"En Venezuela no se toma once. Yo soy de la costa y en esa región lo más importante es el desayuno y el almuerzo. La comida de la noche cada quien la hace por su cuenta.
Llegué hace dos años a Chile y la primera vez que tomé once fue cuando empecé mi relación con Matías, mi novio que es chileno. Cada fin de semana nos venimos a Peñaflor y acá su familia no perdona la once, es parte de su rutina y de sus celebraciones. A eso de las 5:00 o 6:00 de la tarde, mi suegra empieza a preparar la mesa. Casi siempre hace un queque o una torta, porque le gustan mucho las cosas dulces y las sabe cocinar muy bien.
En la semana, cuando estoy en mi casa, no tomo once, a lo más me sirvo un té a media tarde. Esto es algo que hago con la familia de mi novio, con mis amigos en un cumpleaños o en los paseos con otros chilenos.
Pienso que es un ritual, que si bien se hace de manera bien automática, todos se animan a prepararlo y a reunirse en torno a la mesa servida. Es la ocasión perfecta para hablar de cómo te fue en la semana o de temas que no tienen cabida en los días de trabajo.
Yo vengo de una familia muy unida y por la crisis de mi país llevo dos años sin ver a mis papás y tres sin abrazar a mis hermanos. Instancias como esta se sienten bien y me llenan de energía y amor para seguir adelante".
Genésis González tiene 29 años y es periodista.