Paula 1243. Sábado 13 de enero de 2018.
Por Marcela Fuentealba
Explicar una lengua de eruditos, en un ensayo libre y con ejemplos escritos por Platón hace 25 siglos, no parece ser un tema muy popular. Pero La lengua de los dioses. Nueve razones para amar el griego clásico (Taurus), de Andrea Marcolongo (30), fue la sorpresa editorial del año en Italia y pronto se tradujo al español.
Hay una urgencia que responde a una preocupación repetida y universal: el lenguaje se vuelve cada vez más banal en esta época de emoticones y sobreproducción de imágenes y frases, de posverdad y mentiras flagrantes. "El abismo que separa el significado de una palabra y su interpretación crece a cada hora, igual que los malentendidos y las cosas no dichas, directamente proporcionales a los lamentos y los fracasos. Poco a poco está perdiéndose la capacidad de hablar una lengua, sea cual sea. De entendernos y de hacernos entender. De decir cosas complejas con palabras sencillas, verdaderas, honestas", escribe Marcolongo.
¿Y qué tiene que ver el griego clásico? Es la lengua original del pensamiento de nuestra tradición cultural, con muchas características únicas, que son las que Marcolongo, enamorada de él desde niña, explica con tenaz paciencia. Los griegos pensaban que solo de las palabras nacen la belleza y el encanto, dice. Una lengua dominada por los verbos, no por los sustantivos, donde importan más los procesos y los actos que las cosas. La vida de una lengua está en la sociedad que la usa, y mantener su capacidad para decir lo complejo, y decirlo con matices y con verdad, es lo que podemos preservar.
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