Paula 1161. Sábado 22 de noviembre de 2014.

Por primera vez expondrá en Paris Photo, una de las ferias de arte más importantes del mundo; fue elegida para representar a Chile en la Bienal de Venecia 2015 y cerrará este 2014 con una muestra histórica en Galería AFA que rescata cerca de 60 fotografías inéditas tomadas en 1992. La fotógrafa Paz Errázuriz no se detiene por nada.

Travestis, boxeadores, ancianos, enfermos siquiátricos. Personajes anónimos, marginados por prejuicios de clase, sexo o edad, pero retratados, la mayoría de las veces en blanco y negro, con una belleza que resulta contradictoria y dignificadora. El trabajo de Paz Errázuriz –que comenzó hace más de 30 años– ha capturado la historia no oficial de Chile y sigue instalándose con fuerza en el país y el mundo: este año lo comenzó recibiendo el Premio Orden al Mérito Pablo Neruda, que destaca a figuras que han realizado significativos aportes al área cultural de Chile; expuso en el Museo de la Universidad de Berkeley de Estados Unidos con la serie La manzana de Adán, uno de sus trabajos más importantes, que retrata la vida de prostíbulos travestis de Santiago y Talca en los 80; y ahora, bajo el alero de Fundación AMA, acaba de reeditar un libro que registró ese trabajo en 1991, con textos de la periodista Claudia Donoso, pero esta vez con 92 fotografías en colores. "Hace 23 años, para su lanzamiento, se vendió solo un ejemplar. Eso me hace pensar en que hay un cambio en la mirada y revisión que se hace hoy sobre trabajos que no pudieron circular y ser digeridos en momentos de dictadura", cuenta Errázuriz sobre esta serie que, por estos días, es expuesta por primera vez en color en Paris Photo, una de las ferias de arte fotográfico más importantes del mundo.

Recientemente elegida para representar a Chile en la próxima Bienal de Arte de Venecia –donde junto a la artista Lotty Rosenfeld expondrá Poéticas de la disidencia, bajo la curatoría de Nelly Richard–, ahora termina los últimos detalles para exponer en Galería AFA la muestra Mujeres, que rescata cerca de 60 fotografías en blanco y negro realizadas en 1992, cuando recorrió el país retratando mujeres de distintas condiciones sociales, etnias y profesiones. "Es un proyecto que ha continuado hasta la actualidad con mujeres mayores como Matilde Pérez, Carmen Beuchat y Margot Loyola, pero en la galería mostraré el trabajo de 1992, me interesa fijar una época".

Desde el 11 de diciembre y hasta fines de enero, la artista Paz Errázuriz estará presentando en Galería AFA (Phillips 16, segundo piso), la exposición Mujeres. "Se trata de alrededor de 60 fotografías inéditas, en blanco y negro, hechas a mujeres, muchas de ellas destacadas en sus profesiones u oficios, así como también otras anónimas que realizan trabajos poco valorados", cuenta.

Hay un sello femenino en tus obras, que queda más de manifiesto con esta muestra en AFA. ¿A qué lo atribuyes?

Creo que existe una complicidad femenina, algo que va y vuelve. Algo especular: mirar y mirarse de vuelta. En el caso de La manzana de Adán, por ejemplo, mi primera complicidad fue con Mercedes, madre de Evelyn y Pilar, dos hermanos travestis que son protagónicos en el libro. A ella se lo dediqué, porque me conmovió el amor incondicional hacia sus hijos.

Siempre has fotografiado la identidad chilena desde los márgenes, ¿qué te conmueve?

Creo que el ser humano me fascina en todas sus facetas y dimensiones. La búsqueda de la identidad es una permanente provocación. Esa indagación se puede realizar dentro de cualquier ámbito, pero reconozco que lo chileno –como dice Armando Uribe– tiene que ver con el desgarro y la precariedad. Somos finis terrae.

Tu trabajo fotográfico ha permanecido por años guardado, hasta ser expuesto. ¿Cómo interpretas eso?

Mis trabajos me han tomado siempre muchísimo tiempo. Mi fotografía nunca fue aceptada, hasta que en 1987 obtuve la Beca Guggenheim, y con ese apoyo tuve más libertad para mis proyectos. Creo que los temas de mis trabajos requieren bastante investigación, lectura, búsqueda, sondeo y, desde luego, paciencia. En ellos existe un sentimiento de cercanía, una alianza, donde el contacto personal es parte primordial. No podría hacerlo de otra manera.