Conversando con amigas sobre las miles de dietas que he hecho desde la adolescencia, coincidimos en que muchas veces se da el mismo ciclo, una y otra vez. La persona restringe lo que come –carbohidratos, azúcar, grasa, lo que sea– hasta que la necesidad física y emocional por comer estos alimentos se vuelve tan grande que termina en atracones que pueden durar días completos. Luego, con toda esa carga y baja autoestima, vuelves a hacer una nueva dieta, porque quizás la anterior no funcionó, pero ésta lo hará sí o sí. Solo que no lo hace, y empiezas de cero una y otra vez.
El problema es que no empiezas realmente de cero, sino que desde el -1, porque el cuerpo de a poco va cambiando, intentando adaptarse a estos cambios a los que los sometemos. A eso es lo que le llamamos ‘metabolismo roto’, cuando el organismo cree que vas a volver a restringirte por necesidad –de supervivencia, no de entrar en esos jeans que tienes en el clóset como acto de fe– y entonces asimila cada lechuga como si fuese una hamburguesa. Un concepto que hemos leído en un sinnúmero de ocasiones en revistas, sitios web, blogs y redes sociales. Pero ¿cuál es la evidencia?
“El metabolismo no se rompe, se enlentece, y esto ocurre cada vez que comenzamos una nueva dieta”, dice la nutricionista experta en Trastornos de la Conducta Alimentaria, María José Chousal, y agrega: “Es uno de los daños biológicos que se producen al hacer dietas restrictivas”.
Cuando la especialista habla de dietas restrictivas, se refiere a una inanición voluntaria, que se enfrenta a un cuerpo que está diseñado para combatir el hambre: “Esto lo hace mediante homeostasis corporal, o sea, busca el equilibrio de manera activa para poder sobrevivir, y así lograr mantenerse con menos gasto de calorías”. Esto está relacionado con lo que desde la nutrición se conoce como el ‘modo hambre’, el cual aparece cada vez que hacemos una dieta. “Hace que nuestro cuerpo quiera protegernos, y lo hace produciendo más hambre y provocándonos muchos pensamientos relacionados con la comida, para que así nos sintamos obligados a comer”.
Cuando hacía este tipo de dietas, tendía a pensar que mi cuerpo estaba en mi contra. ¿Por qué no me permitía bajar de peso como quería, si estaba haciendo todos los esfuerzos posibles para lograrlo? Pero resulta que el cuerpo no entiende de estas lógicas normadas desde lo social, por lo que siempre va a pensar que si nos estamos restringiendo es por necesidad y no por voluntad propia. “Cuando hacemos una dieta restrictiva, logramos bajar de peso de forma importante, pero el cuerpo no es capaz de comprenderlo”, explica María José, y agrega: “No entiende que fue algo voluntario, entonces el metabolismo disminuye haciendo que volvamos a ganar el peso perdido”.
“El problema es que cada dieta que hacemos provoca un weight cycling o efecto yo-yo, también conocido como rebote. Con esto nos referimos al ciclo dentro del cual hacemos dietas muy hipocalóricas, bajamos de peso y volvemos a ganar el peso perdido. No hay un éxito en el mantenimiento de peso en el largo plazo. Como resultado, la persona que realiza la dieta puede perder tanto masa muscular como grasa durante la fase inicial de pérdida de peso. Al comentar la dieta, es probable que la persona experimente la respuesta del cuerpo frente al hambre, que conduce a la ganancia rápida de peso mediante el desarrollo solo de grasa. Este es un ciclo que cambia la proporción entre grasa y músculos en el cuerpo, que es uno de los factores más importantes en la salud”.
Pero si hacemos dietas una y otra vez, durante muchos años a lo largo de nuestras vidas ¿podremos recuperar este metabolismo enlentecido? La respuesta es que aún no lo sabemos con certeza, y que va a depender de muchos factores, como por ejemplo cuánto tiempo llevamos restringiéndonos. “La energía que se utiliza en reposo, conocida como la tasa metabólica basal, queda en modo ahorro por la cantidad de tiempo que lleva la persona en restricción, por lo que podría volver a un cierto nivel, pero no se podría mejorar”, dice Chousal.
La especialista recuerda un programa muy popular hace algunos años, llamado The biggest loser o Perder para ganar, donde hombres y mujeres se sometían durante varias semanas a ejercicios y dietas extremas, con el objetivo de perder la mayor cantidad de peso posible. Según cuenta Chousal, tiempo después de hizo un estudio con estas personas, en el que se descubrió que 13 de los participantes volvieron a su peso de inicio, y que la mayoría mostró tener un metabolismo más bajo del que tenían cuando comenzaron. Esto, a seis años de haber participado en el programa.
Por supuesto que esta información puede resultar frustrante, especialmente para las personas que quisieran bajar de peso. Y es que querer perder algunos kilos, en sí, no es algo necesariamente malo. El problema está en que nos perdemos en el camino. Cuando basamos nuestro amor propio en la forma en que nos vemos, o en el número de la balanza, estamos destinados al fracaso. Lo mismo que cuando nos ponemos objetivos poco realistas, reforzados por dietas que prometen hacernos bajar hasta 5 kilos en una semana. Es por esto que, si tenemos problemas con el peso, antes de escribir en un buscador “¿cómo bajar de peso en poco tiempo?” tomemos una hora con un o una especialista en nutrición, que nos pueda asesorar en relación a nuestros objetivos y nuestras motivaciones, así como respecto a qué tipo de alimentación se asocia de mejor forma a nuestro estilo de vida.