Perimenopausia, la etapa de transición a la menopausia que muchas mujeres desconocen
Cuando se habla de menopausia, se hace referencia al momento en que los ovarios de una mujer dejan de producir sus hormonas, como consecuencia de un cese de sus ciclos ovulatorios, terminando con periodo fértil. Sin embargo, en la etapa previa a este suceso, la mujer comienza a experimentar diversos cambios de forma gradual, los cuales se pueden iniciar incluso hasta 3 a 4 años previo a la llegada de la menopausia. Este proceso se conoce como perimenopausia, y muchas ignoran sus causas, sintomatologías y tratamientos para sobrellevarla.
La perimenopausia puede durar varios años, y ser muy variable en cuanto a sintomatología de paciente a paciente, siendo algunas completamente asintomáticas. Según explica la ginecóloga especialista en climaterio, Paula Sperry, esta transición se divide en dos etapas: temprana y tardía, en las cuales se presentan diferentes síntomas que caracterizan a cada periodo. “Inicialmente, se puede observar que el ciclo menstrual comienza a acortarse, es decir, para una mujer con un ciclo de 28 días, este se puede reducir poco a poco en 26, 24 y así. Además se comienzan a observar alteraciones a nivel hormonal y cambios metabólicos característicos de esta etapa, pudiendo aumentar la aparición de insulino resistencia, hipertensión y alteración del perfil lipídico. También disminuye el gasto energético basal, por lo tanto, si no hay cambios en el estilo de vida, puede haber aumento de peso”, explica la doctora.
A medida que avanza el tiempo, los ciclos comienzan a alargarse, pudiendo menstruar cada 40 a 45 días y saltarse algunos meses donde no presentan reglas. Se mezclan ciclos anovulatorios y ovulatorios, es decir, pueden presentarse ciclos en donde los ovarios no liberan óvulos. De acuerdo a la especialista, se menstrúa de una forma más diferida, por lo tanto las reglas serán irregulares y distanciadas. “En esta etapa, solo el 20% al 40% de los ciclos son ovulatorios, por lo tanto, la mujer puede ovular en cualquier parte del mes y no podrá predecir sus días de mayor fertilidad utilizando el método de calendario”, comenta. Puede suceder que, tras varios ciclos anovulatorios, se presenten menstruaciones muy abundantes y prolongadas.
En esta etapa de transición menopáusica tardía, algunas mujeres, debido a la privación de estrógeno, comienzan a presentar los síntomas característicos como bochornos, sudoración nocturna excesiva, cefaleas, alteraciones del ánimo y sequedad vaginal. En este contexto, la especialista asegura que resulta importante que las mujeres consulten, ya que es una etapa de cambios importantes y es relevante poder anticiparse, para realizar un manejo oportuno y adecuado de los diversos síntomas, que pueden ser muy molestos.
“Hay mucha desinformación respecto a esta etapa de la vida, y mucho que hacer en pro de la calidad de vida de estas pacientes. Solo a modo de ejemplo, si uno como profesional no les consulta a sus pacientes en forma dirigida sobre la presencia de sequedad vaginal y dolor durante la actividad sexual, en general no lo refieren en forma espontánea”. Es por ello que resulta fundamental atravesar esta etapa en compañía de un profesional especialista en climaterio, que acompañe y aconseje respecto al uso de las distintas terapias hormonales que se pueden utilizar para manejar de la mejor forma posible los diversos síntomas.
Además, la doctora agrega que al haber una disminución en el gasto energético basal, es importante cuidar ciertos aspectos de la vida como el ejercicio y la alimentación. “Es fundamental cuidar el estilo de vida, aumentar la cantidad de ejercicio que uno venía haciendo. La recomendación es mantener 150 minutos semanales de ejercicios cardiovasculares y hacer ejercicios de musculatura”.
En relación a la alimentación, la doctora aconseja evitar las grasas saturadas y restringir las porciones de hidratos de carbono. Mantener una alimentación centrada en carnes blancas, acompañada de verduras, y frutos secos. Preocuparse de un adecuado consumo de lácteos (descremados) y evaluar los niveles de vitamina D para pensar en la salud de los huesos a largo plazo.
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