El pasado 8M en la marcha que conmemoraba el Día Internacional de la Mujer, entre más de un millón de mujeres había una sosteniendo un cartel que decía: "Estamos hipersexualizadas, pero nuestro placer no parece ser importante". Y es que en la mayoría de las películas, libros y referentes audiovisuales, las mujeres han sido presentadas como un objeto de deseo, pero poco se habla de su propia búsqueda del placer.
La psicóloga Francisca Burgos asegura que "en un principio las mujeres se cosificaban a sí mismas. Es decir, trataban de verse sexuales solo para atraer la atención masculina, siendo que muchas veces las relaciones sexuales que tenían no eran placenteras para ellas". Permitían esto porque, hasta hace no tanto, nuestro placer no estaba en primer lugar. La presidenta del Instituto Americano de Sexología (INASEX), Karen Figueroa asegura que hasta hace poco la nuestra era una "cultura falocéntrica, absolutamente machista y patriarcal en donde la mujer no tiene derecho al placer. Pero por suerte las cosas están cambiando".
¿Pero, qué es el placer? La psicóloga especialista en sexualidad, Nicole Cafatti asegura que el placer tiene mucho que ver con el concepto de "gustar", pero que además implica "una sensación o sentimiento positivo, algo agradable que se genera después de una manifestación o de la satisfacción de una necesidad". Esto se aplicaría a cualquier de necesidad que tengamos. Por ejemplo si tenemos sed y tomamos agua, suplir esa necesidad se sentirá placentero. Pero Cafatti precisa que la sexualidad es más compleja que eso: "Muchas veces las mujeres no tienen muy claro qué es lo que les genera placer en la sexualidad o qué es lo que necesitan para tener esta sensación positiva. El placer sexual suele estar asociado a la estimulación genital, pero lo cierto es que puede provenir de una estimulación en cualquier lado del cuerpo que uno sexualice".
En el pasado, en algunos contextos culturales, el placer femenino podía ser castigado y aunque parezca algo lejano a nuestra realidad actual, no hay que subestimar la influencia que las sociedades anteriores tuvieron o tienen en nosotras. Lo mismo ocurre con las religiones. "La Iglesia católica, por ejemplo, nos ha enseñado toda la vida que el placer tiene que ver con lo mundano, con lo pecaminoso, con lo que nos lleva a la perdición y finalmente al infierno", explica la sexóloga Karen Figueroa. Y es que históricamente el hombre ha sido quien tenía el derecho a tener placer porque era definido transversalmente como un ser carnal que debía satisfacer sus necesidades. En cambio, el placer femenino ha parecido no importar o incluso se ha presentado como algo que se tiene que mantener oculto.
Karen Figueroa asegura que "el clítoris, el lugar del cuerpo femenino cuya única función es la de entregar placer, se negó en los libros de medicina durante mucho tiempo". Basta recordar en que épocas como la Ilustración se creía que la mujer solo era objeto de procreación y el placer para ellas no existía más que cumplir esa función. ¿Pero por qué ocultar o negarle a las mujeres la posibilidad de descubrir su forma de sentir placer?
La socióloga Valeska Rey apunta a la falta de igualdad en cuanto a la educación. Algo que todavía se mantiene. "En Chile uno podría decir que no existe la educación sexual o que lo poco que hay es sexista. No existe un espacio en las familias donde se pueda conversar sobre el placer sexual o los orgasmos, ni de lo oculto que ha sido esto para las mujeres. Nuestras antepasadas tampoco lo sabían y de algún modo han reproducido roles de género en los que les ha tocado ser esposa y madre, y eso ha implicado también ser una persona dispuesta a satisfacer, sostener y cuidar a los otros. Su placer en general no ha sido el protagonista de la historia".
La psicóloga Francisca Burgos concuerda y agrega que "la mayoría de los chilenos aprende de sexualidad por lo que escucha entre sus amistades y por el porno, especialmente de boca de los hombres". Burgos explica que actualmente las mujeres, especialmente las más jóvenes, están en una búsqueda activa por encontrar lo que les da placer. "Cada vez exploran más con ellas mismas, se masturban y entienden que la relación sexual no solo tiene que ser placentera para los hombres, sino que para ambas personas. Históricamente las mujeres hemos sentido mucha vergüenza, pero ahora tenemos más apertura de conversar lo que nos pasa y tenemos la idea de mejorar y trabajarlo más que simplemente mostrar que todo está bien".
La sexóloga Karen Figueroa dice que es importante hacernos cargo de nuestro propio placer porque la satisfacción sexual es responsabilidad de cada uno. "En el sentido que no podemos exigirle a un otro dicha satisfacción, si ni siquiera nos conocemos, no nos tocamos, no nos miramos. ¿Cómo puedo comunicarle a mi pareja lo que me gusta o no si ni siquiera yo lo sé?"