“No considero que yo sea una persona, mujer, hija o madre perfecta. Sin embargo, sé que hago lo mejor que puedo en el rol que me toca desempeñar. Por eso es que a veces pienso que sí, que me gustaría haber sido mamá de mi mamá, y quizás haberle dado más amor, más dedicación, más abrazos, más besos; más salidas juntas, palabras de aliento para continuar y sentirse valiosa. También podría haber evitado que quizás algunos de sus actos como madre primeriza, madre sin tener a su propia madre o sin mucha red de apoyo, afectaran la forma de ser de mis hermanas y mía en la actualidad.

Ahora, siendo una mujer adulta, me doy cuenta de que muchos de esos actos no fueron “su culpa”, si no que es lo que pudo hacer con las herramientas que tuvo. Y si pudiera volver a nacer y ser su madre, le entregaría otras herramientas para que, al final, nos beneficiemos todas.

Amo a mi madre, la extraño cada día y la admiro muchísimo por cómo ha sido, porque sé que hizo lo mejor que podía hacer como mamá”.