De patito feo a reina del rock & roll

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Faldas cortas, pantalones anchos y camisas de hombre fueron las primeras armas que usó Janis Joplin (1943-1970) como respuesta al rechazo que provocaba su apariencia y su urgencia por construir una identidad fuera del canon. Después se convertiría en una revolucionaria de la moda.




Paula 1234. Sábado 9 de septiembre de 2017. Especial moda, inspiración 1967.

Su biografía está íntimamente ligada a su guardarropa. Hasta los 13, no era muy distinta al resto de las chicas de la localidad de Port Arthur de la década del 50. Pero bastaron un par de años para que unos kilos demás y la irrupción de un fuerte acné "hicieran que el mundo me diera la espalda", como comentó en varias entrevistas, cuando ya era una celebridad del rock & roll y el blues.

Aislada por el entorno, Janis comenzó a vestir faldas cortas, pantalones anchos y camisas de hombre que llamaban la atención en ese ambiente de clase media norteamericana, donde el máximo panorama era ver televisión. Según sus biógrafos, Janis se habría inspirado en un ejemplar de la revista Time que llevaba un reportaje sobre los beatniks.

En la Universidad de Texas, donde estudió Bellas Artes, no le fue mejor. Fue nominada al cetro de "hombre más feo", hito que la marcaría por siempre según revela Powell St. John, amigo e integrante de su primera banda, los Waller Creek Boys en el documental Janis: Little Girl Blue.

A los 20 su vida cambió cuando dejó el infierno del pueblo chico y se instaló en San Francisco. Una carta a sus padres con una foto, contenida en el mismo documental, da cuenta del oxígeno que le significó llegar a California: "Los de la foto son mis amigos. No van disfrazados, siempre visten así. Visto en perspectiva, no soy tan excéntrica, ¿verdad?", escribía.

En San Francisco, se vestía en tiendas de segunda mano, donde la ropa vintage, el terciopelo, los detalles de piedrecillas y bordados la atraparon, al tiempo que descubría su talento para elaborar un lenguaje coherente con esa ciudad, los tiempos y su música.

Janis Joplin descubrió un placer en la ropa. Coleccionaba telas y a veces cosía. Amaba los materiales lujosos y las telas metalizadas que complementaba con plumas, cintas y flores. Usaba tantos collares de mostacillas que bromeaba diciendo que no necesitaba usar camiseta y, mucho antes que Madonna, llenó sus muñecas de pulseras y brazaletes.

Su gran amiga Linda Gravenites fue su diseñadora para los shows. La convenció de usar vestidos cortos y juntas crearon prendas atrevidas y experimentales con las que Janis, ya convertida en una estrella luego de su presentación en el Monterey Pop Festival de 1967, se convirtió en la reina indiscutida de la movida hippie.

Con estatus de líder, se liberó de los sostenes y a ella se sumaron sus fanáticas. En la misma dirección, y dándole la espalda al boom del maquillaje, prescindió de este. El frizz, tan odiado hasta hoy, en ella fue un símbolo de naturalidad. Sin saberlo, Janis Joplin encabezó un movimiento libertario y fue una revolucionaria de la moda. Lo suyo fue salirse del camino y abrir una ruta alternativa.

El documental

Janis: Little Girl Blues (2015), dirigido por la candidata al Oscar, Amy Berg (Deliver Us from Evil), es el primer gran documental sobre Joplin. Aunque existía una película inspirada en su vida, The Rose (1979), con la que Bette Midler consiguió una nominación al Oscar a la Mejor Actriz, esta no logra acercarse a la intimidad que expone Berg. En Netflix.

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