"Fui futbolista, luego técnico y entrenador, y desde hace 20 años soy profesor en un colegio en La Pincoya. Me siento un formador de personas, ya que a través del deporte trato de entregar valores de humanidad, higiene y respeto. A mi equipo entran los de buen rendimiento, los que no faltan a clases, más allá de si son desordenados o no. Eso no me preocupa, he visto cómo el deporte mejora las notas y el comportamiento.

He sido deportista toda mi vida, de hecho me formé en Universidad Católica. Ahí, antes de enseñarte a jugar al fútbol, te enseñan a ser mejor persona. Por eso hoy me sale natural encausar valores con el deporte, porque en la vida no solo hay que pasar respirando, sino que también enseñando y aprendiendo.

Paso mis días en el colegio. De lunes a viernes llego a eso de las 7:30, tomo desayuno, un café o un té con un sándwich, y casi siempre me quedo hasta que el reloj da las 6:00 de la tarde. Después de almuerzo como harta fruta, pero si la once me pilla acá me como dos panes y me tomo un café en la sala de profesores.

Cuando éramos niños nos reuníamos a las 6:00 o 7:00 de la tarde los cinco hermanos y mi mamá, una matriarca de esfuerzo. Ella aprovechaba el momento de la once para contarnos cosas, enseñarnos y ponernos múltiples reglas. En mi casa yo trato de hacerlo parecido. Nos sentamos con mi señora y mis dos hijos a la mesa y todos deben dejar el teléfono a un lado. Después de que terminamos de comer, hay que tener un diálogo social, para eso ponemos un tema y conversamos. Yo veo cómo les pican las manos, pero la cosa es sin celulares.

La mantequilla no puede faltar. A veces hay queso, algo de fiambrería o mermelada. Lo importante, gracias a Dios, es que siempre hay algo, porque para mí la once es sagrada. Si yo no tomo once no funciono".

Luis Miguel Sánchez tiene 52 años y es profesor de Educación Física del Colegio Santa Teresa Jesús de los Andes de La Pincoya.