Diane Nguyen de Bojack Horseman, una feminista existencial

Diane Nguyen de Bojack Horseman



De pelo azul oscuro, anteojos, chaqueta verde y jeans aparece la escritora feminista Diane Nguyen en todos los capítulos de Bojack Horseman, la serie de Netflix que cerró este año su última temporada. Su protagonista es un caballo individualista, autodestructivo y con importantes traumas sicológicos que vive de su pasado como estrella de televisión, en un mundo habitado por humanos y animales antropomorfos. La comedia dramática transcurre en Hollywoo –parodia de Hollywood– y despliega un mundo frívolo, lleno de personajes con preocupaciones banales e ideas absurdas. Bojack es uno más de este engranaje y constantemente cruza los límites de lo políticamente correcto con actitudes que lo hacen despreciable, aunque con el tiempo, también querible.

Diane viene de una familia vietnamita-americana de clase media baja con cuatro hermanos brutos y machistas que se burlan de ella por ser ñoña. Pero, a pesar del ninguneo, se convierte en una escritora independiente, reflexiva y preocupada por los problemas del mundo, con un carácter melancólico que tiende a la depresión y con fuertes convicciones políticas. Aun así, se compromete con un labrador retriever llamado Mr. Peanutbutter, actor de Hollywood insoportablemente positivo, ingenuo y desentendido de los conflictos de la humanidad. Comienza a trabajar como escritora fantasma de estrellas que quieren contar sus historias, y así llega a la vida de Bojack, con quien establece un complejo vínculo de comprensión y apoyo mutuo.

En medio de este mundo frívolo, donde los personajes constantemente alimentan su ego y las noticias de farándula repletan los diarios, Diane es una rareza intelectual, una feminista incomprendida. Aunque tiene una excelente pluma, en Los Ángeles solo le ofrecen trabajos que no le hacen sentido. Constantemente cuestiona el porqué hace lo que hace, porqué está donde está y si vale la pena. Intenta escapar de su realidad y viaja a un país devastado por la guerra para escribir algo con sentido, pero vuelve aún más perdida, deprimida y con pulsiones autodestructivas. Se casa con Peanutbutter e intenta ser feliz, pero al poco tiempo se separa. Consigue trabajo en un blog feminista mainstream. Es guionista de una serie. Lleva las cuentas de twitter de famosos. Y aunque cumple con todos los deberes, su corazón feminista, crítico, rebelde y al mismo tiempo hostil, está en constante conflicto.

Y es que cuando parece que todo va a ir bien, que tiene un compañero que ama, que va a mudarse a otra ciudad y que por fin va a poder dedicarse a escribir lo que quiere, su propia historia comienza a pasarle la cuenta. Ya no quiere ser la escritora de otros ni adaptarse a los demás. No quiere seguir haciéndose cargo de su autodestructivo pero amado amigo Bojack. Necesita encontrarse, explorarse y ver si por fin logra ser feliz. Pero se da cuenta de que no puede.

Mientras más indaga en su pasado y en sus intimidades, mientras más se aleja de Los Ángeles, esa ciudad donde todo puede disfrazarse, más compleja se vuelve su existencia y cae en una profunda depresión. Entra en un torbellino del que no puede salir. Y volver atrás, a la comodidad de ser la escritora que pasa desapercibida pero que cumple con lo que le piden y se evade a sí misma, tampoco tiene sentido.

¿Cuáles son los miedos de Diane? ¿Por qué intenta encontrar sentido? ¿Qué la paraliza? ¿Y qué busca?

Diane retrata de manera muy compleja, y a mi gusto extraordinaria, el conflicto existencial que muchas mujeres vivimos en esta era. El feminismo nos ha abierto puertas inesperadas, somos más independientes, nos sentimos capaces de explorar diferentes alternativas de vida, de ascender profesionalmente, cambiar de pareja, no tener hijos, desear otros horizontes. Pero el deseo de vivir y el porqué hacemos lo que hacemos son asuntos casi irresolubles.

Diane lleva dentro algo incontrolable que subsiste a pesar de los amores y logros profesionales. Hay una vida herida y una existencia llena de preguntas y contradicciones que siempre están ahí, latiendo, asomándose por las grietas de lo que parecía organizado y resuelto. Tocar ese fondo implica sufrimiento. Y Diane se sumerge.

Quizás así se siente más real y salvaje. Quizás es más triste. Quizás en la llaga hay algo auténtico que explorar. Quizás ahí hay un lugar, su lugar, en donde la vida simplemente es.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.