Si Cristóbal Balenciaga -cuyos desfiles eran silenciosas ceremonias- viera un desfile de hoy en día seguramente no lo creerían sus ojos… ni sus oídos. Coco Chanel, epítome de la modernidad en su tiempo, se iría dando un portazo y protestando contra una generación sin valores. Christian Dior, tan gentil, tan amable, no tendría siquiera la voz para protestar y se retiraría a su casa de campo para cuidar su jardín y no pensar en la debacle del mundo.
No, los desfiles de hoy no tienen nada que ver con los del pasado. Por una sencilla razón: si antes el centro de interés era la prenda y el 'couturier' era sagrado, hoy podría decirse que las prendas son un elemento más dentro del show (y, a veces, ni siquiera el más importante) y el diseñador, sencillamente reemplazable.
Hoy la Fashion Week de París, la última de 'las cuatro grandes' (con Nueva York, Londres y Milán), está viviendo un momento de gloria. Si otros años se le reprochaba una falta de dinamismo comparada a Nueva York o de creatividad en relación a Londres, esta temporada confirma la tendencia: todos quieren estar en París. ¡Hasta Gucci y su niño mimadísimo de la moda, Alessandro Michele, abandonaron Milán para desfilar en la capital francesa! Objeto de culto del público y de la industria, Gucci es la joya del grupo Kering, propietario de la marca: desde la llegada de Michele en 2015, las ventas subieron casi 60%.
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Gucci abrió el baile en el primer día del calendario marcando el tono de la semana. Fiel a su estilo kitsch de los años 70, Michele comenzó su desfile en el mítico Le Palace (la disco emblemática de los años 80) con un filme de vanguardia estilo Andy Warhol y la propia Jane Birkin cantando uno de sus éxitos en medio del escenario. Con Michele no queda duda: moda y espectáculo van de la mano; más que complementarse, se fusionan.
Dior también incursionó en el show. Para presentar su etérea colección inspirada en bailarinas de vanguardia como Isadora Duncan, Martha Graham y Pina Bausch, acudió a los miembros de la compañía de la coreógrafa israelí Sharon Eyle, que acompañaron a las modelos a su paso. Anthony Vaccarello, director artístico de Saint Laurent, hizo desfilar a sus modelos en una pasarela de agua iluminada por palmeras blancas eléctricas bajo la imponente torre Eiffel. En Issey Miyake las modelos estuvieron acompañadas por la música en vivo de la pianista y compositora Hiroko Sebu, que interpretó sus propias composiciones, y en Celine, en los Inválidos, donde yacen los restos de Napoléon, un miembro de la Guardia Republicana anunció el comienzo del desfile con un redoble de tambor.
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Rochas[/caption]
Los desfiles que solamente proponen la fórmula modelos y una cinta de música grabada están en vías de extinción. Las pasarelas -que cada vez más a menudo recorren hombres y mujeres al mismo tiempo- son hoy en día laboratorios en donde cada seis meses los diseñadores experimentan cómo atraer con nuevas historias la huidiza atención de los medios y de los consumidores. Pero como no siempre es posible inventar la minifalda, el decorado adquiere una importancia vital y casi todas las firmas buscan sitios excepcionales y acuden a profesionales para hacerlos aun más excepcionales. Dior desfiló en el hipódromo de Longchamp; Jacquemus, en la imponente Embajada de Italia; Saint Laurent, bajo la torre Eiffel; Stella McCartney, en la Ópera de París; Louis Vuitton, en el Carré du Louvre, donde instaló un inmenso túnel transparente; Sonia Rykiel, en un pasaje en el 6º arrondissement, que ahora lleva su nombre, y Chanel montó una playa paradisíaca en el Grand Palais, para citar algunos ejemplos. Chanel es experto en eso de crear ambientes originales y desde hace años el Grand Palais es su terreno de juegos favorito, el que ha convertido en supermercado, galería de arte, bosque, plataforma de lanzamiento espacial, centro de computación y brasserie.
Obviamente, no todos los diseñadores disponen de los presupuestos faraónicos de las grandes casas, pero con un poco de imaginación se puede hacer hablar de ellos. Por ejemplo, para su primer desfile Marine Serre, nueva llegada al calendario (ganadora del premio LVMH 2017), eligió mostrar su colección en el Jardín d'Eole, un parque moderno con vista a las vías del TGV en el muy poco 'fashion' 18º arrondissement, lo que va muy bien con su ropa urbana. El diseñador brasileño Francisco Terra, de la marca Neith Nyer, es poco conocido del gran público aunque ya obtiene cierto éxito desde hace tres años (su ropa salió en la portada del mensual francés L'Officiel y del Vogue italiano), organizó su desfile en la calle… y sin público pero vía Instagram. Una manera de llamar la atención y una crítica a un sistema que considera elitista.
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Gucci[/caption]
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Neith Nyer[/caption]
Puesto que la moda es espectáculo, el show business nunca estará lejos y el juego "dime cuantas celebridades fueron a tu desfile y te diré quién eres" está en pleno apogeo. Los desfiles de las fashions weeks son la ocasión de un torbellino de celebrities que van a unos y otros a veces por amistad, otras veces por acuerdos financieros y siempre para hacerse ver: Kate Moss, Cindy Crawford, Zoë Kravitz, Lindsay Lohan, en Saint Laurent; Blake Lively, Eva Herzigova, Jennifer Lawrence, en Dior; Pamela Anderson, Pharrell Williams y Vanessa Paradis, en Chanel; Alexa Chung, en Stella McCartney; Natalia Vodianova y Olivia Wilde, en Valentino; Cate Blanchett, Alicia Vikander y Catherine Deneuve, en Louis Vuitton; Faye Dunaway y -por supuesto- Salma Hayek, en Gucci. Otra versión del juego es "dime qué top desfila y…". Este año todas las miradas convergieron sobre Kaia Gerber, la hija de Cindy Crawford, que a los 17 años parece haber destronado (por lo menos esta temporada) a Kendall Jenner. La única aparición de Cara Delevingne en una pasarela (Balmain) también dio mucho que hablar.
En fin, que el objetivo de la operación Fashion Week, además de vender, es por cierto hacer hablar. Y todo lo que puede hacer hablar es bienvenido: las carteras de paja XXL de Jacquemus, el logo de Chanel dividido en dos, el sombrero-silla de Vivienne Westwood… Y este año, un regalo del cielo, una pequeña revuelta: la de las periodistas de moda anglosajonas, indignadas contra Hedi Slimane, que reemplazó a la británica Phoebe Philo como director artístico de Celine. Slimane, sin reparos, dejó totalmente de lado todo lo que había hecho a la marca minimalista de LVMH y hasta osó bautizar la colección "Celine 01", como si la marca no hubiera existido durante setenta años antes de su llegada. El GQ inglés no muerde sus palabras: "Esta táctica de la tierra quemada es horrible para las mujeres que querían usar algo que no fuera degradante". Vanessa Friedman, del New York Times, lamenta "el fin de una época cuando Céline definía lo que era ser una mujer inteligente, adulta, ambiciosa y elegante." Pero Slimane tiene sus defensores, como la bloguera Julie Zerbo, quien opina que "Hedi hizo Hedi en Dior, hizo Hedi en Saint Laurent y hace Hedi en Celine". Mientras, Bernard Arnault se frota las manos esperando ver subir las ventas de su marca a nivel de Gucci, Louis Vuitton y Chanel.
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Vivienne Westwood[/caption]
Pero hay quienes opinan que el sistema está en su punto límite. Alexandre de Betak, el más célebre de los escenografistas de desfiles y responsable de algunos de los más espectaculares, es uno de ellos: "Creo que sí. En su origen era una necesidad práctica, una cita para los clientes, abierto a un puñado de periodistas importantes. Luego hubo la escalada mediática, primero la prensa escrita, luego la TV. Hoy en día las casas gastan un montón de dinero para satisfacer el calendario de la prensa de moda y esta gasta un montón de dinero para viajar a Nueva York, París, Londres y Milán para agradecer la invitación de los diseñadores, quienes a su vez son sus anunciantes. Pero para continuar interesando al espectador final, sobre todo a los millennials, habrá que romper las reglas, y cuando se rompen las reglas se rompe el sistema".
Pero por ahora, the show goes on…
10 tendencias de la Fashion Week de París: Qué se vio y dónde
- Vestidos en redecilla: Dior, Chloé, Sonia Rykiel.
- Colores acidulados: Balenciaga, Issey Miyake, Rochas, Chanel.
- Estilo ciclista: Stella McCartney, Chanel, Esteban Cortázar.
- Mangas XXL: Balmain, Chloé, Stella McCartney, Louis Vuitton.
- Traje masculino: Celine, Balmain, Stella McCartney.
- Terracotas y anaranjados: Chloé, Issey Miyake, Hermès, Marine Serre, Stella McCartney, Esteban Cortázar.
- Tie and dye: Stella McCartney, Issey Miyake, Dior.
- Flecos: Chanel, Chloé, Rochas, Alexander McQueen, Sonia Rykiel, Esteban Cortázar.
- Oversize: Celine, Stella McCartney, Chanel.
- Cortes asimétricos: Balmain, Issey Miyake.
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La frescura fue clave en el desfile de Hermès.[/caption]
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Las modelos de Christian Dior desfilaron rodeadas de bailarines.[/caption]