Paula 1081. Sábado 22 de octubre de 2011.
La semana de la moda de París, en su versión primaveraverano 2012, ignoró el largo pelaje que por definición es la expresión de lo femenino en la belleza de las pasarelas. El maquillaje, en tanto, uniformó a las modelos.
SARAH BURTON, LA BRILLANTE DISEÑADORA DE MODA HEREDERA DE ALEXANDER MCQUEEN, MOSTRÓ EN PARÍS UNA COLECCIÓN QUE HONRÓ LOS MEJORES ATRIBUTOS DE METAMORFOSIS -o evolución reptil, pez, humanoide- del último trabajo exhibido por el fallecido genio inglés, llamado Plato's Atlantis. La vara dejada por McQueen fue tan alta, y sin aparente vuelta atrás, que para Burton solo era posible anclarse en ella para continuar explorando la evolución de sastrería que quedó colgando en el robusto arnés de "tayloring" que nos han legado los ingleses, tanto antes como después de McQueen. Burton y su intrigante interpretación de belleza recrearon la idea del mutante pez-humano, ignorando el rasgo más fácilmente identificable con la silueta femenina: la melena. Las mallas cubrieron el pelo, e incluso, en momentos, la cara, con un acabado de alta costura en su factura. Pero la insistencia en ignorar el pelo traspasó transversalmente las pasarelas primavera-verano 2012 de París. Louis Vuitton mostró cabelleras tomadas de manera casual y desordenada, rematadas con una tiara simple y destellante. En el desfile de Chanel, cuyo set emulaba una versión blanca del fondo marino y sus descollantes formas, el único pelo largo fue el de la cantante convertida en "música en vivo" que animaba la pasarela, Florence Welch. Su larga cabellera rojiza contrastó radicalmente con la de las modelos, todas engominadas y peinadas a lo hombre.
El pelo tomado, recogido, bien peinado, o por el contrario, con un acabado-inacabado, es tradicionalmente el pelo de gala. Valentino, marca que homenajea siempre el vestido para la suprema ocasión elegante, optó, convenientemente para su declaración de principios, por pelos recogidos. Un sutil homenaje a la trenza enmarcando la cabeza que solía usar Grace Kelly en sus últimos años recorrió las cabelleras tomadas de las modelos. Balmain y su nuevo diseñador Olivier Rousteing -quien creara una curiosa, pero sexy colección que mezcló la sastrería y adornos del charro mexicano con el look siútico y estridente de los shows de Las Vegas- también apostó por el viejo pony tail y pelo engominado y perfecto. Stefano Pilati y su colección para Yves Saint Laurent recreó el peinado sexy y tirante-tirante, tomado y rematado en un tomate; casi un sello de fábrica de la marca y que produce, junto con el maquillaje marcado, el efecto de uniformar a las mujeres. Esto, quizás, aumentó el efecto hipnotizador que tuvieron los zapatos de esta colección. Imposible ignorarlos.
En resumen, París nos mostró un pelo contenido, chato, brillante en muchas ocasiones por la presencia repetitiva de gel, apegado a la cabeza y glamoroso, pero en un sentido masculino y andrógeno. Pelajes muy lejanos de las melenas despampanantes y con movimiento que estamos acostumbrados a ver en tan glamorosa semana de la moda, y que nos recuerda que en cuanto a belleza no hay normas: una melena frondoza y abultada puede ser tan sexy como un pelo pegoteado recorriendo impúdicamente las curvas de la cabeza.
PARÍS NOS MOSTRÓ UN PELO CONTENIDO, CHATO, BRILLANTE EN MUCHAS OCASIONES POR LA PRESENCIA REPETITIVA DE GEL, APEGADO A LA CABEZA Y GLAMOROSO, PERO EN UN SENTIDO MASCULINO Y ANDRÓGENO.
El maquillaje "somos todas iguales"
Una idea de uniformidad pareció teñir las caras de las modelos en las pasarelas, logrando un efecto de "somos todas iguales". Una idea que es atractiva a la hora de abordar majaderamente un tema y no desviar la atención de la ropa. En el caso de Chanel y Givenchy, cuyos desfiles tenían claras inspiraciones marinas, los maquillajes, ambos jugados a pieles muy naturales, resolvieron de manera opuesta esa naturalidad y uniformidad. Mientras en Chanel el uniforme impuesto en la cara daba cuenta de un gran contraste entre ojos y cejas súper definidos versus bocas más bien pálidas, Givenchy no tuvo contraste alguno; ojos y boca pesaban lo mismo, salvo por pequeños detalles de una especie de escamas brillantes adosadas a los ojos para crear la ilusión de sirenas.
Lanvin recreó el smokey eye, cuya influencia de polvos oscuros llegó hasta el arco mismo de las cejas, mientras Louis Vuiton marcó las cejas de manera violenta para encuadrar el clásico smokey eye bien definido y de forma almendrada.