Khaled Hosseini, autor del best seller The Kite Runner, a través de uno de los personajes de su novela comenta: “Los hijos no son como libros para colorear. No podemos pretender pintarlos de nuestros tonos favoritos”. Porque intervenir de forma excesiva en la vida de un niño, ya sea para evitar que tomen malas decisiones o con el afán de moldearlos según nuestros propios ideales, posiblemente termine perjudicándolos tanto o más que los errores de los que fueron protegidos.

Sobre proteger, pero sobre todo, inmiscuirse en la vida de niños y adolescentes es lo que caracteriza a los papás y mamás helicóptero, quienes muchas veces, con la intención de evitarles sufrimiento a sus hijos o de asegurar que desarrollen su máximo potencial, intervienen en sus vidas de manera tal, que les impiden desarrollar capacidades cruciales para desenvolverse de exitosamente en la vida adulta.

La noción de helicopter parents fue acuñada en la década de los 70′ en un libro escrito por el psicólogo Haim Ginott, titulado Parents & Teenagers. En el texto, un adolescente que participaba en uno de los casos de estudio, explicó la relación con sus padres mediante la analogía del helicóptero. El paciente comentó que su madre lo observaba constantemente, sin darle ningún espacio o libertad. Lo sobrevolaba como un helicóptero.

La psicóloga especialista en terapia infanto juvenil y asesoría parental, Rocío González explica que, si bien en un principio pareciera ser mas fácil para los padres darles libertad a los hijos para cometer sus propios errores, esto va cambiando a lo largo de su crecimiento. “Sabemos que los primeros años son de aprendizajes. Y que los niños y niñas tienden a ser más dependientes”, comenta. Cuando comienzan a volverse autosuficientes, la terapeuta explica que los padres suelen dejarlos experimentar lo que les han enseñado porque, efectivamente, los ven autónomos en algunas tareas. Sin embargo, la especialista agrega que muchas veces se olvida que el ser humano es el mamífero que más tiempo toma en alcanzar el desarrollo total del cerebro. Y, si bien vemos a un niño o niña que se convierte en adolescente, no consideramos que su cerebro aún continua formándose. “Desde ahí vamos perdiendo flexibilidad y paciencia en apoyar el proceso de desarrollo-aprendizaje”, explica.

Es a partir de esos errores que comienzan a cometer a medida que van creciendo que, muchas veces, los padres sienten la necesidad de intervenir en la vida de los hijos. Ya sea para evitar que se equivoquen o para prevenir que tomen malas decisiones de acuerdo a sus propios criterios. “Los padres helicóptero son aquellos que siempre están observando a los hijos, que están pendientes de todo lo que hacen. Corrigen lo que más pueden para evitar errores. Pensando que los ayudamos, los volvemos más inseguros”, comenta Rocío. “Hay estudios que indican que estos niños tienden a ser menos autónomos y tienen menores herramientas para enfrentar situaciones de presión, como es el aspecto académico”, aclara.

Y precisamente, uno de los ámbitos de la vida en los que se presenta con mayor incidencia la sobre protección, el control y la sobre exigencia de los papás helicóptero, es en lo relativo a su educación. Rocío González explica que a nivel cultural la educación es un aspecto muy importante. Por ello, asegurar el rendimiento académico de los hijos mediante la intervención y el control excesivo es una practica común. “El rendimiento se concibe como un elemento que nos posiciona en un lugar importante dentro de la cultura, de lo social. Por eso estos padres tienden a centrarse más en estos temas, ya que el foco tiende a ser que los hijos sean lo más exitosos posibles”, comenta.

La especialista en educación de origen nigeriano y ex decana de la Facultad de Psicología de Stanford, Julie Lythcott Haims, autora del libro How to Raise a Child, conoce de primera fuente las consecuencias de este estilo de crianza en estudiantes. Mientras ejercía como líder de la facultad de la universidad norteamericana, Lythcott observó los notorios cambios entre generaciones previas de universitarios y aquellos que habían sido criados mayoritariamente bajo el régimen de los padres helicóptero. En un cortometraje animado publicado por The Atlantic, la ex decana explicó que, mientras ejercía su cargo, los miembros de la facultad comenzaron a referirse a los alumnos como “niños” o “chicos”, términos que hasta entonces nunca habían sido utilizados para referirse a estudiantes universitarios. “Demasiados estudiantes parecían carecer de aptitudes para conducir sus propias vidas” explica la educadora. “Y eso no es bueno para ellos, pero tampoco para nosotros a nivel de sociedad”. En la secuencia animada se explica que el helicopter parenting es una estrategia que pareciera funcionar en un principio para el éxito de los hijos. “Como niño, te mantienen a salvo. Recibes direcciones claras, e incluso, obtienes mejores notas porque probablemente ese padre está siempre discutiendo con los profesores”, comenta Lythcott. Pero, tras esa apariencia de educación efectiva que produce resultados positivos, los padres están en realidad obstruyendo el camino de sus hijos. Muchas veces sin siquiera darse cuenta.

Una investigación publicada en la revista científica Journal of Child and Family Studies titulada The Effects of Helicopter Parenting on Academic Motivation, confirma que, este estilo de crianza mejora el rendimiento de los niños en el corto plazo. Pero, a la larga, genera grandes perjuicios. Los niños encuestados que tenían madres helicóptero mostraron tener solo motivaciones extrínsecas para estudiar, una mayor tendencia al perfeccionismo y carencia de metas propias y, además, evitaban establecerlas. Todos estos elementos se han asociado con un menor rendimiento académico en investigaciones anteriores. “La crianza helicóptero está relacionada con motivaciones académicas inadaptadas que pueden tener implicaciones negativas para el rendimiento académico”, explica el documento.

Pero, incluso más allá del ámbito escolar o universitario, los hijos de padres helicóptero desarrollan otras carencias que los perjudican también en diferentes aspectos de sus vidas. “Cuando lleguen a la adultez probablemente tendrán una tendencia al perfeccionismo, también muy posiblemente sientan frustración y preocupación por los logros”, explica Rocío González. “La falta de autonomía —porque siempre hicieron todo por mí— puede generar adultos inseguros, con baja autoestima. O el polo opuesto: adultos muy autoexigentes que no logran disfrutar de experiencias por tendencia al perfeccionismo”.

Los hijos de padres helicóptero según Julie Lythcott han sido privados de la posibilidad de enfrentar situaciones por sí mismos, de hacerse responsables de las consecuencias de sus acciones, de tomar decisiones, todas habilidades fundamentales para convertirse en adultos competentes. “Tenemos entre nosotros una población de adultos jóvenes que literalmente no saben ser adultos”.

Los niños merecen la oportunidad de cometer sus propios errores, aún cuando para los padres sea difícil mantenerse al margen y observar desde la distancia sin intervenir. Porque solo a través de esos errores aprendemos que en la vida, incluso cuando las cosas no salen de la forma que esperamos o cuando tomamos decisiones equivocadas, siempre es posible enmendar el camino y comenzar de nuevo. Julie Lythcott cierra su reflexión en torno a la crianza helicóptero explicando que desde que un hijo aprende a caminar comienza su camino propio alejándose poco a poco de sus padres. Y agrega que la paradoja más difícil de aceptar para muchos es que, como papás, el trabajo de criar implica formar y educar niños competentes y autovalentes. Y esto finalmente termina por dejar a los padres sin ese trabajo.