París, donde la vie est belle
Relato de un viaje de Trinidad Id (@trini_id). Publicista de profesión y ex productora de moda, con estudios en fotografía (Parsons NY) y redacción creativa (NYU). Actual directora de la agencia de marketing digital Chok Chok Social, radicada en Nueva York.
Paula.cl
Conocí París a los 11 años, lo que me hizo pensar a tempranísima edad que quizás había sido criada en el lugar equivocado, porque París es, sin lugar a dudas, el lugar más lindo del mundo. A los 19 volví al encuentro de un loco amor de verano que cuando no estaba de vacaciones con los amigos, estaba trabajando como redactor creativo en la Rue de Rivoli. Siempre les critico a mis papás, semi en serio, semi en broma, haberme dejado ir como las locas a esa ciudad en busca del joven en cuestión.
Con los años conocí más lugares, países y rincones. Más remotos, extraños y lejanos a mi realidad, pero el pensamiento nunca mutó: París seguía siendo la ciudad más linda del mundo.
¿Por qué no vivía yo en la ciudad más linda del mundo? Era una pregunta recurrente en mi cabeza, seguida de respuestas simples como que no hablaba francés, ni tenía una nacionalidad que me diese el pase-gol. Y, aunque que quisiera comunicarme con señas y muchas sonrisas, las risitas a los parisinos les importan bien poco.
Desde entonces, trato de ir a ver a mi ciudad platónica lo más que puedo. He tenido mucha suerte porque ya son 7 veces. En esta visita (la primera desde que vivo en NY) encontré que la ciudad estaba cada día más guapa y yo cada vez más lejos de aprender francés.
Sin la necesidad de agregarle más destinos a este año, y decidida a estar temporalmente a dieta de aviones, la oportunidad de ir a París se presentó cuando una marca de modas me ofreció ir a verlos a su desfile en la ciudad de las luces. Les dije: "Los odio, ahora obvio esta será la excusa para comprarme un pasaje a mi ciudad favorita".
10 días pasaron y yo ya estaba autoconvencida de que era el momento perfecto, de que viajar es una inversión y de que ir a la semana de la moda no podía ser mejor oportunidad. Y listo, comprado estaba un pasaje ameno en horas y en montos.
París es tan odiosa que tiene ese don de que por donde la mires y a la hora que la mires, se ve linda. No importa si es cerca de Campos de Martes y la Torre Eiffel; no importa si es en el barrio bohemio y muy local de Canal Saint Martin, un domingo lluvioso en el turístico Montmartre o a la hora del taco cerca de la Ópera. Das vuelta tu cabeza o concentras tu mirada en un rincón equis y París te comunica que es una ciudad que abraza con orgullo el seguir viéndose del siglo XVIII, que seguirá cuidando sus fachadas, sus enormes jardines, sus increíbles museos, su mezcla de gris, blanco, oro, adoquines, puentes de cuento, avenidas y cielos.
París, en buen chileno, les da "cancha, tiro y lado" a varias capitales del mundo, y tiene ese "allure" que solo esa ciudad tiene. La fórmula mágica es la consistencia de todas las partes. No es lo uno o lo otro. París no tiene increíble arquitectura, pero una horrible gastronomía. París no tiene las marcas de moda más importantes, pero la gente más poco simpática. No, París lo tiene todo.
Su arquitectura es embrujante, lo que se debe en gran parte, a las gracias y malabares del Barón Haussmann, quien a mediados del siglo XIX cambió un París insalubre para muchos, en la ciudad que hoy es y que podemos disfrutar. Su plan consistía en grandes avenidas, limpieza de las calles, instalación de grandes parques en el medio de la ciudad, puntos de referencia como el Arco de Triunfo, la Gran Ópera, la Torre Eiffel y el decretar la altura uniforme de todos los edificios de los distintos quartiers (barrios).
Hoy se le recuerda en una ciudad que hasta hoy mantiene esa fórmula mágica, y una avenida que lleva su nombre y acoge a las grandes casas comerciales de moda como Galerías Lafayette y Printemps, justo atrás de la Ópera.
Imperdible en la semana de la moda fue recorrer la estrecha, concurrida y muy chica Rue de Saint-Honoré. Ahí mismo se encuentra la casa de Macron, donde había una mezcla de los guardias de gobierno con Julia Roberts saliendo del Mandarin Hotel. Ella, casi cruzándose con Claudia Schiffer, quien en la misma calle y en la famosa boutique Colette, firmaba, a quien se le cruzara, su nuevo libro que conmemora sus 30 años de carrera. Todo esto, vestida de Barbie del futuro.
Ahí mismo pudimos disfrutar la hermosa colección de accesorios de Hermès, que en el segundo piso de una de las casas antiguas, Saint Honoré, la marca presentó su colección de accesorios y carteras previo a su impecable show primavera-verano 2018 frente a la Torre Eiffel en el Palacio de Chaillot, que juntó a la elite de la moda parisina y mundial para ver los guiños que la casa francesa añadirá con su estilo insignia a las tendencias del próximo verano.
Nina García, Anna Dello Russo y Leandra Medine, entre muchas otras, llenaban el front row que en esta ocasión, incluía prosecco para todos los invitados.
Y es que para quien le gusta la moda, París es un sueño. Una ciudad que respira elegancia, estilo e historia sin esfuerzo. Por eso no podía existir mejor lugar ni ocasión para celebrar la historia y trayectoria de la casa Dior en la exposición que aún se encuentra en el Palacio de las Artes Decorativas en la Rue de Rivoli a pasos del Museo del Louvre.
Dior, 70 años de creación conmemora los inicios de Christian Dior, su revolución al crear el "New Look" y el cómo todos sus sucesores dieron que hablar en su momento. Gianfranco Ferré, John Galliano, y Raf Simons, entre otros, se encuentran en este paseo visual inmenso y enriquecedor. Cuando lleguen al final de la muestra, y vean el último salón de exposición, entenderán porqué valió la pena esperar en las afueras del Palacio, más de 45 minutos para poder entrar.
París, al igual que Nueva York, come piernas, significa un viaje largo a veces y aprieta el bolsillo, pero es y será una de las ciudades más únicas, mágicas, elegantes e interesantes del mundo. Una ciudad en la que, cuando llegan las 6 de la tarde, verás a todos caminar a paso normal con su baguette fresco bajo el brazo camino a casa a destapar un rosé de mitad de semana, y será ahí cuando entenderás por qué en París la vie est belle.
4 Imperdibles
- Dior, 70 años de creación: Museo de Artes Decorativas - 107, Rue de Rivoli
- Yves Saint Laurent: Musée Yves Saint Laurent - 5 Avenue Marceau 75116, París 16
- Carette: una hora del té al más puro estilo parisino con vista a la Plaza de Trocadero 4 Place du Trocadéro.
- Bouillon Chartier: una brasserie histórica de París. Un secreto bien guardado entre parisinos que esconde un lugar encantador y tradicional con precios ridículamente baratos, servicio impecable y todos los platos típicos franceses acompañados de buenos vinos y sangrías. Siempre hay que esperar, pero la fila se mueve rápido. 7 Rue du Faubourg Montmartre, 75009 París.
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