Paula 1218. Sábado 28 de enero de 2017.

A unos 40 minutos del centro de São Paulo, en Cajamar, está el centro de investigación y fábrica de Natura. La obra del aplaudido arquitecto Roberto Loeb se emplaza en la mitad de la selva y está bordeada por las aguas del río Juqueri. Son 67 mil metros cuadrados construidos, en un terreno de 678 mil, que mezclan la fuerza del hormigón y la transparencia del vidrio. Desde el interior se disfruta de la amable luz natural que se cuela por todos lados y hacia fuera se contempla el verde brasileño de los jardines donde destaca una treintena de pitangas, arbusto neotropical típico de Brasil, cuyo pequeño fruto rojo es comestible y cuyas hojas se usan aquí en la elaboración de fragancias. A la espalda del edificio principal, un bosque que parece irreal.

A primera vista Cajamar no parece una fábrica. La planta de esta multinacional de cosméticos y productos de higiene personal y belleza fundada en 1969 (con 7 mil empleados, 1,9 millones de consultoras y operaciones en Argentina, Bolivia, Chile, México, Perú, Colombia y Francia) parece un campus universitario de primer mundo, con zonas comunes para trabajar, guardería infantil, restoranes, cafeterías, tienditas, gimnasio, piscina y peluquería. El estándar no es solo cosmético. La infraestructura fue diseñada para el ahorro energético en todas las áreas. A la luz natural se suman torres de aire acondicionado entre las líneas de producción, con salidas a tres metros del piso, que refrigeran todo el entorno en que se desenvuelven los trabajadores de este lugar de cielos muy altos. El agua que se usa en la producción es reutilizada en las áreas verdes, limpieza de áreas comunes y baños. El sistema de descarga al vacío, en tanto, consume dos litros de agua versus el tradicional que requiere 20. Todos los residuos de cartón se transforman en las cajas de material reciclado de los productos que se ponen a la venta.

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Uno de los jardines del edificio de Natura en Cajamar. Los arbustos del fondo son pitanga. Sus frutos son comestibles y sus hojas se usan en fragancias. En total, son cerca de 2.500 las materias primas naturales extraídas de hojas, plantas, flores, maderas, raíces y musgos que usa el Núcleo Olfativo de Natura.

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¿Cómo se piensa una fragancia?

En este edificio se encuentra el Núcleo Olfativo de Natura, liderado por la perfumista brasileña Verónica Kato, responsable de la creación de las fragancias de la marca que se utilizan en todos los productos: desde jabones y champús, hasta cremas de mano y perfumes. Ilía Florecer, su más reciente invención ya disponible en Chile, es una buena síntesis de cómo se trabaja aquí un perfume. Natura ya ha lanzado cerca de 200 y ha elaborado 21 aceites esenciales inéditos, como la pataqueira, el lemon grass, el açai, el camarú y el palo santo. Además de exquisitos, tienen la virtud de representar el espíritu de la naturaleza brasileña.

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Para este nuevo proyecto, el primer paso de Kato –quien trabaja con dos asistentes de perfumistas y tres evaluadoras olfativas– fue detenerse en un estudio de mercado que transparentaba la sensibilidad de la mujer latina actual. Según este, mexicanas, colombianas, peruanas, argentinas y chilenas gustan de vestirse y maquillarse con códigos femeninos y verse sensuales y naturales. Con esa información vino la lluvia de ideas, cruzada por el significado de los elementos olfativos. El resultado, tras meses de prueba, es "un mix de flores blancas, con la cremosidad de la gardenia y la sofisticación del jazmín transparente", explica Kato, quien desde 2010 solo trabaja con alcohol orgánico proveniente de la caña de azúcar.

En estricto rigor, como toda fragancia, Ilía Florecer es más complejo que eso. Sus notas de salida, que representan los primeros minutos de evaporación, contienen pomelo, mandarina, pera y durazno. Sus notas de cuerpo, que duran las siguientes 4 horas después de la aplicación, incluyen gardenia, rosa, jazmín transparente y muguet. Y las notas de fondo, últimas horas de evaporación, tienen vainilla, ámbar, sándalo y musk.

Verónica Kato: la perfumista

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Verónica Kato es una personalidad de la perfumería brasileña con una carrera de 27 años. Después de titularse de licenciada en Farmacia en Bioquímica en la Universidad Estadual de São Paulo, realizar un MBA y un curso en Casa de Prefumería Dragoco, trabajó un tiempo allí y luego en Quest y el Fib, en las categorías perfumería fina, personal care, laundry y household. Kato no es solo perfumista, sino uno de los escasos 40 creadores de fragancias que hay en el mundo.

¿Qué relevancia tienen las tendencias en la creación de una fragancia?

Son relevantes en un mercado global. Hoy, por ejemplo, en la moda, la decoración y en la perfumería está brotando la tendencia vintage. Existe una nostalgia respecto de los aromas que usaban nuestros abuelos. Otra tendencia tiene que ver con los hombres: según nuestras investigaciones, ellos se sienten más libres que antes. Ya no solo son proveedores. Disfrutan de cuidarse. Entonces siguen usando los perfumes que sus padres usaban o que sus esposas les compran, pero también están interesados en elegirlos solos.

En términos aromáticos, ¿cómo se ve reflejada esa tendencia?

Los hombres no buscan solo olores de hierbas y maderas tradicionales. También están abiertos a mezclas con notas un poco más frutales y florales.

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La androginia y el unisex son dos temas fuertes en la moda. ¿Están influyendo en la perfumería?

Sí, especialmente lo unisex. Jóvenes mujeres y hombres no están interesados en identificarse sexualmente a través de un producto, sino que usan el mismo con libre elección. Eso significa que es muy probable que prontamente en Natura tengamos líneas de fragancias indistintas para hombre y mujer.

Si tuvieras que elegir una fragancia Natura, ¿con cuál te quedarías?

Es difícil de decir por el amplio portafolio, pero puede ser la nota de castaña, muy brasileña. Es un olor que todas las personas del mundo reconocen como algo muy distinto. Es llevar un poco de Natura al mundo.