámbitos, ¿a quiénes les ha hecho coaching?
A empresarios, a un economista, a gerentes de bancos...
Fuiste coach de Polo Ramírez y Constanza Santa María.
Mi misión era acercarlos al público. La Cony era la mujer metralleta, así le puse. Tenías que ser demasiado inteligente para seguirla. Entonces, yo le decía: "Metralleta, tranquila, la gente no maneja la cantidad de información que manejas tú". Bajamos el flujo de información. Y el Polo era didáctico. Se tomaba todo el tiempo del mundo para explicar algo, porque le daba nervio decir alguna barbaridad. Era demasiado cuidado.
¿Te ha llamado algún político?
Sí. Pero no me gusta meterme en política. En realidad donde me siento cómoda es en el mundo de la actuación, por eso me quedo ahí.