Las comunidades en línea que promueven los trastornos alimenticios existen casi desde la llegada de Internet. Personas que detrás de una máscara digital intercambian consejos para perder la mayor cantidad de peso posible, imágenes de inspiración, dietas extremas y desafíos que pueden ser mortales. Cientos de personas que se encuentran para promover estilos de vida que en realidad son enfermedades peligrosas. No se trata de nada nuevo, pero la pandemia y las redes sociales alimentaron este fenómeno.

En un comienzo se podían reconocer estos sitios porque iban acompañados con dos nombres: Ana y Mía. Anorexia y Bulimia. Esas etiquetas luego fueron desapareciendo –por ser demasiado evidentes­–, pero las publicaciones que tienen el mismo objetivo siguen esparciéndose a gran velocidad en las redes sociales. Usando etiquetas y hashtags ingeniosos que van mutando, las publicaciones dañinas logran escapar de los filtros.

TikTok es hoy un caldo de cultivo para estas publicaciones. La red social favorita de los más jóvenes asegura que está vigilando el tema de cerca y que ha cerrado varias cuentas por estos motivos. Y a simple vista pareciera ser así. Si se hace una búsqueda con los términos más utilizados para encontrar este tipo de publicaciones, como thinspo, aparece una línea de la Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios de Estados Unidos. También materiales de consejos y ayuda. Pero luego se tarda menos de un minuto, incluso treinta segundos, en encontrar nuevo contenido bajo variaciones de las clásicas etiquetas.

Lo mismo sucede en Instagram, la red social de las imágenes perfectas y los filtros de belleza. También de fácil acceso son los grupos existentes en WhatsApp y Telegram donde se comparten consejos sobre cómo vomitar y ayunar durante días.

La pandemia alteró las rutinas y llevó a miles de personas al encierro, provocando un empeoramiento de la salud mental. También aumentó el tiempo dedicado a las redes sociales. Esa combinación es una de las posibles causas del incremento de los trastornos de conducta alimentaria (TCA).

En Estados Unidos, las salas de emergencia reportaron un incremento importante en la asistencia de adolescentes con estos desórdenes, según datos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades. Una tendencia que se repitió en muchos países, incluyendo Chile. “Hemos visto un aumento importantísimo en trastornos de conducta alimentaria en nuestra unidad. Trabajamos a través de distintos programas y el de trastorno de conducta alimentaria se cuadriplicó desde 2021 en relación con los números de ingresos que teníamos anteriormente”, asegura el jefe de la Unidad de Salud Adolescente del Hospital Sótero del Río, Javier Carcey, quien relaciona el encierro y el uso de las redes con este tipo de trastorno.

Según cifras de la Unidad de Salud Adolescente, del servicio de salud metropolitano suroriente, el año 2017 ingresaron 28 pacientes con este tipo de trastornos. En 2021 fueron 84. Este año, en los primeros tres meses, ya han ingresado 34. Los jóvenes “están pegados a redes sociales donde normalmente ven ejemplos que no son muy positivos para ellos. Donde hay una perfección del cuerpo, de la imagen corporal. Se van sintiendo mal con su propia autoestima, con su propio cuerpo”, explica.

La Asociación Nacional de Trastornos Alimentarios de Estados Unidos sigue este tema de cerca. “Hay hashtags que agrupan a personas que muestran comportamientos o fomentan pensamientos poco saludables y desalientan la búsqueda de ayuda y eso puede ser realmente peligroso”, dice Lauren Smolar, directora de programas.

Lo más preocupante es que los algoritmos registran la información de todas las búsquedas en línea y están diseñados para enviar contenido dañino a usuarios que probablemente ya luchan con su imagen corporal.

Las empresas dueñas de estas redes sociales están recibiendo presiones para actuar frente a este problema que parece cada vez más fuera de control y que golpea directamente a niños y jóvenes. Pero a pesar de los esfuerzos por ocultar los contenidos nocivos, siguen existiendo algunos videos que promueven los trastornos alimentarios. Algunas etiquetas relacionadas con el tema tienen más de 70 millones de visitas. “El algoritmo de redes sociales te va tirando ese tipo de información constantemente. Al final los jóvenes están como en un loop permanente donde están viendo eso todo el rato, todo el día”, dice Carcey.

Las organizaciones relacionadas con este tipo de enfermedades están pujando para que las compañías mejoren sus algoritmos. “Se puede hacer mucho más para crear entornos más seguros para cualquier persona que esté en línea, y para asegurarnos de que los mensajes y influencias perjudiciales estén menos disponibles”, dice Smolar.

La experta alienta a todas las personas que están sufriendo con este tema a prestar atención a lo que muestran su feed o espacio virtual. Hace un llamado a ser conscientes de a quién seguimos y con quién interactuamos. “¿Qué es lo que más ves? ¿Imágenes y comunicación negativa que te va a hacer sentir mal sobre ti mismo o tu cuerpo? Cuanto más las veas, más va a influir”, dice Smolar.

“Hay muchas comunidades y cuentas disponibles sobre la aceptación del cuerpo. Pueden ser realmente una gran alternativa para esas personas que están buscando una manera de conectarse con otras personas que entienden por lo que está pasando. A diferencia de conectarse con personas que no son capaces de apoyarte de forma segura o de una manera saludable”, explica.