Hace un par de días, la periodista Paula Escobar, en un artículo publicado en La Tercera titulado Diccionario de las nuevas palabras de la política chilena, definió la paridad como “un piso básico de igualdad de género, para una sociedad donde aún persisten discriminaciones atávicas. Tras la elección de una Convención Constitucional paritaria en Chile, la palabra se ha ido transformando en un estándar civilizatorio, para la construcción de una sociedad más justa”. Una palabra que, por tanto, ninguna o ningún personaje político ha dejado fuera de sus discursos y programas.

Pero más allá del discurso ¿qué implica la paridad? ¿Es una garantía para que las demandas del movimiento feminista sean incluídas es la nueva carta magna? El Observatorio de la Nueva Constitución realizó un documento llamado Género y nueva Constitución para Chile, en el cual analiza detalladamente el perfil y las propuestas de los Convencionales en cuanto a la autonomía de la mujer: política, física y económica. Siendo uno de los resultados que del total de Convencionales, el 57,4% tiene un perfil pro feminista, un 7,7% tiene propuestas pro mujer, mientras que el 23,9% restante no se pronuncia al respecto.

La académica de la Universidad de Santiago de Chile, Pamela Figueroa, es también investigadora del documento de género del Observatorio y explica que toda la literatura académica señala una diferenciación entre la representación descriptiva y la representación sustantiva. “La primera tiene que ver con cuántas mujeres llegan a espacio de representación política, pero eso no necesariamente significa que porque las mujeres estén, la agenda pública sea feminista, porque muchas veces las mujeres que ocupan cargos de representación no tienen propuestas feministas. A veces se llega a esta simplicidad de que si hay paridad, eso quiere decir que ya se incluyó esa agenda”.

¿Cuál es la principal diferencia entre feminista y pro mujer?

Las propuestas feministas son más estratégicas, las pro mujer son pragmáticas. En ambas se reconoce que las mujeres están en una situación de subrepresentación, de desmedro en relación a los hombres, pero las propuestas pro mujer lo que buscan es, a partir de ese reconocimiento, en términos pragmáticos mejorar esa condición. Sin embargo, las propuestas feministas son más estratégicas y lo que plantean es buscar un cambio de fondo, más sustantivo.

Por poner un ejemplo…

En temas como el posnatal, una propuesta pro mujer sería mejorar ciertas condiciones del posnatal o ampliarlo; una propuesta feminista plantearía exigir que el posnatal sea compartido por el padre y madre durante el mismo tiempo y que eso, además garantice una igualdad salarial. Porque si no se cambian esas cuestiones estructurales, igual las mujeres siguen perdiendo autonomía económica, ya que el peso de la maternidad se lo llevan ellas. Si hacemos la definición de que la responsabilidad del nacimiento del hijo o hija es de padre y madre por igual, y eso a su vez estuviese regulado, la situación sería distinta.

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El documento creado por el Observatorio indica que las propuestas relacionadas a la autonomía de la mujer en la toma de decisiones fueron las que surgieron con más frecuencia; de hecho el 56,8% de los constituyentes las apoyan. Mientras que las propuestas de autonomía física son apoyadas por el 49,7% y las propuestas de autonomía económica sólo alcanzan el 28,4%. Al desagregar las propuestas entre las dos categorías de autonomía física (violencia de género y derechos reproductivos), el porcentaje más bajo de constituyentes, 22,6%, se refleja en las propuestas categorizadas bajo la autonomía física relacionadas a la violencia de género. En comparación, el porcentaje de constituyentes con propuestas que apoyan autonomía física relacionada a los derechos reproductivos es del 43,2%.

Entre otros datos que entrega el acabado análisis, y en cuanto a propuestas de autonomía económica de las mujeres, “aquellas con mayor recurrencia fueron las que apoyan el reconocimiento del cuidado y trabajo doméstico no remunerado al igual que la equidad de género salarial, reflejado en el 19,35% y 12,9% de las y los Constituyentes que las respaldan respectivamente”.

Pamela Figueroa, explica que “lo que vemos es que la mayoría de las propuestas están centradas en lo político y menos en el tema económico y físico, por tanto nos parece que el debate de la Convención va estar fundamentalmente puesto en el tema más bien de la autonomía política de las mujeres. Es importante identificar las diferencias de estas propuestas, puesto que no necesariamente porque la Convención Constitucional sea paritaria implica que los debates del contenido del texto constitucional van a ser feministas, hay muchas propuestas que son solamente pro mujer”.

¿Cuál es el riesgo de que se crea que por haber paridad la agenda feminista está garantizada?

Yo prefiero no hablar de riesgos porque creo que estamos frente a una oportunidad. Por primera vez en la historia del mundo hay una Convención Constitucional paritaria, entonces el paso adelante es muy importante. Sabemos que la Constitución va a incluir normas por 2 ⁄ 3 de los convencionales constituyentes y si hay casi un 60% que tiene propuestas feministas y otro porcentaje que tiene propuestas pro mujer, lo que tenemos es un escenario de oportunidades de por fin avanzar en incluir en el debate público la conceptualización de igualdad de género. Si comparamos esto con congresos anteriores o con las propuestas de candidaturas presidenciales de años atrás, estos temas ni siquiera estaban en la agenda.

Sí, pero ahora estamos en otro contexto...

Claro. Hay dos antecedentes políticos a esto. Lo primero es la elección de Michelle Bachelet dos veces como Presidenta de la República, porque eso genera un avance muy importante en el poder simbólico, que es que las mujeres pueden estar en un espacio político. Y lo otro es que en el segundo mandato de la presidenta, hizo las reformas políticas que llevaron a la Ley de Cuotas, en ese momento se habló mucho de avanzar hacia la paridad, pero no hubo acuerdo político. Dicha ley se reflejó en que un 23% de mujeres llegaron a cargos de representación en el Congreso, fue un aumento porque antes había 16%, pero aun así es un porcentaje bajo, y ya se veía que era muy importante cuando llegó el debate sobre cómo construir la Convención Constitucional, lo que permitió que se buscara una paridad no sólo en listas, sino que también en los resultados.

Pero no me refiero solo al contexto político sino que también social, las últimas marchas feministas han sido las más convocantes.

Por supuesto que en esto es clave todo lo que ha pasado socialmemte desde el 2018, que fue el año de la revolución feminista –como le llamaron los medios de comunicación en Chile– con la movilizacion de las jóvenes y todo ese contexto.

Según el informe, la autonomía económica y física de las mujeres son las que tienen menor porcentaje de propuestas ¿a qué se debe?

En las últimas décadas, los temas económicos y de las autonomías físicas como son los derechos sexuales y reproductivos, han sido impulsados por mujeres en el Congreso. Nombres hay varios, como Adriana Muñoz que fue la presidenta del Senado; también María Antonieta Saa o Laura Rodriguez, por mencionar a algunas. Pero no fueron agendas fáciles, porque encontraron mucha resistencia en los sectores más conservadores. La ley de divorcio, el reconocimiento de los hijos e hijas no concebidos en el matrimonio, por poner algunos ejemplos, fueron leyes que costó mucho sacar adelante y estas mujeres tuvieron que trabajar mucho para avanzar en eso. Y es lo mismo que está ocurriendo ahora, los sectores más conservadores generan ciertos mitos de que las feministas quieren sobre representarse en todos los ámbitos –dijeron incluso que la paridad era meter la mano la urna– y uno ve con los resultados de la paridad que no es así, que incluso más mujeres electas tuvieron que ceder sus cargos a hombres.

¿Son los llamados “temas valóricos” donde hay más resistencia?

Si, son temas culturales que todavía tienen resistencia de cierta élite y grupos conservadores. Pensemos que incluso hoy en la Ley de Matrimonio, en una de sus fórmulas, la mujer todavía está subyugada económicamente. Eso aun existe en este país. Por eso es importante distinguir que la autonomía de la mujer tiene distintos ámbitos (político, económico y físico), porque al diferenciarlo vemos que hay algunos que están teniendo mayor resistencia, como es reconocimiento de la economía de cuidado y la igualdad salarial, los derechos sexuales y reproductivos, y la violencia de género. De todas maneras el escenario actual es un escenario favorable para que estos temas que culturalmente no han estado en el debate público puedan estar y se pueda avanzar, porque los estudios de opinión pública muestran que están bastante legitimados a nivel social y que los que se resisten son solo un grupo pequeño.