Llallauquén es una pequeña localidad a orillas del Lago Rapel, cuya junta de vecinos dirigen cinco empoderadas mujeres: Florenia Carvajal, Ideth Moya, Silvia Díaz, Raquel Soto y Manuela Soto. Algunas oriundas del lugar y otras instaladas allí hace 15 años, conocen al dedillo los problemas de sus habitantes. El principal: cómo la contaminación del lago ha disminuido el caudal de turistas y, por ende, el sustento del pueblo. "Vivimos del lago: si vienen turistas, tenemos trabajo cocinando, vendiendo mermeladas o huevos", dice Florenia. El primer paso que dieron para cambiar las cosas fue capacitarse a través de cursos Sence en el uso de energías alternativas.
"Nos dimos cuenta de que manteniendo limpio el lago y hermoseando los alrededores, podríamos salvar Llallauquén", comentan. Tras la capacitación se embarcaron en la recuperación de una de las pocas orillas públicas del lago, convertida en un basural, para transformarla en un parque. "Nos faltaba un área de recreación para los vecinos, y en este proyecto podíamos aplicar todo lo que habíamos ido aprendiendo", enfatiza Ideth. Postularon al Fondo de Protección Ambiental que entrega el Ministerio del Medio Ambiente y ganaron dos años seguidos, obteniendo en total 14 millones de pesos. "Con eso despejamos el basural, reforestamos con especies nativas y financiamos cursos para que los niños aprendieran a cuidar el medio ambiente.
Los alumnos de la Escuela República de Grecia ahora son brigadistas: cada alumno es responsable de un árbol y de recoger la basura", dice Florenia. Además, mandaron a hacer bancos de madera, basureros y focos fotovoltaicos; incluso construirán un anfiteatro con ladrillos ecológicos fabricados por los vecinos. Queremos convertirlo en un parque ecológico para los vecinos y un destino para los turistas que llegan a la zona", comentan las dirigentas.