Manos transpiradas, palpitaciones y sensación de temor. Muchas mujeres hemos sentido nervios e inseguridad al enfrentarnos ante una audiencia. Lo cierto es que esto es algo que se puede trabajar, pero siempre considerando que tiene sus orígenes en el género. La geógrafa y académica británica Linda McDowell, postula en su libro Género, identidad y lugar: Un estudio de las geografías feministas, que el encuentro e interacción en espacios públicos no es igualitario para todos y que las mujeres quedan fuera del espacio del amplio acceso a estos eventos.
La Doctora en Lingüística, Steffanie Kloss, comenta que algunos factores que intervienen en la dificultad de articular los actos de habla tiene que ver con un constructo cultural: “Para las mujeres resulta complejo, porque aún existen paradigmas sociales androcéntricos con los que se sigue reproduciendo lo que Bordeu llamó ‘la dominación masculina’. En la esfera pública, por ejemplo, la falta de una auténtica democracia en donde la población esté representada de manera proporcional conlleva una baja representación de las mujeres en espacios públicos y de toma de decisión”.
Esto lo trata y aborda en su programa Presenta sin miedo la psicóloga clínica Marianella Ruiz, quien imparte un ciclo de talleres de psicología y coaching de dos meses para que mujeres profesionales pierdan el temor a hablar en público. Y es que, más allá de la inseguridad e incomodidad que puede generar esta situación, se trata de un trastorno psicológico: “Este temor a expresarnos es una fobia al miedo escénico que se denomina glosofobia, está dentro de los trastornos del miedo y se expresa en esta sintomatología de que el cuerpo no atiende nuestras órdenes, es decir, que no controla sus movimientos. Por eso es común que tiemblen tus manos, te sientas ansiosa o ansioso y sientas un descontrol en general”.
De hecho, la psicóloga dice que la ansiedad emocional es uno de los factores que más afecta la expresión oral y por eso nuestros movimientos no coinciden con lo que queremos hacer o decir: “El cuerpo es un vehículo de comunicación y para expresarme tengo que conectarme con el placer de comunicar. En general, cuando alguien habla en público las personas recuerdan muy poco el mensaje pero sí prestan atención a cómo te comportaste con tus gestos”.
El nivel articulatorio y conocer el arte de hablar en público son clave, dice Kloss: “Es importante trabajar elementos como la pronunciación y dicción, pero de sobremanera trabajar desde la psicolingüística los procesos cognitivos que implica hablar. Es decir, pensar qué se va a decir, cómo se hará y que esa planificación evite la ansiedad. El discurso oral, al igual que el escrito, debe planificarse y organizarse, y para ello es fundamental la preparación. Luego, desde la pragmática, es relevante centrarse en el acto discursivo, en el contexto y en la audiencia para lograr adecuarse al contexto”.
La psicóloga explica que esta fobia no es solo un tema de inseguridad, sino que derechamente algunas mujeres evitan situaciones de diálogo o conversación y que, sin ir más lejos, eligen carreras o trabajos en los que no tengan mayor visibilidad para no exponerse en público. También dice que en situaciones de presentaciones formales, algunas mujeres usan prendas con telas especiales que impidan la transpirabilidad para no sudar demasiado y así disimular esta inseguridad. “En los talleres, las mujeres que trabajan en rubros tradicionalmente masculinos -que son ingenieras o médicas, por ejemplo- les cuesta más relacionarse y que las escuchen. Pasa también con la vestimenta, que si una clienta va con una prenda ceñida al cuerpo, teme que la evalúen por su apariencia y no validen su capacidad intelectual como profesional”.
Esto, como expresa la experta, se debe a la crítica constante de ser mujer y al mandato de cumplir la presión social y cultural que conlleva: “Con frecuencia veo que los niveles de auto exigencia y autocrítica son excesivamente negativos, por ello, les guío mediante sesiones individuales antes del entrenamiento para que trabajen esas cualidades y puedan expresarse de mejor manera”.
Frente a esto, Ruiz emplea la danza como un acto que permite expresar la corporalidad desde el movimiento: “Lo importante es conectarse con otras sensaciones y emociones del cuerpo. En la escuela o universidad no nos enseñan a decir lo que sentimos o pensamos. El hecho de saber expresarnos y ser asertivos en nuestros enunciados es vital, dado que muchas veces no conectamos con lo que nos pasa emocionalmente”. He aquí la importancia de manifestar nuestros deseos y no reprimir las emociones que sentimos. El miedo al rechazo es un tema frecuente y vencerlo es un camino que requiere disciplina y conexión con nuestra mente, porque a fin de cuentas los pensamientos negativos son los que nos alejan de nuestros objetivos.