La teoría del apego, tan popular a la hora de hablar de crianza y de infancia, juega un rol fundamental en las relaciones de parejas entre adultos. Y cómo no, si está estrictamente relacionada con los vínculos afectivos de los seres humanos y con nuestras distintas maneras de expresar las emociones de angustia, depresión o enojo, cuando somos abandonados o vivimos una pérdida o separación. Así lo explicó en 1977 el psicoanalista John Bowlby, a lo que la psicóloga del desarrollo Mary Ainsworth complementa con los distintos tipos de apego y cómo pueden afectar al desarrollo de una persona.

“Ainsworth dice que hay cuatro apegos basales, que son el apego seguro, ambivalente, desorganizado y evitativo”, dice la psicóloga Daniela Werner, a lo que suma: “Tanto el apego ambivalente como el evitativo nacen desde el trauma relacional. Algo pasó en la relación entre el cuidador o cuidadora principal y el niño o niña, que le hizo crear estrategias para sobrevivir, lo que lleva a desajustes en su vida adulta. En el caso del apego evitativo, el niño o niña aprende que la figura con la que debiera contar no está del todo disponible para ellos, o no logra satisfacer las necesidades que tiene”.

Es por esto que las personas que tuvieron un apego evitativo crecen con una pseudo independencia, pues como explica Werner, se presentan como seres autónomos, independientes, muy calmados y regulados en sus emociones. Pero si les preguntamos por su infancia presentarán un relato muy plano, donde todo siempre estuvo bien, como si no hubiesen existido matices. “Las personas con este estilo por lo general reprimen, disocian, se desconectan y eso les parece muy funcional”, dice la psicóloga.

El coach de parejas, autor y cocreador de VivirEnPareja.cl, Ricardo Cariaga, explica que este es un fenómeno que pareciera darse principalmente en hombres. “Lo que pasa es que tenemos pocas habilidades comunicacionales”, dice: “No es que los hombres evitemos el problema, lo que evitamos es el conflicto. Y es curioso, porque generalmente se trata de personas que son muy buenas para solucionar sus problemas en el trabajo, pero no pueden hacerlo en relación a su vida en pareja”.

Cariaga lo explica así: “Cuando se ponen a discutir con el cliente, jefe o subalterno, saben dónde parte y dónde termina la discusión. En cambio, cuando discuten con su pareja no saben dónde va a terminar todo”. Según el experto en relaciones, el problema está en que los hombres no saben cómo manejar los sentimientos y emociones asociados a estos problemas: “Una discusión emocional es mucho más incómoda para los hombres, porque se manejan mal con las emociones”.

Daniela Werner coincide, aunque agrega que cada vez la diferencia entre hombres y mujeres es menor, y que esto podría estar relacionado con la crianza machista, donde la masculinidad se formaba sin poner énfasis en las emociones ni sentimientos, privando a esos niños y adolescentes de desarrollar las herramientas necesarias para enfrentar este tipo de conflictos. “Tiende a ser una tendencia, sobre todo en modelos de crianza donde lo emocional es visto como una desventaja, donde la aparición de emociones es algo vergonzoso y no se complementa por el raciocinio, sino que se anula”, dice la psicóloga.

Pese a esto, las personas de carácter evitativo no tienen grandes problemas a la hora de comenzar una relación de pareja. Según escribió el psiquiatra Hal Shorey para el sitio web Psychology Today, “simplemente no saben cómo mantenerlas y permitirles crecer. Los individuos evitativos pueden parecer inicialmente cálidos y carismáticos. He escuchado a muchas de sus parejas describirlos como el alma de la fiesta. Los amigos pueden comentar lo afortunado que eres de tener una persona tan cálida y agradable en tu vida. Y te preguntas: ¿qué hay de malo contigo que esta maravillosa persona se aleja y se distancia una vez que termina la fiesta?”.

Shorey habla de “una fuerte desconexión entre los pensamientos conscientes de la persona evitativa y su sistema emocional. Su mente consciente le dice que esta pareja es atractiva y tiene una gran personalidad, que debería de estar feliz de seguir adelante con la relación. Pero simultáneamente, su sistema emocional está leyendo su amor y afecto como una amenaza y desencadenando una respuesta de ansiedad”.

Según el psiquiatra, el amor y el afecto son amenazantes para alguien que tiene un estilo de apego evitativo, simplemente porque se trata de cosas que no estuvieron disponibles de parte de sus cuidadores en su infancia, pese a que, como decía Werner, si se les pregunta por sus primeros años no encontrarán nada negativo que decir al respecto. “Afirman que su infancia fue idílica, y que sus padres eran amorosos, sin ofrecer recuerdos que apoyen esto. En esta situación, el niño negará la necesidad de amor y afecto en lugar de permanecer en un estado de tristeza y anhelo, y después de años de empujar esta falta de amor fuera de la conciencia, el adulto evitativo se siente fuerte y seguro”, escribe Shorey.

El problema aparece cuando otra persona se involucra emocionalmente con ellos. “A esas personas les cuesta mucho mostrarse vulnerables, y por lo mismo les cuesta la intimidad emocional”, dice Werner y añade: “Les gusta tener todo controlado y no depender de nadie, porque cuando tuvo que depender de alguien fue decepcionado. Se dice que el evitativo se tiende a vincular con el ambivalente -aunque no hay que generalizar-, porque este último tiene mucha narrativa, mucho que contar, le pasan muchas cosas, y tiene una dependencia mucho más explícita, por lo que el evitativo se puede concentrar más en lo que dice la pareja y no en lo que él mismo necesita”.

Y así, una pareja puede durar años. No es que esté todo bien, pero los problemas no se hablan, los conflictos no se resuelven y, con el pasar de los años, no hacen más que acumularse. “Hay parejas de alto conflicto, que siempre se enfrentan, y otras de bajo conflicto, que nunca se enfrentan. Y se separan más las de bajo conflicto, porque el problema no es el problema, el problema es no saber arreglarlo”, dice Cariaga, y añade que existen formas de solucionar estas situaciones, para que el hecho de tener características evitativas no impida que alguien pueda tener una pareja y familia en el largo plazo: “Hay herramientas de comunicación afectiva y de resolución de conflictos. El protocolo de solución de problemas empieza con comunicarse bien, donde ambos pueden decir lo que sientan, se escuchen y se entiendan. No tienen que encontrarse la razón y el espíritu no debe ser de competencia, sino que de poner el foco en la solución”.